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Qué es el doomscrolling, la práctica tóxica que puede estar dañando tu cerebro

Hay un momento en el que uno se da cuenta de que lleva veinte minutos leyendo titulares sobre guerras, crisis, catástrofes o escándalos, sin haber aprendido nada nuevo. Ese impulso de seguir desl...

Qué es el doomscrolling, la práctica tóxica que puede estar dañando tu cerebro

Hay un momento en el que uno se da cuenta de que lleva veinte minutos leyendo titulares sobre guerras, crisis, catástrofes o escándalos, sin haber aprendido nada nuevo. Ese impulso de seguir desl...

Hay un momento en el que uno se da cuenta de que lleva veinte minutos leyendo titulares sobre guerras, crisis, catástrofes o escándalos, sin haber aprendido nada nuevo. Ese impulso de seguir deslizando —aun cuando el cuerpo pide parar— tiene nombre: doomscrolling.El término combina doom (fatalidad) y scrolling (desplazarse) y describe la tendencia a consumir de forma compulsiva información negativa o alarmante. Lo hacemos por curiosidad, ansiedad o la sensación de que necesitamos “estar al tanto”, pero lo que en apariencia es información, en realidad activa circuitos cerebrales similares a los de una adicción.

Cómo funciona el cerebro durante el doomscrolling

El cerebro humano tiene un sesgo de negatividad: procesa con mayor intensidad la información amenazante que la positiva. En contextos digitales, donde abundan titulares diseñados para captar atención, ese sesgo se amplifica y dispara una respuesta automática de alerta. Estudios de neurociencia (Harvard Medical School) explican que al consumir noticias negativas, la amígdala cerebral se activa y libera cortisol, la hormona del estrés, mientras la corteza prefrontal —encargada del control racional— reduce su actividad.

A la vez, un estudio realizado por la University Hospotals, demostró que cada nueva noticia o publicación desencadena una pequeña liberación de dopamina, la misma sustancia que interviene en los mecanismos de recompensa. Es decir: aunque la experiencia sea desagradable, el cerebro la asocia con “algo nuevo” y quiere más. Con el tiempo, esos circuitos se refuerzan por repetición: cuanto más se doomscrollea, más automático se vuelve el gesto de abrir el teléfono y buscar lo negativo (Freedom Research Lab).

Doomscrolling: lo que muestran los estudios

Un análisis publicado en Personality and Individual Differences examinó a más de 800 adultos y encontró que el doomscrolling está asociado con mayor ansiedad, depresión y menor bienestar subjetivo. Otra investigación, de la Universidad de Oklahoma, observó que las personas con alta intolerancia a la incertidumbre son más propensas a caer en este patrón de consumo, mientras que la resiliencia psicológica actúa como factor protector.

Por otro lado, un estudio de 2024 sobre los efectos cognitivos del uso excesivo de pantallas encontró que la exposición constante a estímulos fragmentados deteriora la atención sostenida y la memoria de trabajo, fenómeno que algunos investigadores ya vinculan con el concepto popular de brain rot. Por su parte, un trabajo del Journal of Media Psychology advirtió que las personas que dedican más de una hora diaria a consumir noticias negativas reportan un aumento del 30% en síntomas de ansiedad frente a quienes se informan solo una vez al día.

Cómo impacta en la salud mental

Más allá de lo que ocurre en el cerebro, el doomscrolling deja una huella clara en la manera en que pensamos, sentimos y nos vinculamos con el entorno. Las personas que lo practican con frecuencia describen una mezcla de agotamiento emocional, irritabilidad y una sensación de estar siempre “al borde” de algo. Ese estado de alerta crónica puede generar lo que los psicólogos llaman fatiga informativa: una saturación mental que vuelve difícil procesar datos nuevos o distinguir lo relevante de lo accesorio.

Diversos estudios señalan que esta exposición constante a lo negativo alimenta pensamientos catastrofistas y una visión distorsionada del mundo. Cuando las noticias más visibles son tragedias, conflictos o escándalos, el cerebro termina asumiendo que la realidad entera funciona bajo esa lógica. Esa percepción incrementa la ansiedad y puede derivar en un círculo de desconfianza o desesperanza que, paradójicamente, nos empuja a buscar aún más información.

También se observan efectos conductuales: dificultades para desconectarse, alteraciones del sueño y una marcada reducción del bienestar subjetivo. No se trata solo de estrés; es un tipo de cansancio emocional más profundo, donde la mente se siente saturada y el cuerpo, inquieto. Algunos trabajos incluso vinculan el doomscrolling con una menor capacidad de disfrutar experiencias cotidianas, ya que la atención permanece anclada en la próxima actualización o en la próxima alarma

Qué podés hacer para cortar el cicloFijar horarios para informarte. Limitar el consumo de noticias a momentos concretos del día reduce la exposición constante.Evitar leer titulares negativos antes de dormir. La excitación emocional nocturna interfiere con la calidad del descanso.Curar tus fuentes. Seguir medios confiables y evitar portales sensacionalistas disminuye el sesgo de negatividad.Alternar con contenidos positivos o educativos. Equilibrar el feed ayuda a recalibrar la percepción del mundo.Practicar pausas sin pantalla. Leer en papel, caminar o simplemente dejar el celular lejos por unos minutos restablece el control atencional.Entrenar la resiliencia emocional. Estudios muestran que la meditación y el mindfulness fortalecen la tolerancia a la incertidumbre.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/que-es-el-doomscrolling-la-practica-toxica-que-puede-estar-danando-tu-cerebro-nid29102025/

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