Son de Mar del Plata, crearon un mate sustentable que se hace con yerba y lo exportan al mundo
En un país donde el mate es una extensión de la mano y una excusa constante para el encuentro y la conversación, desde la costa argentina surgió una alternativa sustentable y original para apor...
En un país donde el mate es una extensión de la mano y una excusa constante para el encuentro y la conversación, desde la costa argentina surgió una alternativa sustentable y original para aportar a este ritual sagrado. Changüi es un emprendimiento gestado en Mar del Plata por dos jóvenes diseñadores industriales, Joaquín De Tomaso (32) y Tomás Zaragoza (27). Por un camino que no surgió como tal, encontraron una meta que no se habían propuesto: fabricar mates robustos y sofisticados a partir del descarte de la propia yerba mate.
La ronda creativaChangüi nació de un momento de incertidumbre. A fines de 2019 Joaquín se recibió de diseñador industrial. Se imaginaba trabajando en un estudio, pero llegó marzo de 2020, llegó la pandemia y el aislamiento. Los planes cambiaron.
Joaquín y Tomás, a quienes el destino y un grupo de amigos en común los había unido en la facultad, comenzaron a investigar materiales de descarte. La primera idea fue diseñar una taza de café para un negocio local, inspirados en una empresa australiana de 2010 que hacía tazas con borra de café.
“Estábamos yendo por ahí, queriendo adaptar algo de afuera acá y, de alguna manera, no dábamos pie con bola”, recuerda Joaquín. Pero, como una epifanía, en algo tan simple como una ronda de mates, Tomás vació la yerba usada, miró el descarte y lanzó la pregunta clave: “Che, ¿y si lo hacemos con yerba?”.
Ese pensamiento desató una búsqueda frenética y la certeza inmediata de que, ahora sí, estaban encaminados.
Habían encontrado la versión local de aquella idea australiana que querían adaptar para desarrollar en Argentina.
Más allá del círculoUno de los pilares más interesantes del proyecto Changüi es su enfoque riguroso y contraintuitivo de la sustentabilidad.
A diferencia de muchos productos modernos que se promocionan como “biodegradables” o “compostables”, el equipo marplatense decidió ir por el camino de la durabilidad extrema.
Para Joaquín, el problema del cambio climático y la contaminación no se resuelve con objetos que se degradan rápidamente, sino con un cambio de hábito en el consumo.
“Yo quiero algo que vos lo compres una vez, no se te rompa, te dure. Si lo dejás de usar es porque vos ya no lo querés usar, no porque se te rompió, tuviste que comprar otro”, explica el diseñador.
Esta filosofía se inspira en objetos históricos: si un cuchillo fabricado en 1940 sigue en uso hoy, se produjo una sola vez, sin necesidad de gastar más energía, más material o dejar más huella de carbono para reemplazarlo.
Changüi apunta precisamente a esto: producir el mate una sola vez para que el usuario pueda disfrutarlo por muchísimos años. De esta forma, aunque el descarte de la yerba que utilizan tenga que viajar más de mil kilómetros desde Misiones hasta Mar del Plata, la lógica de la durabilidad compensa esa huella de carbono inicial.
“Si nosotros tiramos millones de kilos , estamos usando energía, estamos usando huellas de carbono para traer los materiales”, asegura Joaquín, señalando que los productos compostables pierden la lógica de la sustentabilidad si obligan al consumidor a comprar un reemplazo cada 60 días.
De basura industrial a diseño patentadoEl desafío inicial fue lograr la fórmula para solidificar el polvo de la yerba mate. Durante el proceso de molienda y zarandeado, las grandes empresas yerbateras generan importantes cantidades de descarte, principalmente polvo y palo. Aunque la ley establece límites sobre la cantidad de polvo permitida por kilo (no más del 35%), en la práctica, este excedente suele terminar “tirado o en basurales o en quemas” en muchos casos.
Tras enviar cerca de 200 correos electrónicos a distintos actores de la industria, el equipo de Changüi encontró la respuesta: una marca de blends de yerba, consciente y comprometida con el medioambiente, llamada Fronteras.
Se trata de una cooperativa agroecológica que trabaja en Misiones y, a diferencia de los grandes productores, guardaba el polvo de descarte porque, por ley, no podían tirarlo, pero tampoco tenían un destino para él.
Esta alianza resultó fundamental, no solo por la provisión de la materia prima principal, sino por el valor agregado de la agroecología. Fue un win-win.
Trabajar con yerba mate agroecológica garantiza que la planta no esté expuesta a químicos, algo esencial ya que el mate se consume de forma directa, sin cocción ni lavado. Además, la cooperativa asegura un estacionamiento natural de 24 meses y, en algunos casos, un ahumado natural, características que, según el propio Joaquín, brindan una calidad superior a la yerba tradicional de góndola.
Con la materia prima asegurada, el siguiente paso fue desarrollar la fórmula junto a un proveedor especializado en polímeros. Este proceso culminó con la patente del material, un logro que llevó cuatro largos años de gestiones legales, finalizando a fines del año pasado.
Diseño modular y estética naturalEl producto estrella de Changüi es el mate, que evolucionó desde un modelo pequeño e individual (ideal para el confinamiento, el consumo no compartido y el home office) hasta el actual Mate Grandote.
El atractivo estético, que conecta directamente con la naturaleza, reside en la materialidad orgánica del producto. Para los fundadores, es clave que el mate no sea un objeto desechable, sino un “amuleto” que se cuida y se lleva con uno.
Además, el diseño de los mates es completamente modular, un factor clave para su sustentabilidad: “Podés sacar la base de madera, podés sacar el metal. El packaging en el que viene también es del cartón biodegradable con tintas al agua, las tapas de metal se sacan, entonces lo podés reciclar”.
Joaquín está desarrollando un sistema para que los mates rotos (por ejemplo, los que se cayeron por una escalera o fueron atropellados por un auto, casos que a veces les reportan los clientes) puedan ser reprocesados y transformados en un nuevo producto, demostrando así la verdadera circularidad.
Un capricho floralPeriódicamente, los jóvenes diseñadores exploran el uso de otras materias primas naturales, como las flores secas. La Cápsula Primavera - Edición Especial, por ejemplo, se fabrica incorporando pétalos de flores secas dentro del material. Este proceso, que el equipo denomina un “capricho” por el tiempo y el detalle que conlleva (tardan cerca de dos meses en fabricar cada tanda), les permite jugar con la materialidad de forma artística.
En una de sus ediciones florales, lograron que los pétalos separados por un florista de Mar del Plata se vieran claramente incrustados, creando un efecto visual espectacular. Esta dedicación a la estética natural y la experimentación con elementos botánicos reafirma la pasión de Changüi por un diseño vinculado a la riqueza de la tierra.
De Mar del Plata al mundoLo que comenzó en Mar del Plata como una changuita de dos amigos en plena pandemia, hoy se proyecta internacionalmente. Changüi, si bien conserva la impronta inicial de ser un emprendimiento pequeño y “muy entre amigos”, ya exporta sus mates.
Hicieron alianzas estratégicas para distribuir sus productos en Estados Unidos, Europa, partes de Centroamérica y, en un guiño al origen de su inspiración, ¡hasta en Australia!
Con la mente puesta en el futuro, Joaquín y Tomás no solo buscan expandir su catálogo de diseños, sino también compartir su conocimiento. Planean dictar talleres (como el que darán próximamente en la Expo Agua en Chubut) para enseñar el proceso de creación de mates, fomentando así la conciencia sobre la materialidad y la sostenibilidad.
Changüi demuestra que el diseño, cuando se alía con la conciencia ecológica y la inventiva argentina, puede transformar incluso el descarte más humilde en un objeto de deseo y de larga vida, un verdadero tesoro para los amantes de la naturaleza y del buen mate.
 
 