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Pistacho, trufa negra y nuez pecán: los secretos detrás de los productores que apuestan por cultivos no tradicionales

Con entusiasmo y visión de futuro, una nueva generación de productores rurales está transformando el mapa agropecuario argentino. Pistachos, trufas y nuez pecán son algunos de los cultivos que ...

Pistacho, trufa negra y nuez pecán: los secretos detrás de los productores que apuestan por cultivos no tradicionales

Con entusiasmo y visión de futuro, una nueva generación de productores rurales está transformando el mapa agropecuario argentino. Pistachos, trufas y nuez pecán son algunos de los cultivos que ...

Con entusiasmo y visión de futuro, una nueva generación de productores rurales está transformando el mapa agropecuario argentino. Pistachos, trufas y nuez pecán son algunos de los cultivos que avanzan en distintas provincias, de la mano de empresarios que combinan innovación, paciencia y un profundo respeto por la tierra. En la 10ª edición de Negocios del Campo, el evento organizado por LA NACION, se presentaron tres de ellos —Mateo Comba, Milagros de Souza Lage y Pablo Barone— y compartieron sus experiencias y desafíos al frente de proyectos que buscan diversificar la producción y conquistar mercados internacionales.

Los tres productores coinciden en que ser catalogados como “promesas del campo” no es una presión sino un orgullo. “Es un camino a ser una realidad”, remarcan. Su apuesta por diversificar la matriz agropecuaria argentina, sumar innovación y abrir mercados internacionales muestra que el futuro del campo no solo está en los cultivos tradicionales.

El desafío del pistacho

Mateo Comba, de 32 años, es ingeniero agrónomo y fundador de la empresa “Che Mate”. Junto a su familia, tradicionalmente dedicada a cereales y oleaginosas, decidió diversificar la producción en 2008 al apostar por el pistacho, la vid y el olivo en San Juan.

Lo hicieron en una primera instancia con el olivo. “Fue a más de mil kilómetros de nuestras casas, lo cual era impensado en aquel momento. Hoy tenemos uva para pasas y pistacho”, recuerda.

El pistacho, asegura, es un cultivo “innovador, lindo y desafiante” tanto por el proceso productivo como por las oportunidades de exportación. A nivel global, la Argentina está muy por detrás de potencias como Irán y Estados Unidos, pero la superficie local crece rápidamente. “El país tiene 6500 hectáreas, un margen bajo frente a las 450.000 de las potencias, pero en el último año creció exponencialmente”, destaca.

Sobre la paciencia que exige el negocio, Comba explica: “Desde que plantás hasta la primera cosecha pueden pasar entre seis y ocho años. La ansiedad no se te puede anteponer, te permite esperar”.

En paralelo, desarrolla el proyecto “Che Mate”, que busca certificar como empresa B y trabaja en trazabilidad y genética propia. “Estamos en vías de certificar Che Mate como empresa B. Vemos un distintivo para hacer la diferencia y abrir las puertas del mundo”, subraya.

La apuesta por las trufas

Desde Chillar, a 50km de la ciudad de Azul, provincia de Buenos Aires, Milagros de Souza Lage encabeza junto a su esposo, el veterinario Aniceto Villalón, la firma Rincón de Chillar, un establecimiento de más de 8000 hectáreas que combina agricultura, ganadería y tambo. En 2019 incorporaron una unidad de negocio única: las trufas, bajo el emprendimiento llamado “Trufas la Esperanza”.

“El campo ya tenía truferas gracias a la pasión del dueño original, que era francés y al enterarse de su cosecha en Chile, quiso traerlo a Argentina. Nosotros continuamos ese legado”, cuenta De Souza Lage.

Las trufas requieren suelos livianos y con pH alto además de una combinación de técnicas ancestrales y modernas. La primera producción llegó en 2014 con la ayuda de una perra entrenada. “Se trabaja con perros porque el cerdo se come la trufa. Es un universo fascinante que incluye el adiestramiento, la gastronomía y hasta la visita turística”, señala.

El emprendimiento no solo abastece al mercado gastronómico local, sino que también forma parte de un ecosistema global. “Francia y la Argentina somos aliados porque estamos a contra temporada. Ellos cosechan en invierno, nosotros en invierno austral. Nos necesitamos”, explica.

Sobre el alto valor del producto, lo define con una metáfora contundente: “La trufa es el diamante negro. ¿Cuánto cuesta un diamante? Bueno, es lo mismo”.

El crecimiento de la nuez pecán

En Entre Ríos, Pablo Barone impulsa la producción de nuez pecán y forestal en Concordia. Ex subsecretario de Comercio internacional y coordinador ejecutivo de proyectos financiados por organismos multilaterales de crédito, hoy es vicepresidente ejecutivo de la Cámara Argentina de Productores de Pecán (Capecán).

“El pecán comenzó a difundirse comercialmente en la década del 90. Hoy ya somos exportadores y parte de la lista corta de países proveedores del mundo junto a Estados Unidos, México y Sudáfrica”, explica. En 2024, la Argentina exportó 1700 toneladas de pecán y, con 12.000 hectáreas plantadas, proyecta alcanzar las 10.000 toneladas anuales en menos de una década.

China aparece como un mercado estratégico. “Logramos la habilitación sanitaria para entrar, tras un trabajo conjunto de productores, el Senasa y la embajada argentina. Hoy todos los frutos secos argentinos pueden ingresar a ese mercado”, celebra.

La Cámara, que agrupa a 200 productores en 12 provincias, trabaja en asistencia técnica, capacitaciones y certificaciones de trazabilidad. “Los mercados requieren trazabilidad y ciertas certificaciones que aseguren inocuidad. Eso garantiza que el consumidor pueda identificar de dónde viene cada nuez”, detalla.

El pecán exige también paciencia y capital, ya que los árboles comienzan a producir a los cinco años y alcanzan su máximo rendimiento recién a los quince. “Ser proveedor es mucho más que producir”, resume Barone.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/economia/campo/pistacho-trufa-negra-y-nuez-pecan-los-secretos-detras-de-los-productores-que-apuestan-por-cultivos-nid20082025/

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