Un libro destaca los hitos en el país del impulso a la conservación del suelo
Con motivo de celebrarse hoy el Día de la Conservación del Suelo, en homenaje al doctor Hugh Bennett, pionero de esta especialidad a nivel mundial, se presenta hoy el libro Conservación del Suel...
Con motivo de celebrarse hoy el Día de la Conservación del Suelo, en homenaje al doctor Hugh Bennett, pionero de esta especialidad a nivel mundial, se presenta hoy el libro Conservación del Suelo. Historia, Logros y Protagonistas, escrito por los ingenieros agrónomos Patricia Carfagno y Roberto Casas.
La obra busca rescatar información dispersa sobre las primeras experiencias en conservación de suelos en el país, consolidar principios que aún sustentan las prácticas actuales y rendir homenaje a los técnicos y profesionales que sentaron las bases de esta especialidad hace más de 80 años. Prácticas como la labranza subsuperficial, el manejo de rastrojos, la rotación de cultivos y el pastoreo rotativo ya eran promovidas por pioneros como el ingeniero Casiano Quevedo en la década del 40, y hoy siguen siendo esenciales.
El libro está estructurado en ocho capítulos que recorren los principales hitos de la conservación del suelo en Argentina. Incluye antecedentes históricos de erosión y acciones institucionales frente a crisis ambientales como las sequías del siglo pasado en la Región Pampeana Semiárida, que motivaron la creación en 1944 del Instituto de Suelos y Agrotecnia. Este organismo impulsó los primeros estudios sistemáticos y campañas educativas sobre la temática, sentando las bases de una política pública orientada a frenar la erosión hídrica y eólica.
Las visitas del doctor Bennett a la Argentina en 1950 y 1957 fueron determinantes para instalar el concepto de “conservación de suelos” en la opinión pública. A esto se sumó la creación del INTA en 1956, con un programa específico dedicado a conservar el potencial productivo de los suelos y recuperar áreas degradadas. Su primer coordinador, el ingeniero Antonio Prego, organizó equipos técnicos en todo el país que fortalecieron el desarrollo de tecnologías y capacitaciones en manejo de suelos.
Otro paso clave fue la creación de la Asociación Argentina de la Ciencia del Suelo (AACS) en 1958, a partir de la incorporación de científicos locales a la Sociedad Internacional de la Ciencia del Suelo. En 1964 organizó el Segundo Coloquio de Tecnología de Suelos, donde se delineó un Programa Nacional de Conservación de Suelos. Desde entonces, la AACS reúne a investigadores y técnicos comprometidos con la protección del recurso suelo.
ProductoresEl libro también destaca el surgimiento de organizaciones de productores que promovieron activamente la conservación desde la experiencia en el campo. En 1957 nació CREA, con el objetivo de aplicar técnicas que restauraran la fertilidad del suelo, y en 1989 se fundó Aapresid, que promovió la siembra directa y consolidó un modelo productivo sustentable, revolucionando la agricultura argentina.
En cuanto al marco legal, los autores analizan el recorrido de iniciativas legislativas orientadas a la conservación del suelo, incluyendo la Ley Nacional N° 22.428, aún vigente aunque sin financiamiento. Pese a sus limitaciones, esta norma fue crucial para expandir la tecnología conservacionista, capacitar técnicos y fomentar leyes provinciales, como las de Entre Ríos y Córdoba, que hoy sostienen políticas activas en el tema.
También se recuerda la creación del Centro para la Promoción de la Conservación del Suelo y el Agua (Prosa) en 1984, en el ámbito de la Fundación para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Fecic). Bajo el impulso del ingeniero Prego, Prosa articuló una red informal de conservacionistas de todo el país, integrando a instituciones públicas, privadas y profesionales independientes.
Finalmente, los autores esperan que esta obra sirva para mantener viva la memoria de las razones que llevaron a tomar conciencia sobre la erosión y degradación del suelo, y para revalorizar principios y prácticas que siguen siendo esenciales frente a desafíos actuales. “Hoy sabemos cuáles son las consecuencias de no actuar —afirma el texto—. Apliquemos los conocimientos que nuestros maestros nos legaron”.
El libro se presentó en la sede de la Fecic, Moreno 431, CABA.