Reseña: La azotea, de Fernanda Trías
Casi nunca resulta visible esa instancia liminar en que la locura empieza a pedir que se la reconozca por su nombre. Lo más probable es que nos tome desprevenidos, y que al momento de advertir el ...
Casi nunca resulta visible esa instancia liminar en que la locura empieza a pedir que se la reconozca por su nombre. Lo más probable es que nos tome desprevenidos, y que al momento de advertir el gesto, la cuña, el deslizamiento, ya sea demasiado tarde.
Clara, la protagonista de La azotea, la novela con que la uruguaya Fernanda Trías (Montevideo, 1976) hiciera su debut literario en 2001 y que recién ahora se edita en la Argentina, decide abandonar todo para ir al rescate de un padre que, con la muerte de su mujer, parece haber quedado a la deriva. Julia ha sido víctima de un accidente despiadado, y aunque Clara no haya intervenido directamente en la desaparición física de quien fuera su madrastra empieza a creer que, de tanto haberla deseado, quizá deba apropiarse al fin y al cabo de parte del crédito.
¿Es ese el momento, entonces, el del convencimiento o la sugestión, el disparador silencioso que pone en marcha un mecanismo irreparable?
“Es increíble pensar que tuve una vida antes que esta, un trabajo, una casa, de los que sin embargo no recuerdo nada. Para mí la verdadera vida empezó con la muerte de Julia”, rememora Clara desde un presente neblinoso, y acaso esa última frase lo diga todo. Porque aquello que se inició como un salvataje, un compromiso desmedido pero en última instancia producto del amor filial, se materializa en un vínculo enfermizo en el que la hija que recupera al padre intuye que el único modo de no perderlo otra vez, es decir de mantenerlo vivo, es volver a compartirlo, utilizando para ello la única carta de la que todavía dispone: darle un hijo. No un nieto, se entiende, sino un hijo propio, para ser una familia otra vez.
La azotea es una novela sobre el encierro. El de esos dos seres sin rumbo –tres con el omnipresente canario, cuatro cuando nace la pequeña Flor– en un departamento en el que cada vez disponen de menos recursos para sobrevivir, en el que las condiciones son cada vez más precarias aunque a Clara, sí, le quede la chance de asomarse a las alturas a coquetear con la libertad y al mismo tiempo con la tentación de acabar con todo.
A pesar de ciertas decisiones argumentales bastante arbitrarias, de esas que le demandan al lector una fe casi ciega, la escritura de Frías posee una intensidad inusual, y es ella un imán que la acerca tanto a la concentración explosiva de Ariana Harwicz como al imaginario opresivo de Gustavo Ferreyra, dos abanderados de la sordidez. Una escritura y un universo que en más de un sentido representan apuestas extremas; en la minucia distorsiva de la vida de sus protagonistas, en el desajuste volcánico de la consciencia de su narradora, no hay espacio siquiera para el rumor de algo que se asemeje a la esperanza.
La azotea
Fernanda Trías
Marciana
132 páginas
$ 24.000
Fuente: https://www.lanacion.com.ar/ideas/resena-la-azotea-de-fernanda-trias-nid16082025/