Protesta de pilotos en Aeroparque: quejas y dudas de los pasajeros por las demoras de vuelos
A las seis de la mañana, el hall de Aeroparque Jorge Newbery estaba casi vacío. Las luces blancas se reflejaban en el piso húmedo y el sonido de las valijas se mezclaba con el eco de los primero...
A las seis de la mañana, el hall de Aeroparque Jorge Newbery estaba casi vacío. Las luces blancas se reflejaban en el piso húmedo y el sonido de las valijas se mezclaba con el eco de los primeros anuncios. Afuera llovía sin pausa; adentro, la calma tenía el tono tenso de los días en los que algo no funciona del todo. En los mostradores de Aerolíneas Argentinas, los empleados revisaban pantallas y conversaban en voz baja, mientras los pocos pasajeros presentes se acercaban a consultar con cautela.
A esa hora recién comenzaba la asamblea convocada por la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA), que se extendería hasta las diez. La medida afecta a cerca de 60 vuelos y 7000 pasajeros.
Los primeros viajeros en llegar se encontraron con un aeropuerto diferente: silencioso, con filas inexistentes y pantallas que, por el momento, mostraban casi todo en verde. “Nosotros sabíamos que nuestro vuelo a Córdoba pasó para las 9.30. Me llegó el mail ayer, pero la verdad no confiábamos”, contó Lucas Domínguez, de 27 años, que viajaba junto a su amigo Franco.
“Nos quedamos pegados a la pantalla ante cualquier cambio. Encima no para de llover, y si no se retrasa por la asamblea podría ser por el clima”.
A las 6.40, el tablero marcó el primer cambio de la mañana: el vuelo de Aerolíneas Argentinas a Mendoza, que hasta minutos antes figuraba “en horario”, pasó a “Demorado”. Desde ese momento, las pantallas comenzaron a moverse con frecuencia. Para las 7.11, ya se veían varias demoras: un servicio a Río de Janeiro, dos a Jujuy, otro a Santiago del Estero, uno a Posadas y otro a Córdoba. El único vuelo de otra aerolínea afectado era uno de LATAM con destino a Santiago de Chile.
Para muchos, el cambio en las pantallas no fue una sorpresa: la mayoría ya había recibido anoche el mail de reprogramación y llegó al aeropuerto sabiendo que su vuelo podía demorarse. Lo que encendió la inquietud fue otra cosa: en varios casos, el horario que figuraba en el tablero no coincidía exactamente con el del correo —a veces unos minutos, otras hasta una hora más— y eso obligó a volver a consultar en los mostradores. “A mí el mail me ponía 9.20, pero ahora en la pantalla figura 10.45; no sé cuál vale”, dijo Silvana Taberoa, pasajera a Posadas.
En paralelo, convivían quienes no habían recibido ningún aviso: “Llegué a las cinco y recién acá me enteré de la asamblea; no tengo mail y nadie me dice a qué hora salgo”, contó Ricardo Orellana, chileno, con pasaporte en mano.
Calma tensaDurante las primeras dos horas, la escena fue de calma tensa. El hall permanecía amplio y casi despejado, con grupos pequeños de pasajeros que esperaban frente a los mostradores y empleados que respondían sin apuro. Algunos consultaban si su vuelo seguía en horario; otros miraban las pantallas que empezaban a alternar entre el verde y el rojo. Afuera, la lluvia se intensificaba y los paraguas se acumulaban junto a las puertas de ingreso.
Pasadas las ocho, el panorama cambia por completo en el sector de embarque de Aerolíneas Argentinas en Aeroparque. Las filas frente a los mostradores 45 a 54 ocupan gran parte del corredor central de ese espacio y, aunque crecen minuto a minuto, casi no avanzan. Los pasajeros, con camperas empapadas y mochilas, observan las pantallas en busca de señales y conversan entre ellos tratando de confirmar horarios. Se escuchan comentarios cruzados, preguntas a los empleados y el ruido de las valijas que se arrastran sobre el piso mojado. Afuera, la lluvia aumenta y los autos avanzan con lentitud por la dársena principal. Adentro, la gente ocupa su lugar en el sector de embarque: algunos permanecen de pie, otros sentados sobre las valijas, atentos a cada modificación en los tableros donde las demoras se multiplican.
El cambio no fue del tiempo, sino del ambiente. Hasta entonces, el movimiento en el aeropuerto era ordenado, pero a las 8.10 el tablero dio un vuelco: el vuelo de Aerolíneas Argentinas a Mar del Plata, que figuraba “en horario”, apareció repentinamente como “Demorado”. El cartel rojo encendido en la pantalla provocó un movimiento inmediato: los pasajeros que esperaban tranquilos levantaron la vista, se acercaron y comenzaron a murmurar entre sí. El sector, hasta ese momento contenido, se llenó de comentarios cruzados. “No es mi vuelo, pero ahora tengo miedo de que pase lo mismo con el mío”, dice Mariana Ortiz, que espera embarcar hacia Tucumán a las 9.50. “Estaba en horario, pero el de arriba en la pantalla acaba de cambiar a demorado. Y justo es de la misma aerolínea”.
Desde ese instante, el movimiento no se detiene. Los pasajeros se agrupan frente a las cintas azules de Aerolíneas Argentinas, los celulares levantados para mostrar los mails, las notificaciones o las reservas. Los empleados atienden con ritmo sostenido, responden consultas y piden calma. En cada monitor, las demoras se repiten: Santiago del Estero, Posadas, Mendoza, Mar del Plata y Córdoba, todos de la aerolínea estatal.
A la tensión por las demoras se suma el factor climático. Desde la madrugada llueve de manera continua y por momentos hubo actividad eléctrica en la zona, lo que obligó a reforzar las medidas de seguridad en pista. Desde Aeropuertos Argentina informan a LA NACION que “hay alertas rojas fluctuantes”, aunque aclaran que “los vuelos están saliendo con demoras mínimas”. Aun así, la combinación entre la asamblea y el mal tiempo genera un efecto dominó que se extiende entre los mostradores y retrasa parte de la programación matutina.
En paralelo, los pilotos continúan reunidos. La de hoy es la segunda jornada de medidas de fuerza en menos de una semana. APLA había confirmado que la asamblea se realizaría entre las 6 y las 10 de la mañana y que podría provocar demoras y cancelaciones en los vuelos programados durante ese lapso. El sindicato reclama mejoras salariales, cumplimiento del convenio colectivo, ascensos pendientes y respuestas sobre el mantenimiento de la flota.
En el comunicado difundido el día anterior, el gremio advirtió: “Ratificamos que mañana, viernes 24 de octubre, se llevará a cabo la asamblea en el Aeroparque Jorge Newbery entre las 6:00 y las 10. Hasta el momento, Aerolíneas Argentinas continúa sin ofrecer respuestas a los reclamos presentados desde APLA en relación con salarios, ascensos, dotación y cumplimiento del CCT.
Además, en los últimos días se detectaron fallas en los motores de la flota B737, lo que dejó ocho aeronaves fuera de servicio. La falta de previsión empresarial no solo fue insuficiente para derivar vuelos a las otras dos flotas (A330 y EMB 190), sino que también obligó a recurrir a la competencia.
Esta situación afecta directamente la operación y provocará modificaciones en la programación de vuelos durante los próximos días. A pesar de los reiterados pedidos de solución, Aerolíneas Argentinas no ha brindado respuestas concretas a las demandas que venimos planteando desde hace meses.”
¿En horario?Mientras tanto, en el hall la actividad crece. “Lo que más desespera es no saber si vas a salir o no”, dice Florencia Barreiro, que viaja a Mendoza por trabajo. “Hace rato que mi vuelo dice en horario, pero viendo cómo cambian los de al lado ya no sé qué pensar”.
A pocos metros, un grupo de jóvenes se sienta en el piso, junto a sus valijas. Uno de ellos, Agustín Vera, de 22 años, espera volar a Salta. “Llegamos a las seis para evitar problemas, pero justo nos tocó la asamblea. Nos avisaron que sale a las diez, así que seguimos acá mirando las pantallas”.
A las nueve, el aeropuerto vibra con el murmullo constante de las conversaciones. Las pantallas permanecen encendidas, pero los horarios se mantienen iguales: los pasajeros miran una y otra vez, esperando algún cambio. Los embarques se abren de manera intermitente y la gente se reparte entre las filas y los pasillos. “Mi vuelo está para las 9.45, pero no me animo a alejarme ni para tomar un café”, dice Paula Herrera, que viaja a Córdoba. “Ves cómo cambian las pantallas y no sabés si en cinco minutos va a pasar lo mismo con el tuyo”.
La asamblea de APLA sigue en curso. Los representantes gremiales ratifican que la medida es consecuencia de la “falta de respuesta de la empresa y del Gobierno” y aseguran que los pilotos “permanecerán unidos para enfrentar los embates empresariales y gubernamentales”.
Falta menos de una hora para que finalice la asamblea, y Aeroparque todavía no recupera su ritmo habitual. Los embarques se reanudan de a poco, algunos vuelos despegan con demoras y otros esperan autorización. Afuera, la lluvia sigue cayendo; adentro, los pasajeros revisan los correos y las pantallas con la misma atención.
La mañana avanza entre paraguas, valijas y tableros que cambian de color. En una jornada marcada por el reclamo sindical y las condiciones meteorológicas, Aeroparque es una fotografía en movimiento: a las seis, el silencio; a las siete, las primeras demoras; a las ocho, la congestión; a las nueve, la incertidumbre. Y mientras los pilotos siguen reunidos, cada pasajero mira hacia la pantalla esperando lo mismo: que las letras rojas de demorado vuelvan, por fin, al verde del horario.