No hay atajos para la transformación
Es fácil caer en la trampa de la inmediatez mientras todos estamos atravesando una coyuntura de profunda transformación de nuestros trabajos e industrias. Querer cambiar rápido, mostrar resultad...
Es fácil caer en la trampa de la inmediatez mientras todos estamos atravesando una coyuntura de profunda transformación de nuestros trabajos e industrias. Querer cambiar rápido, mostrar resultados ya, hacer anuncios rimbombantes y marketing ruidoso para no sentir que nos quedarnos afuera de esta era de innovación disruptiva. Pero los procesos profundos de innovación requieren paciencia, consistencia y, sobre todo, no saltear pasos.
Transformar no es solo cuestión de dar un golpe de timón, sino de sostener el nuevo rumbo. John Kotter, referente mundial en liderazgo y cambio organizacional, lo definió con claridad en su libro Leading Change: Why Transformation Efforts Fail. Después de estudiar más de 100 compañías, detectó ocho errores que se repiten casi calcados en empresas grandes y pequeñas. El primero de esos es no crear un sentido real de urgencia. Sin la convicción de que lo que está en juego es crítico, la inercia se impone. Más de la mitad de las organizaciones nunca logra atravesar este primer escalón. El segundo pecado es no formar una coalición de liderazgo lo suficientemente poderosa. Cambiar no es tarea de un iluminado: requiere equipos que mezclen jerarquías, talentos y visiones diversas, capaces de sostener la incomodidad del proceso. El tercero y el cuarto tienen que ver con la visión: o bien falta una dirección clara y simple que oriente a todos, o bien no se comunica con la intensidad necesaria. Un email no alcanza. La transformación necesita discursos, pero también gestos y ejemplos que bajen de la cúpula a cada rincón de la organización.
Otros obstáculos son no remover las barreras que impiden actuar en línea con la nueva cultura, no planificar victorias tempranas que den confianza y, quizá el más tentador, cantar victoria demasiado pronto. Un logro parcial puede hacernos creer que ya llegamos, cuando en realidad el proceso es largo, complejo y lleno de desafíos. Finalmente, la transformación solo se consolida cuando se ancla en la cultura: cuando se convierte en “la forma en que hacemos las cosas acá”.
¿Por qué es tan importante revisitar este diagnóstico? Porque todavía la mayoría de las empresas que se lanzan a transformaciones digitales, culturales o de innovación sin comprender que no se trata de implementar tecnología ni de reestructurar organigramas, sino de mover corazones, cabezas y hábitos. Las lecciones de Kotter siguen vigentes: la urgencia mueve más que la comodidad, el liderazgo colectivo gana siempre sobre el individual, la comunicación no es un evento, es un pulso constante. Y la cultura es el verdadero terreno de la batalla, paso a paso, sin atajos.
Fuente: https://www.lanacion.com.ar/economia/negocios/no-hay-atajos-para-la-transformacion-nid13102025/