No es el calcio: el otro nutriente fundamental para la salud de los huesos
Cuando se habla de ...
Cuando se habla de huesos fuertes y corazón sano, el foco central no debería estar solo en el calcio. El nutriente que hoy concentra la atención de la medicina es la vitamina K2, una forma específica de vitamina K que está vinculada tanto con la prevención de fracturas como con la protección del sistema cardiovascular, especialmente a medida que aumenta la expectativa de vida.
Según estudios recientes, mantener niveles adecuados de vitamina K2 puede marcar una diferencia real en el riesgo de enfermedades asociadas al envejecimiento. No se trata de un “complemento más”, sino de un regulador clave que ayuda a que el calcio vaya donde debe ir y no donde puede hacer daño.
El gran rol de la K2 es activar proteínas que dirigen el calcio hacia los huesos y los dientes, lo que evita que se deposite en las arterias. La odontóloga Sandip Sachar lo explicó de la siguiente manera: “El nutriente garantiza que el calcio fortalezca la estructura ósea y dental en lugar de acumularse en los vasos sanguíneos, donde favorece la rigidez arterial y otras complicaciones. Cuando falta K2, se deteriora la estabilidad ósea y dental, se demora la cicatrización y se facilita la pérdida de esmalte”.
La evidencia cardiovascular es contundente: un estudio de largo plazo encontró que una ingesta elevada de K2 se asociaba con menor riesgo de enfermedad arterial periférica, sobre todo en personas con hipertensión o diabetes.
Otro trabajo, que siguió a más de 4800 adultos durante siete años, observó que quienes consumían más vitamina K2 tenían hasta un 57% menos riesgo de morir por causas cardíacas. La vitamina K1, en cambio, no mostró esa misma protección.
En el terreno óseo, una revisión sistemática indica que la vitamina K2 ayuda a reducir fracturas vertebrales y mejorar la densidad mineral ósea en mujeres mayores. Es decir, mientras el calcio todavía es necesario como materia prima, la K2 actúa como “director de tráfico”: decide dónde se utiliza ese calcio y contribuye a que los huesos se mantengan más resistentes y menos propensos a fracturarse.
No todas las formas de vitamina K son iguales. La K1 (filoquinona) participa sobre todo en la coagulación de la sangre, mientras que la K2 (menaquinonas) se asocia directamente al cuidado de huesos y sistema cardiovascular. También difieren las fuentes: las verduras de hoja verde son ricas en K1, pero aportan muy poca K2. Esta última se encuentra sobre todo en alimentos fermentados (como el kéfir), en vísceras como el hígado, en yemas de huevo, quesos, mantequilla y pollo.
Por eso, los expertos recomiendan reforzar la presencia de estos alimentos en la dieta si se busca mejorar el aporte de K2 de forma natural. Incorporar regularmente lácteos fermentados, ciertos quesos, huevos y productos de origen animal de buena calidad se perfila como una estrategia práctica para quienes quieren cuidar a la vez sus huesos y sus arterias, sin recurrir de entrada a suplementos farmacéuticos.
Respecto a los suplementos, la dietista Avery Zenker advierte que no deberían tomarse por cuenta propia. Las personas bajo tratamiento anticoagulante, en particular, necesitan supervisión médica estricta, ya que la vitamina K interviene en la coagulación y un exceso podría generar efectos no deseados.
La vitamina K2 trabaja en equipo con la vitamina D, que mejora la absorción de calcio. Mantener buenos niveles de ambas, dentro de un estilo de vida saludable, aparece hoy como una de las combinaciones más prometedoras para prevenir fracturas y, al mismo tiempo, reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular.
Más que desplazar al calcio, la K2 lo ordena y lo pone en los lugares correctos para que el cuerpo envejezca con huesos más fuertes y un corazón mucho más sano con el paso del tiempo.
Por Jaider Felipe Vargas Morales