“No lo vuelvas a llamar”: su psicólogo le indicó que no lo hiciera, pero su corazón le decía lo contrario, ¿a quién le haría caso?
En el verano del 2014 Laura y Juan fueron al cumpleaños de un amigo en común. Solo se vieron de lejos y no mostraron interés uno con el otro. En ambos rincones de aquel festejo, su grupo de amig...
En el verano del 2014 Laura y Juan fueron al cumpleaños de un amigo en común. Solo se vieron de lejos y no mostraron interés uno con el otro. En ambos rincones de aquel festejo, su grupo de amigos los quiso presentar, pero ninguno tenía interés en aceptar presentaciones, si conocían a alguien sería por sus propios medios.
Un plan comienza, pero...En aquel cumpleaños Ramiro, un amigo de Laura, la quiso convencer, le dijo que Juan era muy buen tipo, un poco tímido y que se dedicaba a hacer música para videojuegos, pero ella no aceptó la insistencia.
Para el mes de julio y con 25 años Laura estaba con ganas de encontrar una pareja, quería algo serio, estable, y le propuso a su amiga una salida de cuatro: le parecía muy buena idea que su novio llevara un amigo y así todos salir a bailar.
Su amiga aceptó, pero reflexionó un poco y con astucia (y seguramente guiada por cupido) le dijo que aquella noche solo estaba libre para salir uno de los chicos del grupo: Juan.
Se encontraron en la casa de Laura a tomar unos tragos antes de ir al boliche. Allá estaba el resto del grupo celebrando un cumpleaños, y ellos se encontraron. “Pegamos re buena onda, estuvimos toda la noche juntos charlando, riéndonos, la pasamos muy bien”. Desde ese momento se hicieron más habituales las salidas grupales para ayudar a que la prometedora pareja se conociera y enamorara. El plan iba saliendo perfecto, pero no sería tan sencillo.
“Te estás regalando, no va a querer salir con vos”Con varias salidas grupales en la agenda a Laura le pareció un buen avance agregar a Juan en Facebook. Ramiro (su amigo) la llamó para cuestionar por qué lo había hecho, “así te estás regalando, no va a querer salir con vos”, argumentó ante tal enojo. Pero Laura es una mujer que confía en sus instintos, como ya comprobaremos más adelante en esta historia, y le pareció que era un buen plan, Juan era tímido y no iba a ser justamente él quien enviara la invitación en la red social. En definitiva, lo peor que podía pasar era que lo ahuyentara, algo que no era grave teniendo en cuenta que ella no estaba enamorada. Conclusión: no había nada por perder.
Tal como ella sospechó, Juan aceptó la solicitud y después de un tiempo la invitó a cenar, los dos solos. “Él es muy tímido y estaba muy retraído ante la situación”, recuerda Laura pero, de todas formas, comenzaron a salir, fue el cumpleaños de ambos, Laura le regaló una cruz, ella de religión católica y practicante iba los domingos a misa y Juan también comenzó a ir.
Salieron durante tres meses y Laura tuvo la sensación de que ese intento de relación que tenían no avanzaba para ningún lado, por lo que prefirió decirle que no quería seguir. Juan se enojó, pero lo entendió, y aunque dejaron de verse él siguió yendo a misa, aún sin ella.
“No lo vuelvas a llamar”Laura empezó de nuevo la búsqueda del gran amor, sin éxito. Con cada uno que salía se aburría, pasaban los meses y nadie la conquistaba, se dio cuenta de que, por ejemplo, con ninguno de los chicos que salía compartía los libros y películas que le encantaban con Juan.
En una sesión con su psicólogo le contó lo que andaba pasando por su cabeza y su corazón, le dijo que estaba pensando en escribirle a Juan. “Todos estos pibes son un bodrio y lo único que logran es que me acuerde de él y todo lo que compartíamos, lo que me divertía”, dijo Laura.
Para su sorpresa del otro lado hubo una respuesta: “No, por algo le cortaste, no lo vuelvas a llamar, eso es porque vos tenés ganas de estar con alguien y así no funciona. Claramente por algo lo dejaste la primera vez”.
“Si a los tres años no nos casamos te dejo”Laura salió de la consulta con algo en su interior que le decía que no debía hacerle caso a su psicólogo, él no tenía toda la verdad. Ella se había comprado un libro del que habían hablado en su momento con Juan, y le sirvió como el puntapié para entablar la conversación, una charla que se extendió semana tras semana.
Un día, al salir del trabajo se encontró con Juan, la estaba esperando. Venciendo toda timidez le planteó: “Salgamos de nuevo, probemos otra vez”. A Laura le gustó esa seguridad que percibió en él y aceptó.
Al mes se pusieron de novios y Laura puso sus condiciones: “Yo me quiero casar, si a los tres años no nos casamos te dejo porque se me va el tiempo, me hago vieja y no voy a conseguir un novio para casarme”.
A Juan le pareció un trato justo y avanzaron con el noviazgo.
Ella no recuerda con exactitud el primer beso, pero si recuerda a la perfección la primera vez que se dio cuenta de que lo amaba, de que era el hombre de su vida. Estaban en un campo con amigos, “no me acuerdo exacto qué fue lo que pasó pero al verlo actuar me di cuenta que él es el hombre para mi, ¡es tan bueno! Me acuerdo que ese mismo día Juan me dijo por primera vez te amo y yo le dije que justo estaba pensando en lo mismo. Es tan bueno que es imposible no quererlo”, asegura Laura.
“Nunca nos peleamos ni discutimos”Laura vivía sola, estaban en su casa cuando cumplieron dos años de novios y Juan le pidió que se quedara un rato dentro de la habitación mientras él preparaba la sorpresa de aniversario.
Al salir se encontró con un cuadro hecho por Juan, eran varias capas de papeles recortados con la luz de fondo, “entonces todo eso reflejaba un paisaje con un búho, un bosque, un lago, todo hecho a mano por él. Era un efecto impresionante, espectacular, y enfrente el anillo de compromiso que era una cruz. Yo siempre me había imaginado que mi anillo sería una cruz pero nunca se lo había dicho”, recuerda Laura con emoción.
Aceptó la propuesta y no demoró en enviar una foto a su familia para contar la buena noticia.
Un año después, con tres de noviazgo, dieron el “sí, acepto”, frente al altar. Y poco tiempo después tuvieron dos hijos. “Algo que siempre nos marcó es que nunca hemos peleado ni discutido, siempre fuimos muy pacíficos y cuando tuvimos hijos eso cambió un montón y yo me asusté, pero logramos sobrepasar esos primeros años de paternidad que son difíciles”, concluye Laura enamorada y con planes de agrandar la familia.
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