Un pasaje peatonal, un techo de vidrio renovado y la sirena de las noticias: así reabre el Edificio La Prensa
Situado a pocos pasos de Plaza de Mayo y el Cabildo, este jueves quedará abierto al público el Edificio La Prensa tras una restauración que recuperó el esplendor de un inmueble declarado Monume...
Situado a pocos pasos de Plaza de Mayo y el Cabildo, este jueves quedará abierto al público el Edificio La Prensa tras una restauración que recuperó el esplendor de un inmueble declarado Monumento Histórico Nacional y que fue ideado por su primer propietario para ser la sede del tradicional diario a fines del siglo XIX.
El riguroso trabajo a cargo de expertos en preservación del Ministerio de Cultura de la ciudad demandó nueve meses sobre la pieza arquitectónica de Avenida de Mayo 575, que exhibe una fachada imponente y tiene, en su parte superior, una escultura de la diosa Palas Atenea con una antorcha en su mano que por las noches ilumina su alrededor. El inmueble fue adquirido por el Estado porteño en la década del 90, que lo convirtió en sede de la Casa de la Cultura.
Hacia el interior, el edificio tiene dos subsuelos, una planta baja y seis pisos. Las obras de reparación se centraron en el patio interno que está coronado por la lucarna, una estructura de hierro que contiene más de 1400 piezas de vidrio que fueron retiradas para su puesta en valor y mejora del sellado. Serán recolocadas en las próximas semanas.
Se trabajó en la habilitación de un pasaje peatonal que permite conectar la Avenida de Mayo con Rivadavia a esa altura. Este corredor servía, originalmente, para el ingreso de carruajes. Su recorrido remite a otras galerías como las del Palacio Barolo y del Roverano, pero no irá en línea recta, sino que tendrá una traza en diagonal y estará abierto al público durante el día.
En los dos subsuelos del edificio, recobraron amplias salas destinadas a la actividad cultural porteña de exposiciones y conciertos. A la vez, sumaron espacios en la planta principal que evocan al oficio del periodismo, como una biblioteca que lleva el nombre del periodista y escritor Tomás Eloy Martínez y un café llamado “El Periódico”.
También, en la terraza que tiene la estatua de bronce de Palas Atenea, se espera que en la tarde del jueves vuelva a sonar la sirena característica del diario, a través de la cual se anunciaban hechos de relevancia para el país y el mundo. Algunos testimonios recopilados para este trabajo revelan que la primera vez que se escuchó fue en 1900 con la muerte del rey Humberto I de Italia. Cuarenta y cinco años después resonó con el fin de la Segunda Guerra Mundial.
“Recuperar espacios como la Casa de la Cultura es, ante todo, devolver a la ciudad su capital simbólico, un patrimonio cultural que nos define y conecta. Estos lugares no solo son emblemas arquitectónicos: son espacios de encuentro que nos representan a nivel local e internacional”, dijo la ministra de Cultura porteña, Gabriela Ricardes.
La idea, de acuerdo con el objetivo planteado por la Ciudad, es la preservación del patrimonio arquitectónico con una propuesta cultural orientada a la innovación y la participación ciudadana. Pero, además, abrir el lugar tanto a vecinos porteños como a turistas que recorren esta zona neurálgica del centro capitalino y en la que se destacan el Cabildo, la Plaza de Mayo y la Catedral metropolitana.
Los trabajos de recuperación contemplaron asimismo la instalación de sistemas modernos contra incendios, la puesta en funciones de cuatro relojes y una “prueba piloto” para recomponer la fachada del inmueble sobre la Avenida de Mayo y los módulos del pasaje de los carruajes, algo que quedará para una próxima etapa en manos de los expertos del Ministerio de Cultura porteño.
El equipo a cargo pertenece a la Gerencia Operativa y Gestión Edilicia de la cartera cultural comandado por Natalia Basualdo e integrado, entre otros, por el arquitecto Gonzalo Etchegorri. La obra representó un desafío de gran magnitud ya que la intervención abarcó más de la mitad de su superficie total de 12.522 metros cuadrados.
Una historia centenariaInaugurado en 1898, el inmueble guarda un fuerte vínculo con la historia del periodismo argentino. Fue fundado por José Clemente Paz para ser la sede del diario La Prensa. La construcción fue encargada a Alberto Gainza y Carlos Agote, ambos estudiantes de la escuela de Bellas Artes de París.
En sus subsuelos funcionaban las rotativas y, en los primeros pisos, la redacción y las oficinas de los directivos. También existió –y aún está a la vista– un sistema de tubos neumáticos que, a través del impulso de aire comprimido, trasladaba las comunicaciones internas de los trabajadores de prensa, las notas y las correcciones.
En todas sus plantas, el edificio cuenta con símbolos que hacen referencia a la masonería. Desde un conjunto formado por el lazo, la pluma y la luz presente en el piso del acceso principal, hasta la representación del compás, el triángulo y la escuadra como remate de los muebles que forman parte de lo que fue la oficina del director Paz.
En el primer piso se encuentra el salón Dorado, inspirado en el Palacio de Versailles, al punto de contar con espacios que replican los interiores de la residencia de las afueras de París.
En sus orígenes, en el edificio tenía una gran biblioteca y en los últimos dos pisos –que fueron construidos como una ampliación en 1927– existieron consultorios médicos y odontológicos, un estudio jurídico, una escuela de música y hasta un departamento que albergaba a huéspedes ilustres.
La restauración paso a pasoA 24 horas de la reapertura, decenas de trabajadores se encargan de los últimos detalles antes de la ceremonia oficial. Habrá un concierto y un mapping a través del cual se proyectarán imágenes del edificio y su historia. Todo el conjunto arquitectónico es considerado un establecimiento que, por sus características, representa un modelo antecesor de los actuales centros culturales.
Sobre la fachada de símil piedra de Avenida de Mayo, se ejecutó un “plan piloto” para estudiar la mejor manera de encarar su recuperación completa. La tarea no es fácil, ya que son superficies que registran daños severos debido a las reiteradas ocasiones en las que debió limpiarse tras vandalizaciones, además del desgaste propio del paso del tiempo y la acción de los agentes climáticos.
Sobre el patio interno que une las dos alas del edificio, se realizó un procedimiento denominado “decapado” de las paredes con el propósito de recuperar la secuencia de los colores originales y llegar a una tonalidad intermedia. Allí, también se restauraron las estructuras metálicas y se trasladó hacia el subsuelo una cisterna que generaba filtraciones.
Una de las mayores intervenciones se hizo sobre la lucarna que corona el patio central a 30 metros de altura. Permite el ingreso de luz natural y cuenta con un sistema de ventilación. Los expertos afirman que es el más claro exponente de la dualidad del edificio con un estilo Beaux Arts combinado con elementos propios de la Revolución Industrial.
Es una estructura de hierro confeccionada con materiales traídos de acerías de Francia y Alemania, que contiene 1463 piezas de vidrio. La tarea consistió en el retiro de cada fragmento para restablecer el sellado con masilla que se hizo hace unas décadas y había quedado “pulverizado”, por lo cual se generaban filtraciones de agua hacia el interior.
Los trabajos de impermeabilización fueron clave en los dos subsuelos que registraban inundaciones debido al ingreso de agua de los pluviales de la Avenida de Mayo, que estaban dañados. Se picaron revoques y aplicaron capas sucesivas de materiales hidrófugos.
Por último, se espera que vuelva a sonar la sirena característica del diario La Prensa que avisaba a sus lectores sobre acontecimientos de relevancia, con sus tres bocinas ubicadas en la azotea y orientadas a toda la ciudad. El sonido es imponente, tanto que hay testimonios que aseguran que se escuchaba en barrios alejados de la zona del microcentro, incluso hasta la avenida General Paz.