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Pablo Albella, el cordobés que pateó el tablero, le dio un giro a su vida y hoy hace humor para un público “+30”

Export PiaQuizá su nombre no te suene pero sí el de su perfil de Instagram. @holaestapablo es el nick que este cordobés adoptó para hacerse un lugar en las redes sociales y con el que le habla ...

Pablo Albella, el cordobés que pateó el tablero, le dio un giro a su vida y hoy hace humor para un público “+30”

Export PiaQuizá su nombre no te suene pero sí el de su perfil de Instagram. @holaestapablo es el nick que este cordobés adoptó para hacerse un lugar en las redes sociales y con el que le habla ...

Export Pia

Quizá su nombre no te suene pero sí el de su perfil de Instagram. @holaestapablo es el nick que este cordobés adoptó para hacerse un lugar en las redes sociales y con el que le habla a un público +30. Si bien hoy en día este influencer cuenta con casi un millón y medio de seguidores, el camino no fue fácil.

Graduado en Publicidad, Pablo Albella decidió patear el tablero, dejar un mega puesto en una agencia y convertir su hobby en un trabajo. “Creo que todo partió un poco de la crisis de los 30, en la cual te empezás a preguntar si todo lo que hacés es porque te gusta o porque te dijeron que tenía que ser así”, confiesa quien rápidamente logró que su humor y sus videos sobre situaciones de la vida cotidiana trasciendan la pantalla. Es que, en poco tiempo, los frutos fueron muchos: escribió un libro, se subió a las tablas con un unipersonal, hizo gira y actualmente está descubriendo el mundo del streaming.

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-Córdoba te quedó chico y ahora estás instalado en Buenos Aires…

-¡Qué fuerte eso de “Córdoba te quedó chico”! (risas). Pero bueno, en realidad sí. Yo siempre luché contra esa frase de “Dios atiende en Buenos Aires”, sobre todo, porque creo que a partir de que aparecieron las redes o Internet se puede hacer todo desde cualquier lado. Pero lamentablemente hay oportunidades y cosas que siguen estando acá. Creo que “Dios tiene más sucursales, pero la principal sigue estando en Buenos Aires”. Así que me vine desde marzo, cuando apareció esta propuesta de hacer streaming con los chicos en Eltrece. Algo que es cien por ciento nuevo para mí porque yo hago el guion de mis videos, los edito, los programo pero acá es el vivo, la cámara y lo que salga. Así que fue todo un aprendizaje.

-¿Cómo convive tu personalidad “estructurada” con el mundo del streaming? ¿Te costó adaptarte?

-¡Muchísimo! Los primeros programas me llevaba chistes anotados (risas). Ahora ya armamos una dinámica en la cual voy a jugar e imito personajes. Me permito sacar todas esas barreras o estructuras que tengo en mis redes o en mis proyectos y apoyarme más en el grupo y ahí se da algo mágico que me convierte en un veinteañero más.

-Vos sos uno de los tantos que tuvo la suerte de que la pandemia transforme lo que era un hobby en un trabajo. Hoy tenés un libro, hacés teatro, streaming...

-La verdad es que fue un cambio fuerte. Creo que también todo esto partió un poco de la crisis de los 30, en la cual te empezás a preguntar si todo lo que hacés es porque te gusta o es porque te dijeron que tenía que ser así. Yo trabajaba en una agencia de publicidad y me iba re bien. Laburaba para afuera, ganaba bien pero es como que era “lo esperado”, “lo que tenía que ser”. Después de la pandemia, perdí a mi viejo y fue muy fuerte. Y creo que eso tienen los 30, como que te hacen estos clicks en los cuales decís: “Che, la vida es ya”.

-¿Los 30 llegaron en la pandemia?

-En plena pandemia, en mayo. Estábamos encerrados y yo quería hacer festejo, invitar gente, inauguraba mi casa que habíamos tenido la fortuna de hacerla con mi pareja con nuestras manos. Hasta los muebles hicimos. Y termino siendo un cumpleaños por zoom. Ahí empecé a hacer esta catarsis en redes.

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-¿Recordás cuál fue el primer video?

-Sí, fue sobre las cosas diarias. Yo siempre hablo de las cosas que calientan a los +30, como que alguien se afeite y no limpie la bacha, o que lave la ropa y después no la cuelgue. Y fue por ahí. Después de los 30 te das cuenta de que la felicidad está en las cosas simples, en lo diario, en lo cotidiano.

-¿Vos ya estabas en pareja en ese momento? ¿Cómo fue incorporarlo en todo esto?

-Sí, el primer video fue en 2020 y nosotros este año cumplimos 14 años juntos. Al principio, tuvimos una charla sin saber que todo esto iba a pasar o que me iba a dedicar a esto. Le dije: “Voy a recibir mensajes, voy a recibir ofertas”, y él me dijo algo que estuvo muy bueno: “Yo confío en vos, no te voy a pedir que me muestres nada. Andá hasta donde vos creas que está bien. Yo confío en vos, hacé lo que tengas ganas de hacer”. Ese apoyo te potencia. Lo lindo es encontrar una pareja que te tire para arriba. Bueno, ahora que me vine a Buenos Aires, él quedó en Córdoba y no cualquiera se lo banca.

-¿Cómo fue ese momento?

-Y la verdad que fue difícil pero lindo por su respuesta. El año pasado fue súper desafiante porque yo me encontré con más popularidad gracias a la obra de teatro y a toda la gira que hicimos por el interior y otros países. Entonces fue compartirlo con él y tomar dimensión de esto juntos. Pero estoy feliz porque no es fácil encontrar a alguien que te acompañe y te potencie, que no te tire para abajo o te frene.

-¿Cómo hacen con el día a día?

-Es difícil porque cuando estás acostumbrado a convivir… Ahora lo que estamos haciendo es viajar cuando puede cada uno. Yo con la gira estoy dos fines de semana trabajando y dos fines de semana libre, así que ahí me voy a Córdoba a verlo a él, a mis perros y a mi familia que también quedó allá. Mi hermana, mi vieja, mis primos, mi abuelo, mis tías… Yo soy re familiero. El juntarme con ellos es lo que más extraño. Por suerte, todo lo digital hace que las distancias sean más cortas.

-¿Hacen videollamada todos los días?

-No, todos los días no pero sí cada dos o tres días. Con Fran sí hablamos todos los días como una hora por teléfono. También compartimos series y es casi un infidelidad que avance un capítulo sin mí. Así que decimos: “Hoy cenamos y vemos este capítulo”. La idea es buscar un lugar que nos quede más cómodo para cuando él viene porque el departamento está bien para mí pero para los dos no porque él labura y yo también… Y no puedo estar “¡Hola, ¿cómo estás?!” a los gritos y él hablando por teléfono.

-¿Y se festejan los 14 años? ¿Tienen planeado algo?

-Nosotros festejamos más que los cumpleaños nuestros aniversarios, así que sí, hay festejo y algo pensado pero no voy a spoilear mucho.

-Recién me nombrabas a tu viejo que falleció… ¿Qué llegó a ver de su “nuevo” hijo?

-Llegó a ver mucho de todo lo que estaba pasando, el inicio más que nada. Pero en uno de sus últimos mensajes hablaba del orgullo que él sentía por todo lo que me estaba pasando. Cuando me pasa algo groso o importante, vuelvo a ese mensaje y siento que me acompaña en cada uno de esos pasos que doy, siento que está ahí su respuesta. Yo vengo de Alta Gracia, que es el interior de Córdoba, y nunca pensé dedicarme a esto. Mi viejo mecánico, mi mamá maestra; o sea cero relacionados con el mundo del espectáculo. Que estas cosas me vayan pasando y poder compartirlas con ellos no tiene precio; es hermoso.

-¿Y tu mamá?

-Mi vieja es mi fan número uno. Me acompaña también a las giras. Ella fue la primera en decirme: “Mmm, ¿estás seguro?”. Imaginate que yo tenía un laburo fijo, aguinaldo, vacaciones pagas, obra social y dejaba todo eso para hacer videítos en las redes porque en ese momento no existía ni el streaming, ni el libro, ni el teatro. Por eso me gusta llevarla a la obra de teatro porque siento que ve físicamente lo que quizás yo veo digitalmente.

-¿Cuándo te diste cuenta que tu trabajo había pegado en redes?

-Creo que cuando empiezo a laburar con marcas. Una de las primeras fue un shopping de Córdoba, lugar al cual he ido toda mi vida. Después vino una de Buenos Aires de un jabón de la ropa. Ese fue el momento en el que dije: “Bueno, esto ya no es un hobby. Acá hay algo más”. Como publicista, soy un friki de los números. Estoy intentando soltarlo un poco porque no es sano estar todos los días atrás de las estadísticas. Por suerte, yo tengo la formación y la edad para entender un montón de cosas, pero hay chicos que quizás están arrancando y que cuando llegan momentos de mucha crisis se desesperan. Decís: “Me dejaron de ver. No soy más interesante” porque la cabeza se te va. El teatro en mi vida vino un poco a demostrar que no todo son números en las redes sociales y que eso se traduce a la vida real. Yo tengo cinco excels para mis redes sociales: el de publicación, el de las marcas, el de las finanzas; soy muy estructurado.

-¿Trabajás solo o tenés un equipo?

-Solo. Ahora que estoy en el streaming estoy intentando ampliar un poco para que no tenga que depender todo de mí porque es guionar, filmarme, editar, subir y responder mensajes. Pero, como te decía antes, yo soy medio friki del control y me cuesta delegar. Antes de dedicarme a esto, me pasaba de escribirle a influencers y que ni me lean. Me daba bronca porque esas personas están ahí porque mucha gente como yo les escribe, los comenta, los sigue y da bronca que no te den bola. Entonces yo dije: “Yo no quiero ser así”. Aunque sea quiero a través de un like o un comentario que sepan que los vi, que los leí.

-¿Y ahora te cruzaste con alguno de ellos en el camino?

-Obvio que sí, pero no les dije nada aunque debería (risas).

-¿Cómo se hace para marcar la diferencia en un mundo que crece cada vez más?

-Cuando yo empecé ya existían los Maratea, las Lucius, los Rossello, con millones de seguidores. Yo empecé de la nada y a los 30, que no es lo mismo, así que sentía que tenía mucho para arriesgar y poco por ganar. Lo importante es encontrar qué decir o cómo contar más que el hecho de pensar que ya está todo hecho, todo inventado. Las redes están en constante evolución. Ahora estoy aprendiendo mucho de los chicos del streaming, por ejemplo. Gracias a esta plataforma, me estoy animando a jugar, a soltar un poco esto del negocio o del emprendimiento. Hago personajes, imitaciones, cosas que no hago en mi red y que me permite aprender otras cosas.

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-¿Qué te gustaría decirle a esos chicos nuevos respecto a esta idea de que pareciera que con las redes te salvás?

-Que hay muchos espejitos de colores; cosas que uno cree que son de una manera y no lo son. Por eso, creo que es importantísimo saber de quién rodearte, qué aprender de quién. Hay una cultura de la cancelación que está de moda y que es buscada por muchos influencers; creo que hoy es mucho más fácil hacer enojar que hacer reír. Creo que lo que uno construye a largo plazo es un poco como uno es y lo que reflejas. Yo siempre busqué que la gente se ría, que mis redes sean como un recreo para olvidarse de los quilombos y divertirse. Me ha pasado, a través de mensajes o de cartas que me llegan al teatro, que me dicen como les cambié el día con un video.

-¿Qué llegó primero: el libro o el teatro?

-Primero llegó el libro con la editorial Galerna. Es una recopilación de anécdotas, de historias que me han pasado a mí desde que soy chico hasta hoy y que creo que le pasaron a todos los que vivimos en esta generación de los ‘80 y los ’90. Son cuentos o pequeñas historias que reflejan momentos y cosas graciosas de la vida cotidiana y tiene el extra de que está ilustrado por mí. Yo en publicidad era diseñador; o sea sé dibujar así que fue hermoso porque a mí me gustan esos desafíos de hacer cosas nuevas, cosas diferentes. Soy como muy inquieto y por eso todos los años aparece algo nuevo. Así que el año que viene no sé con qué los voy a sorprender (risas).

-¿Es cierto que Carmen Barbieri te convenció de hacer teatro?

-Eso fue increíble. Carmen Luz fue mi madrina y Nito Artaza mi padrino. Imaginate, yo del interior recontra cholulo… A vos te veía siempre Pía, tenía la tele prendida 24/7 (risas). Un día viene Guliano Bacchi y me propone hacer teatro. Yo estudié teatro pero un unipersonal era un montón así que pensaba decirle que no. Me junté para hablar con él en un aeropuerto con él y estaba en un bar con Carmen al lado. Yo estaba en shock. Empezamos a hablar y ella empezó a insistirme. De repente, vino una chica a pedirme una foto y ella me dijo: “La gente viene y te pide fotos, ¿cómo no vas a hacer teatro?”. Me acuerdo que también me preguntó si estaba en pareja y me dijo algo que me quedó grabado: “Fijate que sea alguien que te apoye realmente”. Así que volví a mi casa y le dije al Fran (su novio): “Voy a hacer temporada en Carlos Paz”.

-¿Y cómo fue esa primera temporada?

-Hermosa. La verdad que para mí fue rarísimo estar arriba del escenario y que la gente venga y pague una entrada. Para mí era una locura. Fue en el Teatro del Sol e hicimos enero y febrero. Fue una rutina muy diferente a lo que yo estaba acostumbrado a hacer. Pero creo que lo que más me rompió la cabeza fue la gira. Ahí encontré el contacto real con la gente, que vengan, que se quieran sacar una foto, que te abracen, que te cuenten sus historias.

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-¿Cuál es tu público? ¿Está llegando a los 30 o ya los pasó?

-Mi público mayormente en redes es de 25 a 45 años. Pero me llama la atención que hay mucho público diferente como, por ejemplo, los niños. No sé si es por cómo me visto, por cómo hablo, pero se enganchan. Yo tengo un humor muy blanco, todo lo que hago trato de que sea para toda la familia. Me ha pasado de estar en la obra de teatro y ver niños que me lleven dibujitos. Si puedo mantener a un niño una hora y cuarto en una butaca es porque el show está bueno (risas).

-Se vienen las últimas fechas de tu gira por Paraguay, Uruguay y Ushuaia… ¿Ya estás pensando en un nuevo espectáculo?

-Todavía no. Me gustaría descansar un poco del unipersonal. En esto de la inquietud mía me gustaría trabajar con un elenco para tener otras experiencias y aprender cosas nuevas. Tengo ganas de que mi carrera crezca también hacia otros lugares. Estoy preparándome mucho en la actuación y en canto para poder hacer otras experiencias en teatro o quizás bueno, en series o en plataformas.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/personajes/pablo-albella-el-cordobes-que-pateo-el-tablero-le-dio-un-giro-a-su-vida-y-hoy-hace-humor-para-un-nid13092025/

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