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Una casa centenaria en Boedo que se convirtió en una rincón de la India

“Hay lugares que te eligen”, dice Daniela Intrieri, creadora de Lot...

Una casa centenaria en Boedo que se convirtió en una rincón de la India

“Hay lugares que te eligen”, dice Daniela Intrieri, creadora de Lot...

“Hay lugares que te eligen”, dice Daniela Intrieri, creadora de Lotusdeco. Para ella, ese lugar fue la India. Fascinada por su cultura, sus oficios y su espiritualidad, viaja cada año a recorrer ferias y mercados en busca de piezas únicas que luego se integran a su casa, su marca y su vida.

Su vivienda, una construcción de más de cien años en el barrio de Boedo, es una síntesis perfecta de ese universo. Cada objeto tiene historia, y cada rincón invita a bajar el ritmo. Puertas antiguas, lámparas talladas a mano, textiles naturales y aromas suaves componen un ambiente que vibra en calma.

Un hogar con alma oriental

El corazón de la casa es el living, un espacio amplio y vital donde la familia se reúne todos los días. Daniela vive con su marido y sus dos hijas, y este ambiente es el punto de encuentro de todos. Un gran sillón familiar se llena en invierno de mantas suaves y abrigadas, mientras se encienden las velas y los sahumerios que perfuman la escena.

El mobiliario responde a esa búsqueda de bienestar: una mesa ratona de teca tallada, un panel artesanal que funciona como obra de arte, y varias plantas naturales que aportan vida y frescura. “Para mí, los objetos deben tener alma —dice—. El panel tallado refleja el valor de lo hecho a mano, el tiempo que requiere y la energía que transmite”.

Herencia y tradición

Más allá de los viajes y las piezas exóticas, la historia familiar también ocupa un lugar importante en la casa. Uno de los tesoros más queridos de Daniela es el juego de comedor que perteneció a su abuela, quien vivió hasta los 106 años. “Era de estilo Chippendale y se lo hicieron para su casamiento. Yo decidí quitarle el lustre original para aclarar el ambiente y darle una nueva vida”, cuenta.

La distribución fluida conecta el living con la cocina integrada, un espacio de uso diario donde se cocina, se conversa y se comparte. Las comidas familiares son una costumbre sagrada. Los domingos se amasan pastas caseras entre todos, mientras suena música y se llena el aire de aromas hogareños.

Durante la semana, la cocina se vuelve escenario de recetas asiáticas: platos de China, Japón o Corea, que preparan entre dos. Desde la ventana se aprecia uno de los símbolos más potentes de la casa: una puerta antigua de India que Daniela transformó en pieza central del patio. Para ella, las puertas representan protección, inicios y oportunidades, una metáfora perfecta del viaje interior que guía su vida.

Rincones con historia

La casa se desarrolla en dos plantas y cada nivel cuenta una parte del relato. En la planta baja, los ambientes sociales se integran alrededor del patio interior, mientras que arriba se ubican los dormitorios y un descanso de escalera que funciona como espacio multifuncional. “Fue escritorio, después rincón de lectura… Las chicas suben los pufs del living y se quedan con sus libros ahí”, cuenta.

Ese espacio fue armado con piezas traídas de Oriente: un aparador hecho con una puerta antigua, un espejo tallado a mano, una alfombra de yute artesanal y una lámpara marroquí. Todo habla el mismo lenguaje: lo natural, lo hecho con las manos, lo imperfectamente bello.

El pasillo superior, que balconea al living, conserva las rejas originales de la casa, rescatadas antes de que fueran desechadas. Desde allí, el ojo se eleva hacia el techo abovedado de ladrillo visto y listones metálicos, una joya de la arquitectura original que hoy convive con la nueva impronta decorativa.

El dormitorio principal

En el área privada, Daniela buscó transmitir serenidad y orden. El panel de madera tallado a mano que hace de respaldo de cama se roba todas las miradas. Lo acompañan lámparas marroquíes colgantes, textiles de algodón y yute, y un Buda sobre la mesa de luz, cuya expresión calma representa la paz interior.

El baño en suite brinda una atmósfera introspectiva donde una pared color ciruela, un espejo con marco tallado por manos indias, velas aromáticas y violetas de los Alpes en una maceta de fibras naturales crean una escena cálida y serena.

Un hogar que cuenta un viaje

En cada rincón de esta casa se percibe una mezcla única de herencia, viaje y búsqueda interior. Daniela convirtió su casa en un refugio espiritual y sensorial, donde los objetos traídos de la India no son simples adornos, sino símbolos de experiencias vividas y aprendizajes personales.

Su proyecto, Lotusdeco, nació de esa misma energía: la de compartir belleza con propósito, conectar culturas y transformar espacios en lugares donde reine la calma. En Boedo, entre ladrillos centenarios y aroma a sándalo, Daniela encontró su propio templo: una casa donde cada detalle tiene alma y cada objeto, una historia.

Agradecemos a OHLALÁ! su colaboración para esta nota.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/arquitectura/una-casa-centenaria-en-boedo-que-se-convirtio-en-una-rincon-de-la-india-nid05112025/

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