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Una película palestina que deja de lado el desastre humanitario para poner el foco en la vida cotidiana

Gracias por operar con nuestro banco (Thank You for Banking with Us, 2024/Alemania, Palestina, Qatar, Arabia Saudita, Egipto). Dirección y guion: Laila Abbas. Fotografía: Konstantin Kroening. Edi...

Una película palestina que deja de lado el desastre humanitario para poner el foco en la vida cotidiana

Gracias por operar con nuestro banco (Thank You for Banking with Us, 2024/Alemania, Palestina, Qatar, Arabia Saudita, Egipto). Dirección y guion: Laila Abbas. Fotografía: Konstantin Kroening. Edi...

Gracias por operar con nuestro banco (Thank You for Banking with Us, 2024/Alemania, Palestina, Qatar, Arabia Saudita, Egipto). Dirección y guion: Laila Abbas. Fotografía: Konstantin Kroening. Edición: Heba Othman. Elenco: Yasmine Al Massri, Clara Khoury, Kamel El Basha, Ashraf Barhoum, Adam Khattar. Duración: 92 minutos. Calificación: apta para mayores de 13 años. Nuestra opinión: buena.

Lo primero que llama la atención de esta película es su escenario. Palestina vive hoy un desastre humanitario provocado por los constantes ataques militares de Israel, pero el centro de esa ofensiva es Gaza y este film de Laila Abbas está rodado en Ramallah, la capital administrativa de Cisjordania.

La realidad allí es diferente a la del sector controlado por Hamas: una ciudad moderna, dinámica, con cerca de 40 mil habitantes y una clase media bastante consolidada que vive en un contexto de trabajo y consumo más parecido al que estamos acostumbrados a ver en países que no atraviesan una crisis de la magnitud que sufren hoy buena parte de los palestinos.

En esa ciudad en apariencia tranquila y funcional, Noura (Yasmine Al Massri) y Mariam (Clara Khoury), dos hermanas muy distintas en temperamento y estilo, diseñan una maniobra urgente y desesperada para retirar, en secreto y en apenas 24 horas, los fondos bancarios que dejó su padre, recién fallecido, antes de que su hermano -ausente y residente en Estados Unidos- pueda reclamar la mitad de la herencia, como establece la ley islámica.

La gracia del film no aparece tanto en la anécdota (por momentos inverosímil), sino en la precisión del tono de tensión permanente y contenida. Abbas consigue que el drama familiar se vuelva una pieza política sin declamaciones. Una sagaz crítica a la rigidez de la burocracia islámica teñida de humor negro.

La narración avanza con mucha fluidez entre cajeros, ventanillas, habitaciones cerradas y pasillos donde el tiempo parece dilatarse. La fotografía de Konstantin Kröning refuerza esa atmósfera opresiva con encuadres cerrados y tonos apagados, mientras que los diálogos entre las dos hermanas, cargados de ironía, funcionan a la manera de una sofisticada esgrima. “¿Tengo que esperar a que Palestina sea libre para divorciarme?”, pregunta con sarcasmo una de las protagonistas, en una línea que condensa la carga crítica de este largometraje coproducido por cinco países.

Abbas evita deliberadamente poner en primer plano a la ocupación israelí, que aparece en los márgenes, como una interferencia constante pero también naturalizada: un puesto de control, una calle militarizada, una conversación interrumpida, una protesta aislada de jóvenes que se rebelan como pueden. La opresión que le interesa es la interna, cotidiana, profundamente patriarcal.

Ese contexto aparece también en una subtrama con poco desarrollo: el hijo de una de las protagonistas, que como muchos jóvenes experimenta una comunicación tensa y entrecortada con sus padres, al borde del divorcio, coquetea con la posibilidad de unirse a las manifestaciones en contra de la violencia del ejército de Israel.

Es apenas una pincelada en una película sin bombardeos ni reflejos demasiado visibles del desastre que vive hoy una parte muy significativa de la población palestina. El objetivo de la directora es otro: hablar de una sofisticada forma de encierro, centrada en el dogmatismo religioso que impide a las mujeres decidir sobre su propio patrimonio.

“En muchas películas palestinas, el enfoque está en el ‘nosotros contra ellos’ —refiriéndose a los israelíes—, pero sentía que necesitábamos un espacio para contar nuestras propias historias, mostrar la complejidad de nuestras vidas cotidianas, declaró Abbas. “No escribí esta película para complacer a fondos ni audiencias. La escribí porque necesitaba contar esta historia, pero de una manera que no repeliera a la gente. Mi intención no es sermonear, sino provocar. No hay liberación nacional sin liberación individual. Por eso elegí centrarme en una historia íntima, doméstica”.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/cine/una-pelicula-palestina-que-deja-de-lado-el-desastre-humanitario-para-poner-el-foco-en-la-vida-nid17072025/

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