Secretos de longevidad: el menú de la mujer que vivió 117 años
Emma Morano, una italiana proveniente de la región de Piamonte, se convirtió en una figura mundial al ...
Emma Morano, una italiana proveniente de la región de Piamonte, se convirtió en una figura mundial al vivir 117 años, siendo reconocida como la última persona viva nacida en el siglo XIX. Falleció el 15 de abril de 2017, tras una vida marcada por profundas transformaciones históricas y personales. En diversas entrevistas, Morano atribuyó su extraordinaria longevidad a dos pilares fundamentales que cultivó con férrea disciplina: una dieta estricta y la controvertida decisión de mantenerse alejada de los hombres tras un matrimonio traumático. Su historia se volvió un referente de resiliencia y peculiaridad.
Su singular régimen alimenticio, iniciado después de la Primera Guerra Mundial tras ser diagnosticada con anemia, consistió en el consumo diario de tres huevos, dos de ellos crudos. Este hábito lo mantuvo con sorprendente constancia durante 90 años de su vida, aunque en sus últimos años de existencia lo redujo a dos unidades por recomendación médica.
Complementaba esta peculiar ingesta con una bebida alcohólica tradicional italiana, la grappa, que preparaba ella misma con una receta específica. “Como tres huevos al día y para hacer la digestión bebo la grappa que preparo yo misma: la meto en un frasco con siete hojas de salvia, un racimo de ruda y unas uvas. Luego la bebo con una cuchara”, explicó la centenaria mujer sobre su costumbre, que para ella fue una de las claves para alcanzar tan avanzada edad.
Más allá de la dieta, Morano destacó su elección de permanecer soltera como un factor determinante de su longevidad. Su única experiencia matrimonial, ocurrida cuando tenía 26 años, fue el resultado de una imposición brutal. “Era alguien de aquí, del lago. No quería casarme con él, pero él me obligó. Vivíamos en el mismo patio y un día envió a su madre a llamarme”, relató a La Stampa en 2011 sobre el inicio de esa unión forzada. “Fui allí y me dijo si te conviene, puedes casarte conmigo, si no, te mato. Tenía 26 años. Me casé”, recordó con crudeza.
La relación finalizó en 1938, un año después de la trágica pérdida de su único hijo a los seis meses de nacido. Desde ese momento, Emma optó por no volver a casarse porque, según sus propias palabras, “no quería ser dominada por nadie”. Esta decisión de independencia y autonomía la mantuvo por el resto de sus años, una elección que, en un país como Italia, donde la esperanza de vida ronda los 84 años, resulta aún más notable y controversial.
A lo largo de sus 117 años, Emma Morano fue testigo de innumerables y trascendentales acontecimientos históricos: dos guerras mundiales, cambios de pontífices, el vertiginoso desarrollo tecnológico y más de 90 gobiernos italianos. Pese a que su vida se extendió por más de un siglo, estuvo marcada por momentos difíciles y dolorosos, como la temprana muerte de su hijo y la traumática experiencia de su primer matrimonio.
La genética también podría haber jugado un rol fundamental en su excepcional longevidad, ya que su madre vivió hasta los 91 años y varias de sus hermanas superaron el centenario. Así, la vida de Emma Morano se erige como un singular ejemplo para aquellos que aspiran a una existencia prolongada, fusionando hábitos alimenticios poco convencionales con una firme voluntad personal y un notorio sentido de la independencia.
Este contenido fue producido por un equipo de LA NACION con la asistencia de la IA