Temporada: la impresionante experiencia de visitar el glaciar Perito Moreno en las noches de Luna llena
GLACIAR PERITO MORENO.- La luz crepuscular dibujaba las nacientes del glaciar Perito Moreno. Desde las pasarelas, un puñado de visitantes eran protagonistas privilegiados de la noche: después de ...
GLACIAR PERITO MORENO.- La luz crepuscular dibujaba las nacientes del glaciar Perito Moreno. Desde las pasarelas, un puñado de visitantes eran protagonistas privilegiados de la noche: después de un par de décadas, el Parque Nacional Los Glaciares reabrió sus puertas para las visitas nocturnas, pero lo hará solo cuando haya Luna llena.
“Las luces son otras, los sonidos son otros, los colores son otros y la gente también, por lo que acabo de ver, porque es la primera vez que vengo guiando un grupo de noche, todo se predispone de otra manera”, detalla Silvia Contreras, guía de turismo del parque. Ella llevó a uno de los primeros grupos a las pasarelas el 5 de noviembre pasado, la noche en que la superluna más grande y luminosa del 2025 brilló con más intensidad al coincidir con su punto más cercano a la Tierra.
Glaciar Perito MorenoDespués de dos décadas sin poder acceder al Parque Nacional Los Glaciares, de noche, la semana pasada, se desarrolló la prueba piloto de una vieja nueva excursión: visitar al glaciar Perito Moreno desde las pasarelas, solo que ahora se lo podrá hacer a través de agencias y durante las noches de luna llena. Se trata de un producto solicitado por las agencias que necesitaba de la autorización y apoyo logístico de las autoridades de la Administración de Parques Nacionales.
El acceso solo será posible a través de una excursión, que para esta temporada tiene una tarifa general de $140.000, con un descuento del 50% para los residentes.
El intendente del parque, Horacio Pelozo, sostuvo a LA NACION que el objetivo de este recorrido nocturno es , “generar nuevos espacios de visitación dentro del parque”.
Cuenta Contreras a LA NACION que para hacer este tipo de excursión los guías deberán sumar ahora información sobre los cielos nocturnos y los ciclos de la luna. “Sabemos que los cielos y el clima patagónico cambian muchísimo. Entonces, el que vende la excursión debe explicarlo claramente para que la gente que haga la excursión sepa qué puede ver”, explicó.
La condición que no se negocia es que la visita se debe contratar a través de agencia, y exige un mínimo de un guía cada veinte pasajeros. La excursión se inicia en El Calafate, distante a 76 km de las pasarelas. Hay paradas en los miradores camino al Parque Nacional para arribar una hora y media después al glaciar.
En esta época del año, la noche se demora en llegar, por tal razón el ingreso al parque se realiza cuando la luz está a punto de escabullirse. Es obligatorio portar una linterna y no despegarse del guía, los cientos de escalones y el bosque que se asoma entre las pasarelas empiezan a borrar las huellas de luz. Solo el glaciar se adivina majestuoso.
“Poder garantizar la seguridad de los pasajeros es el principal desafío. Caminar de noche aquí, trae otros desafíos”, explica a LA NACION el guardaparque Pablo Contreras, jefe de la seccional Moreno quien tiene su vivienda oficial a pocos metros de allí.
La noche caía sobre el glaciar. El cielo estrellado y oscuro resaltaban los hielos eternos que pintaban las altas cumbres. Las linternas de luces blancas o rojas le daban cierto aspecto de excursión escolar a la visita. A lo lejos, arriba y abajo, las linternas aparecían como luciérnagas perdidas en la inmensidad. Sin embargo algo seguía llamando la atención: todos hablaban en susurros, quizás como si nadie quisiera despertar al gigante blanco dormido.
Todas las agencias pueden comercializar la experiencia que tiene previsto una permanencia de tres horas frente al glaciar. Para promocionarla en la zona la filial local de la Asociación Argentina de Agentes de Viajes y Turismo, Aaavyt y la Aguisac, la entidad que nuclea a los guías de turismo, organizaron un sorteo por redes sociales entre la población de El Calafate para que veinte vecinos tengan la oportunidad de acceder. Proyectan repetirlo cada mes.
“Es una vieja idea que hace tiempo las agencias queríamos repetir, entendíamos que debía hacerse con un marco de seguridad. Creemos que es una excursión que llegó para quedarse”, afirma Gisella Martínez, la presidenta local de la Aaavyt.
Los presentes — tanto locales como turistas- coincidieron que se respiraba un ambiente de paz y calma, muy distinto a las bulliciosas excursiones diurnas. La invitada principal demoró en llegar: la guía explicó que era el día del perigeo, el punto más cercano de su órbita elíptica alrededor de la Tierra. Esta cercanía hace que el disco lunar se observe ligeramente mayor y más brillante que en otras lunas llenas.
La espera se matizó con termos de bebida caliente y contemplación. Los sonidos nocturnos del bosque eran otros. Todos caminaban despacio, adivinando el próximo escalón. La oscuridad era casi absoluta, solo interrumpida por las luces frontales o el resplandor de los celulares.
Cerca de las 23, el glaciar empezó a mostrar una franja clara entre sus pliegues: era la luna, que si bien aún no se veía en el cielo, coloreaba con su luz el hielo.
Yanina Martin, directora de Promoción Turística de la municipalidad, nacida en El Calafate, aseguró que pese a haber ido tantas veces, no recordaba haber estado de noche en el glaciar. “La experiencia es increíble”, afirmó.
Por si hiciera falta, pasó una estrella fugaz: los expertos aseguraron que su presencia coincidía con el inicio de lluvias de meteoros, -entre ellas las Táuridas del Sur y las Leónidas-, que forman parte del calendario astronómico más esperado del mes.
Durante el camino de vuelta a El Calafate, entre los picos de las montañas, la luna asomaba, rutilante y esplendorosa.