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Tiene parálisis cerebral y sufrió 3 paros cardíacos, pero se recibió de médico: “El día que me entregaron el título fue inolvidable”

Muchas veces, la vida nos dice que no podemos hacer tal o cual cosa, que no es posible trabajar en lo que amamos o cumplir nuestros sueños. Pero la realidad es que la perseverancia, la persistenci...

Tiene parálisis cerebral y sufrió 3 paros cardíacos, pero se recibió de médico: “El día que me entregaron el título fue inolvidable”

Muchas veces, la vida nos dice que no podemos hacer tal o cual cosa, que no es posible trabajar en lo que amamos o cumplir nuestros sueños. Pero la realidad es que la perseverancia, la persistenci...

Muchas veces, la vida nos dice que no podemos hacer tal o cual cosa, que no es posible trabajar en lo que amamos o cumplir nuestros sueños. Pero la realidad es que la perseverancia, la persistencia y tener una misión tienen un poder transformador que muchas veces pueden torcer el destino. No importa cuántas veces te digan que no, lo importante es seguir adelante porque esas ganas y ese esfuerzo constante es lo que abren caminos donde nadie veía posibilidades. Cada paso, por pequeño que parezca, es una victoria que nos acerca a vivir la vida que queremos, demostrando que los límites existen solo para ser superados. En esa lucha cotidiana está la chispa de la esperanza y la inspiración para todos los que buscan un lugar donde brillar.

Wenceslao “Wenchy” Moreno es una de esas tantas personas que con su actitud, propósito de vida, apoyo y el amor incondicional de sus seres queridos se transformó en referente de esos que, aún en los momentos más complejos, jamás claudican y siempre van hacia adelante.

Sufrió tres paros cardíacos

El embarazo de su mamá, relata “Wenchy”, transcurrió con total normalidad hasta el momento del parto, cuando surgieron complicaciones: hubo falta de oxígeno y, en Neonatología, sufrió tres paros cardíacos que marcaron un desafío inesperado en su vida, pero que no definieron su capacidad de ser y de soñar.

“Tengo una parálisis cerebral (PC) con afectación de los cuatro miembros, con espasticidad, distonía y mioclonía. ¡Un poco de todo! jaja. En mi caso afecta, principalmente, el tono muscular y, a su vez, movimientos involuntarios. De ahí mis ´temblores´ en los miembros superiores”, explica.

Desde chico tuvo dificultades en la motricidad fina. Casi no escribía, lo que requirió docentes integradores en la escuela para ayudarlo con esa tarea y con la organización de cuadernos y carpetas. “En lo cotidiano, te condiciona hasta para vestirte, cortar la comida o no volcar todo lo que esté a tu alcance, jaja. Pero con el tiempo aprendí a compensar y a encontrar mis propias formas de hacer las cosas”.

Una operación de urgencia

A los ocho años, cuenta, lo operaron porque debían rotarle las caderas para poder caminar mejor. Le realizaron una cirugía ortopédica compleja para realinear las piernas hacia afuera. Sin embargo, la noche de la intervención, se lamenta, tuvo un movimiento involuntario que le sacó una cadera de lugar y debieron reintervenirlo de urgencia. Luego, pasó un mes y medio en cama, enyesado de pies a cintura. Fue un proceso largo y difícil, no solo para él, sino también para toda la familia.

“Después tuve que aprender a caminar de nuevo: pasé por la silla de ruedas, las muletas, hasta poder hacerlo por mis propios medios. Fue un proceso de mucha rehabilitación y paciencia, pero me enseñó el valor del esfuerzo, la constancia y la importancia de la contención familiar”.

Al preguntarle a “Wenchy” sobre en quienes se apoyaba durante su niñez, sin duda afirma que sus padres fueron los actores principales de la película, pero también hace hincapié en todo el círculo familiar que nunca le soltó las manos, además de colaborar en la logística con sus hermanas.

La secundaria, una nueva cirugía y la “sensación de normalidad”

“Mi familia se ocupó de que tuviera una infancia lo más natural posible. Lógicamente, requería apoyos y terapias, pero siempre se planteaba que todos teníamos dificultades y que cada uno recibía la ayuda que necesitaba. En la escuela, los maestros integradores me ayudaban a organizarme, y en casa me animaban permanentemente a reforzar la motricidad con terapias o ejercicios”.

La secundaria queda en su memoria como un tiempo lleno de cariño y crecimiento. Ya instalado en Rosario, pudo construir un grupo de amigos queridos que aún hoy forman parte de su vida, lo que le brindó un apoyo esencial. En cuanto a su patología, para ese momento ya no necesitaba tantas terapias ni un seguimiento médico constante; una cirugía, aunque importante, fue exitosa y no tan compleja. Este contexto le dio la oportunidad de vivir su adolescencia con una “sensación de normalidad”, permitiéndole abrazar esa etapa con esperanza y confianza en su propio camino.

“Empecé a abrirme del círculo escolar, a conocer otra gente, y eso me costaba un poco más. Prefería evitar situaciones en las que debía conocer chicas, me ponía nervioso y era peor, jaja. Siempre preferí los planes de asado, la Play, lo más íntimo. Nunca fui a un boliche”.

¿Por qué quiso ser médico?

Como lo hace notar en cada respuesta, charla y en la cotidianeidad misma, el humor fue y es clave en la vida de “Wenchy”, lo que representa un recurso valioso y una verdadera fortaleza humana frente a la adversidad que le permite mantenerse en pie y no derrumbarse. Más que solo una forma de entretenimiento, el humor potencia la resiliencia, facilita una mente flexible y mejora la capacidad para resolver problemas.

En Quinto Año del colegio, cuenta, su mejor amigo le contó que iba a estudiar Medicina y a él le quedó resonando esa idea en su cabeza. “Busqué información en Internet sobre la carrera, las especialidades y ahí lo decidí: quería ser neurólogo. Cuando se lo conté a mi mamá, me dijo que de chico ya decía que quería ser médico, que quería ´estar del otro lado del escritorio´. No lo recordaba, pero seguramente haber pasado tanto tiempo en consultorios y salas de espera, influyó”.

“Sentí que todos esos años de esfuerzo habían valido la pena”

Para “Wenchy”, la cursada fue un desafío inmenso, especialmente porque ya no contaba con un maestro integrador ni con el reconocimiento que había tenido en la escuela. Se encontró en la necesidad de valerse por sí mismo, en un entorno nuevo y, a veces, solitario. Sin embargo, tuvo la fortuna de encontrar compañeros solidarios que no dudaron en tenderle una mano, compartir sus apuntes y formar grupos de estudio. Gracias a esos vínculos y a la generosidad de esas personas, no solo pudo avanzar en sus estudios, sino también crear amistades profundas que le brindaron apoyo emocional.

“El día que me entregaron el título fue Inolvidable. Fue en un momento muy particular: 2020, plena pandemia. Mi familia no pudo estar presente en la entrega, pero la ceremonia fue simbólica. Para mí, fue cerrar un círculo enorme. Pensé en mi infancia, en mis viejos, en cada persona que me acompañó. Sentí que todos esos años de esfuerzo habían valido la pena”, se emociona.

Pilar, su esposa, fue y es un pilar, valga la redundancia, fundamental en estos últimos tiempos. “Es quien me contiene, me baja a tierra porque hay que estar con alguien como yo, jaja. Vivo a mil y siempre tengo un desafío nuevo por delante".

“Somos muy compañeros. Hoy compartimos también esta nueva faceta de comunicar en redes y dar charlas. Ella me ayuda mucho con la gestión de todo. Así que somos esposos y socios, jaja”.

“Wenchy” es residente de Neurología. Trabaja en un hospital público, algo que lo apasiona y le llena el corazón de orgullo. Además, le gusta mucho el consultorio. Intenta que sus pacientes se sientan escuchados y comprendidos porque está convencido que la empatía no se enseña con un libro, sino que se construye en el trato diario.

¿En qué momento sentiste que la PC no te definía?

Cuando entendí que la discapacidad es una característica, no una identidad. No soy “el chico con parálisis cerebral”. Soy Wenchy: médico, esposo, amigo y muchas cosas más. La discapacidad forma parte de mi historia; sin dudas me condicionó, pero no me define.

¿Por qué decidiste contar tu historia en las redes?

Cuando me recibí, mi historia se viralizó mucho en los medios, y estuvo buenísimo. Pero también me hizo preguntarme: ¿por qué yo? ¿Por qué no es común que las personas con discapacidad estudien y se profesionalicen? En ese momento estaba abocado a la residencia y no tenía tiempo, pero el año pasado pude organizarme mejor y busqué un equipo de comunicación, porque sentía que hacía falta mostrar otro enfoque en redes, hacerlo con cuidado y responsabilidad. Hay muchos mitos, estereotipos y miradas de lástima sobre la discapacidad. Quise usar mi voz para informar, inspirar y romper prejuicios, desde mi lugar como médico y como persona con discapacidad.

No busco mostrar mi historia como un ejemplo, sino como un motor para otros. Y descubrí que este mensaje de resiliencia también llega a muchas personas sin discapacidad que atraviesan momentos difíciles. En tiempos tan complejos, se hace necesario encontrar voces y espacios que motiven.

¿Qué objetivos tenés?

Lo principal es terminar la residencia de Neurología y seguir creciendo en la profesión.

También disfruto este rol de comunicar sobre discapacidad y me encantaría escribir un libro. Me di cuenta de que, a veces, uno también “sana” desde la palabra, y estos encuentros con la gente son muy valiosos.

Otro sueño que tenemos con Pilar es ampliar la familia. Me encantaría ser papá, me encantan los chicos y sé que vamos a formar un gran equipo. Pero bueno, eso será más adelante, cuando termine la residencia.

¿Qué mensaje le darías a alguien que tiene una discapacidad y no sabe cómo salir adelante?

Que no se quede con lo que le dijeron que “no puede”. Que busque apoyos, que se rodee de gente que crea en él: familia, profesionales, amigos. El camino no es fácil, pero se puede construir una vida plena, a su manera. No se trata de negar las dificultades, sino de transformarlas y potenciarlas.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/tiene-paralisis-cerebral-y-sufrio-3-paros-cardiacos-pero-se-recibio-de-medico-el-dia-que-me-nid14112025/

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