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Milei, forzado a convencer a díscolos y ofendidos

Hace tiempo que el Gobierno intenta conseguir un gerente de Finanzas para Aerolíneas Argentinas. Es un puesto codiciado y seguramente pagan bien, pero la búsqueda viene difícil. Nadie acepta. ¿...

Milei, forzado a convencer a díscolos y ofendidos

Hace tiempo que el Gobierno intenta conseguir un gerente de Finanzas para Aerolíneas Argentinas. Es un puesto codiciado y seguramente pagan bien, pero la búsqueda viene difícil. Nadie acepta. ¿...

Hace tiempo que el Gobierno intenta conseguir un gerente de Finanzas para Aerolíneas Argentinas. Es un puesto codiciado y seguramente pagan bien, pero la búsqueda viene difícil. Nadie acepta. ¿Quién querría formar parte de una administración que maltrata a sus propios integrantes? Varios funcionarios leales, ministros incluidos, y algunos por haber hecho declaraciones consideradas inoportunas a los diarios, fueron despedidos durante el último año y medio sin siquiera una explicación oficial o un llamado del superior. Militantes libertarios de la primera hora e incluso de buena relación con Javier Milei, como Ramiro Marra, han dejado ya de defender públicamente el programa económico.

El estilo del Presidente, que sirvió hasta ahora para avanzar con la motosierra y a los empujones en un país genéticamente gastador y corporativo, empieza a exponer contraindicaciones. Justo cuando hay que convencer o negociar también con los de fuera del partido. El oficialismo necesita recuperarse de la derrota del domingo y proyectar lo que viene. Hay, por lo pronto, 1,5 millones de personas que en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2023 habían votado a Patricia Bullrich o a Milei y que esta vez no fueron a votar. Una parte importante de Pro sigue muy molesta. Electores y dirigentes. Dicen que Jorge Macri estaba exultante esta semana por el fracaso del Gobierno. Y alguien que habló con su primo Mauricio sacó la misma conclusión. “Yo lo conozco: lo disimula, pero está contento”, dijo.

El mercado pide desde el domingo un gesto político de la Casa Rosada. El de ayer volvió a ser un día crítico. “Si no se ponen de acuerdo con los gobernadores, no hay salida”, dijo a La Nación un banquero. Es probable que Milei incluya pasado mañana en la cadena nacional la convocatoria que inició esta semana. Anunciará un presupuesto con déficit cero e invitará a los gobernadores y al Congreso a reasignar partidas siempre y cuando se cumpla con esa regla.

Está en una encrucijada. Viene de hacer con éxito lo más difícil: el mayor ajuste en 65 años en un país históricamente irresponsable con los recursos de los contribuyentes, pero acaba de enredarse en el armado de una elección provincial a la que él mismo le dio una relevancia inusitada, y en momentos en que la paciencia social empieza a agotarse. ¿Cómo resolverlo? Los que lo tratan con frecuencia afirman que hay algo en lo que no va a ceder: no caerá en la tentación de la emisión. ¿Y el tipo de cambio? ¿Y las bandas? Hasta ayer, tampoco.

Son dilemas que dividen al establishment económico. Hay quienes aceptarían cierta flexibilidad al menos hasta el 26 de octubre. Marko Papic, estratega jefe del fondo de inversión BCA Research, que vino a la Argentina para reunirse con el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, lo planteó esta semana ante empresarios e inversores: “Milei ya hizo los deberes ideológicos, todo el mundo sabe que es ortodoxo; ahora tiene que ganarse simpatías”. Nada menos. ¿Cuál es el precio de continuar la transformación? Es probable que, sin reformas de fondo, deba resignarse en el futuro a lo de siempre en la Argentina: tipo de cambio más alto e inflación que disimule las ineficiencias.

Tal como se vio ayer en la Sociedad Rural de Río Cuarto con Martín Llaryora, Gustavo Valdés, Ignacio Torres y Carlos Sadir, negociar con los gobernadores no es fácil porque todos ya están en campaña. Milei vetó anteanoche la ley de ATN horas después de la reunión que Lisandro Catalán, flamante ministro del Interior, tuvo con Rogelio Frigerio, Alfredo Cornejo y Leandro Zdero. “Qué debut para Catalán. Y con los tres aliados”, reaccionó en ese momento uno de los cuatro, que después viajó a Córdoba.

El Gobierno decidió al menos cambiar el discurso. Es una conclusión que salió el miércoles de la mesa de campaña. Quiere mostrar “empatía” con los más golpeados por el ajuste. Se propone explicar mejor el modelo y despojarse de algunos tópicos. No insistir, por ejemplo, en que las jubilaciones subieron medidas en dólares, sino hablarle directamente al jubilado: el Gobierno sabe del esfuerzo que, en muchos casos, obliga a la propia familia a sostenerlo. ¿Qué sentido tiene además repetir que hubo recuperación en V con el consumo amesetado desde mayo? Y menos seguir confrontando con el pasado: la consigna será hablar de futuro.

Esa mesa es de por sí un esfuerzo porque la integran quienes siguen internamente enfrentados. Karina Milei, Santiago Caputo, Sebastián Pareja, Martín Menem. La de armado bonaerense, que se hizo ese día por la tarde, arrancaba ya con un motivo de discordia: Agustín Romo, jefe del bloque de diputados en la provincia y principal colaborador de Caputo en el territorio, había sido excluido. Romo viene de múltiples enfrentamientos con Pareja durante la campaña. Por eso el inicio de la reunión también fue tenso. Hubo un reproche de Caputo a Maximiliano Bondarenko, el candidato que encabezó la lista en la tercera sección y que al día siguiente de la derrota dijo que su madre jubilada no llegaba a fines de mes. Bondarenko contestó que estaba dispuesto a la autocrítica, pero se quejó del hostigamiento que venía recibiendo de cuentas de Twitter atribuidas a Caputo. Dijo además que para hablar había consultado al jefe de Prensa de Pareja, que autorizó esta semana a quienes tenían entrevistas pendientes a darlas. Intervino entonces Pareja y se volvió a trenzar con Caputo. El asesor se puso peor. Cuando se pierde por 14 puntos, dijo, el problema no pueden ser los tuiteros. Karina escuchaba en silencio. Patricia Bullrich, una de las que habían recomendado que Bondarenko estuviera en la mesa, insistió en la necesidad de cuidar las palabras en momentos así y más cuando no se tiene experiencia. Guillermo Montenegro apuntaló el argumento. Varios temieron por la continuidad de la mesa. Pero había voluntad de avanzar. “Si vamos a seguir por acá, no vamos a llegar a ningún lado”, propuso Caputo, y cambió de tema y la conversación empezó a fluir.

Fuera del encuentro, en las redes, la tropa libertaria seguía fulminando a Pareja. Hasta que, a las 21, Daniel Parisini, el más representativo y acaso el líder, dio en el canal de streaming Carajo lo que parecía una señal de tregua. “Vieron mis tuits. Dije todo lo que pensaba y lo que pienso sobre lo que está pasando. Me consta que el mensaje llegó. De ahora en más, yo les propongo no seguir siendo tan trolos, no vamos a estar llorando a 40 días de la elección que viene, donde ya están echadas las cartas y se juega el futuro del país. No está tan bueno darles de comer a los kukardos. El mensaje ha sido enviado y ha sido recibido por quien debía ser recibido”.

¿Lo había llamado Milei, como suponen del lado de los Menem? Si fue así, no alcanzó para el resto de las cuentas, algunas de las cuales siguen desde entonces desparramando críticas a la estrategia territorial. Es una mecánica que el Gobierno no controla. Fuerzas con vida propia que funcionan con la lógica del Milei original, el outsider que hablaba sin inhibiciones. Como para honrar el viejo tópico de Maquiavelo: las destrezas para llegar al poder no son necesariamente las mismas que para mantenerlo.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/milei-forzado-a-convencer-a-discolos-y-ofendidos-nid13092025/

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