Una antigua casa de pescadores frente al río se convierte en un refugio familiar sustentable
“Nada es igual a esto, vivir acá es único”, dice la artista Josefina “Chami” Chamizo, mientras señala el paisaje que se abre frente a su casa, en un barrio ribereño de Acassuso donde el...
“Nada es igual a esto, vivir acá es único”, dice la artista Josefina “Chami” Chamizo, mientras señala el paisaje que se abre frente a su casa, en un barrio ribereño de Acassuso donde el río dicta el ritmo de la vida. Son solo cincuenta casas, rodeadas de vegetación, sin cloacas ni red de agua corriente, pero con un sistema de compostaje, reciclado y energía solar que define su esencia comunitaria.
Hace más de veinte años que Chami y su familia eligieron este lugar, primero como inquilinos, luego como propietarios. “Nos atrapó el ‘mal del sauce’, esa leyenda del Delta que dice que el río te embruja”, cuenta entre risas. Y quizá haya algo de eso: desde que llegaron, nunca más pudieron imaginarse en otro sitio.
El alma de la casaLo que alguna vez fue una casa de pescadores se transformó en un hogar contemporáneo, artesanal y profundamente personal. Frente al río y rodeada de verde, la casa conserva su espíritu original, pero con una nueva impronta: materiales reciclados, muebles heredados y una arquitectura pensada para convivir con el entorno.
La escalera negra recorre los tres niveles y organiza la vida cotidiana: abajo el taller, en el primer piso la cocina y el living, y arriba las habitaciones. “El muro portante divide la casa en dos, es el sostén físico y simbólico. Lo pintamos de rojo, el color del amor, la fuerza y la pasión”, explica Chami.
Desde el living, los ventanales y balcones abren una vista al río que quita el aliento. Allí, una silla BKF, los muebles retapizados de sus abuelas y los objetos de Gloria Atelier crean un ambiente cálido y ecléctico, donde cada pieza tiene historia.
La naturaleza como diseñoTodo en esta casa está pensado para integrar adentro y afuera. Las puertas-ventanas enmarcan el paisaje y conectan la cocina, el living y los dormitorios con el entorno. En la cocina, los textiles, vajilla y velas de Gloria Atelier y AA Elements (@aaelements) suman textura y color.
El río fue, desde el inicio, el gran protagonista. “Acá el que manda es el río. Cuando firmamos la escritura, al día siguiente subió un metro el agua. Fue un bautismo”, recuerda Chami. Esa experiencia marcó la orientación de la casa: ahora todas las aberturas principales miran al Norte para aprovechar la luz y el calor natural.
Arquitectura sustentableLa casa fue refaccionada por etapas, con la premisa de minimizar el impacto ambiental. En la planta alta se usaron ladrillos Retak, que garantizan aislamiento térmico y acústico, y el techo se cubrió con un jardín verde que regula la temperatura interior y mejora la eficiencia energética.
“El techo verde cambió todo. Antes hacía mucho calor o frío; ahora con un ventilador o la salamandra basta para estar bien”, cuenta. También instalaron termotanques solares y biodigestores en lugar de cloacas, completando un sistema autosuficiente y respetuoso del ambiente.
El interior combina madera, color y piezas únicas. En el dormitorio principal, los muebles fueron hechos por un carpintero que trabaja con el método Japandi, una técnica de encastre sin clavos que refleja la filosofía artesanal de la casa.
En el baño, la pieza más especial es una bacha de cerámica creada por la anterior dueña, la artista Desirée Deridder, una herencia tangible de su historia.
Un refugio de creatividadArtista visual y ceramista, Chami trabaja con papel y materiales naturales. Su taller, ubicado en la planta baja, es un espacio lleno de luz y energía. “Empiezo con el papel, pero termino explorando formas, luces y texturas. Es un proceso muy libre, muy mío”, dice. Allí crea desde objetos hasta instalaciones, siempre inspirada en la naturaleza que la rodea.
Su pequeña hija Oli tiene un dormitorio que parece salido de un cuento. Una lámpara de papel creada por Chami cuelga del techo como una flor, mientras la ampelopsis del exterior se cuela por la ventana, filtrando la luz y tiñendo las paredes con tonos que cambian según la estación.
Cada rincón refleja ese equilibrio entre lo artesanal, lo sustentable y lo poético. “Esta casa nos enseña todos los días a vivir con menos, pero mejor. Es un recordatorio de lo importante: el tiempo, el aire, la belleza de lo simple”, resume Chami.
Agradecemos a OHLALÁ! su colaboración en esta nota.