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“Mi hija le compartió una foto íntima a un compañero y él se la mandó a todo el colegio”: qué hacer ante la difusión no consentida de imágenes sexuales

“El año pasado, mi hija le compartió una foto íntima a un chico que la difundió por todo el colegio. ¿Puedo pedir que la bajen de las redes?”. “Soy papá de una nena de 10 años que est...

“Mi hija le compartió una foto íntima a un compañero y él se la mandó a todo el colegio”: qué hacer ante la difusión no consentida de imágenes sexuales

“El año pasado, mi hija le compartió una foto íntima a un chico que la difundió por todo el colegio. ¿Puedo pedir que la bajen de las redes?”. “Soy papá de una nena de 10 años que est...

“El año pasado, mi hija le compartió una foto íntima a un chico que la difundió por todo el colegio. ¿Puedo pedir que la bajen de las redes?”. “Soy papá de una nena de 10 años que está comenzando a chatear con sus compañeros del cole. Tengo miedo de enterarme tarde que la ciberacosan. ¿Qué hago?”. “Durante la pandemia una persona con la que chateaba me pidió fotos y videos íntimos, pero después me di cuenta de que era una perfil falso. ¿Qué puede pasar?”.

La semana pasada, desde LA NACION convocamos a nuestros lectores a que compartieran sus preguntas sobre la violencia sexual digital y estos fueron algunos de los comentarios que llegaron. La iniciativa surgió después de publicar la historia de Catalina Maluendez, una chica de 20 años que, a los 14, sufrió la viralización de fotos íntimas sin su consentimiento. Es, además, parte de Hablemos de Todo, el proyecto de Fundación LA NACION que busca acercar herramientas para prevenir y actuar a tiempo frente a distintas problemáticas que afectan la salud mental de las chicas y los chicos.

La violencia sexual en entornos digitales —como la difusión no consentida de fotos y videos íntimos o el grooming— es una realidad que preocupa a padres, docentes y a la comunidad en general. En las víctimas y en su entorno predomina el desconcierto: desde dónde hacer la denuncia hasta de qué forma hablar de estos temas.

Para responder las preguntas de la audiencia de LA NACION, convocamos a la abogada Florencia Zerda, diplomada en Género y Derecho, especialista en Cibercrimen y Evidencia Digital y autora del libro “Violencia de género digital”.

Zerda es, además, la fundadora de Gentic, organización que promovió la Ley Olimpia (en 2023 incorporó la violencia digital como una forma más de violencia de género a nuestra legislación) e impulsa el proyecto de Ley Belén (que contempla, entre otras cuestiones, penalizar la obtención y difusión no consentida de contenido privado, la sextorsión y el montaje digital en videos pornográficos).

—Varias de las consultas estuvieron vinculadas con entender qué es la violencia sexual digital y cómo se manifiesta.

—Las violencias digitales son todas aquellas que se dan a través de las tecnologías de la información y la comunicación. Hay distintas modalidades, aproximadamente 15, y se van reinventando. Hay algunas que son específicamente sexuales. Entre ellas: la obtención y difusión no consentida de material íntimo, sexual o de desnudez, o que retrate explotación o abuso sexual; las extorsiones, chantajes, coacciones o amenazas vinculadas a la difusión de ese tipo de material; los acosos sexuales digitales; el grooming; y el ciberflashing, que es cuando me envían sin mi consentimiento material que retrata situaciones eróticas o pornográficas. Después, hay otras formas de violencias digitales que se ligan a las sexuales: por ejemplo, cuando hay una suplantación de identidad, alguien se hace un perfil falso en una aplicación de citas con mis fotos y aprovecha y pone imágenes íntimas mías.

—Desde tu experiencia, ¿cómo impacta esto en la salud psíquica y emocional de las víctimas?

—Un estudio que realizó la OEA y la ONU en 2022 demostró que las violencias digitales tienen incluso mayor impacto en la vida de las mujeres que las analógicas. Esto es algo que se tiende a descreer, porque muchas veces se considera que porque es virtual no es tan importante. Tenemos que tener en cuenta algunas características de las violencias digitales: la expansividad, ya que con un clic, en medio segundo se puede llegar con un video íntimo a miles de personas; la transnacionalidad, los agresores pueden estar en distintos países; y la permanencia de ese contenido, porque si bien puedo iniciar acciones judiciales para bajarlo, pueden volver a subirlo a 50 páginas más. Todo eso hace que los efectos de las violencias digitales sean supernocivos: desde ataques de pánico y trastornos de ansiedad, hasta intentos de suicidio y lamentablemente suicidios consumados, como los casos de Ema y Belén San Román.

—Muchos lectores quieren saber a dónde se puede hacer la denuncia y si se necesita un abogado para hacerla.

—Lamentablemente, no todas estas violencias son consideradas un delito. Hacia mayores de edad, por ejemplo, no está legislado ni punibilizado la difusión no consentida de material íntimo, una deuda pendiente que el proyecto de Ley Belén (en honor a Belén San Román) busca saldar. En el caso de que las víctimas sean menores de edad, sí es delito. Ante la duda, siempre sugiero hacer la denuncia. Dónde hacerlo va a depender de cada jurisdicción del país. Para recibir asesoramiento acerca de dónde denunciar recomiendo, en el caso de que las víctimas sean niños, niñas o adolescentes, llamar a la línea 102; en caso de mujeres o personas de colectivos de la diversidad, llamar a la línea 144; y la población en general puede llamar a la línea 911. No se necesita un abogado para hacer la denuncia.

—¿Qué es lo primero que le recomendarías a los padres de una niña o adolescente que está pasando por esto?

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—¿Qué hay que tener en cuenta a la hora de hacer la denuncia? ¿Cuáles son los errores más frecuentes a evitar?

—Aunque no sepamos si vamos a judicializar o no el caso, es muy importante resguardar la evidencia digital. En el desconocimiento, muchas veces lo que hace la víctima es bloquear al agresor o es muy común que se pida abiertamente: “Denuncien a este perfil porque me está acosando”. Esto es entendible pero, si pasa, el agresor se va a dar cuenta de que lo van a denunciar o el perfil es dado de baja por la red social porque recibe muchas denuncias. Si eso ocurre, en el caso de que haya después una investigación judicial, no vamos a poder saber quién estuvo detrás de esa agresión, porque por más que lo sospechemos, tenemos que probarlo en la Justicia. Si bien sirven las capturas de pantalla, no es una prueba válida si no se puede corroborar de alguna otra manera.

—¿Qué es, entonces, lo que deberíamos hacer?

—Tratar de mantener la conversación de manera inalterada. No bloquear, no suprimir, no denunciar: que el perfil permanezca abierto, tanto el de la víctima como el del victimario. Y después resguardar esa conversación. Se puede hacer de manera privada, con un escribano público que trabaje en conjunto con un perito informático para hacer una certificación de la evidencia digital. O, cuando se hace la denuncia, lo que debería hacer la Justicia es citar a las víctimas para que se haga un resguardo oficial de la evidencia. En la Ley Olimpia previmos que a las mujeres se las cite de manera inmediata para el resguardo de esa evidencia digital y que no tengan que esperar ocho o nueve meses a que las llame un cuerpo especializado para descargar los mensajes que tiene en el celular. Eso debería pasar, pero muchas veces los tiempos de la Justicia son otros.

—Si quienes difunden esas fotos o videos son adolescentes, por ejemplo un compañero de escuela de mi hija, ¿recomendás denunciar igual?

—Sí. Hay que saber las limitaciones, pero yo haría la denuncia igual. Hay veces que es mucho más simple buscar un abogado que trabaje derecho civil para peticionar una indemnización por los daños y perjuicios sufridos. Pero hay que trabajar también en la prevención. Los chicos violentos no salen de un repollo y hay que empezar a cuestionarnos como sociedad cómo estamos educando en estos temas a las infancias y adolescencias.

—Nos llegó este mensaje de una joven lectora: “Estoy pasando la misma situación y no sé qué puedo hacer al respecto. Me gustaría que me guiaran”. ¿Qué es lo primero que le dirías a una víctima?

—Que no es culpable y que es clave que pueda armar una red de contención segura: amigas, familia, pareja. Que busque lo que dije antes: ayuda psicológica y patrocinio jurídico especializados. En Gentic estamos ofreciendo un consultorio psicojurídico de manera gratuita para atender a mujeres y diversidades, mayores de edad. También le diría que se tome su tiempo para evaluar si va a querer ir a la Justicia, pero que mientras tanto resguarde adecuadamente la evidencia digital. Muchas veces las víctimas no quieren tener el celular encima con todas las agresiones que está recibiendo, pero sugerimos que mantenga su perfil abierto. Le puede pedir a una persona de confianza que tenga logueada su cuenta en redes para preservar la evidencia digital.

—Te comparto otro mensaje: “Mi hija el año pasado pasó por una situación parecida, el chico al cual le compartió la imagen la difundió por todo el colegio. Comenzó con sesiones con una psicóloga. Hoy está bien. Quiero saber si esa imagen se puede bajar de las redes”

—Sí, se puede. La Ley Olimpia prevé la posibilidad de que las mujeres, niñas y adolescentes puedan pedirlo (los varones no pueden hacerlo por Ley Olimpia, pero lo pueden igualmente pedir) y el juez ordene que se dé de baja un contenido que constituya violencia digital y esté subido a una red social o a un link identificable. La víctima o la familia puede hacer la denuncia en cualquier oficina receptora de denuncias. El juez debería sacar esa orden y además solicitarle a la plataforma que resguarde los datos de quien hizo esta publicación para una posterior revelación cuando haya una investigación judicial. En el caso de una menor de edad, estamos hablando de un delito que está castigado en el artículo 128 del Código Penal, con lo cual habrá una investigación para llegar al agresor.

—¿Se puede reclamar que se baje ese material de Internet sin necesidad de ir a la Justicia?

—Sí. Todas las plataformas tienen un mecanismo de denuncia para dar de baja contenido. Muchas veces sirve, otras no. Se puede intentar ir por esa vía administrativa si no se quiere hacer la denuncia. Pero hay que tener en cuenta que una vez que se hace la denuncia administrativa, si el contenido se da de baja de esa red social, después ya no puedo ir por la vía judicial porque probablemente ya no quede evidencia.

—Llegaron varias preguntas de papás sobre cómo hablar con los chicos de esta problemática. Por ejemplo: “Soy papá de una nena de 10 años que está comenzando a chatear con sus compañeros del cole. Si bien tiene control parental, no controla contenido, y tengo miedo a enterarme tarde que la ciberacosan. ¿Qué hago?”.

—Como dije antes, hay que generar espacios de confianza y no esperar a tener el problema encima. Hay que hablar de violencias digitales y hay que hablar de sexting. Los chicos hoy hacen sexting. No podemos tapar el sol con las manos. Nos guste o no, se inician quizás sexualmente intercambiando material íntimo. No hay una forma 100% segura de hacerlo y tenemos que hablar con ellos de esto para ver cómo se pueden minimizar los riesgos. También hay que hablar de consentimiento, sobre todo con los varones. Y hablar de prácticas digitales, de autocuidado, contraseña segura, de la huella digital que vamos dejando: hoy muchas veces se sube todo abierto y los datos personales quedan expuestos.

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Las escuelas son actores claves en la prevención y detección de las violencias digitales. En ese contexto, ayer se presentaron en el Anexo de la Cámara de Diputados de la Nación dos iniciativas clave: una guía para el tratamiento de los casos en las escuelas y un proyecto de ley que crea un Programa Nacional de Prevención y Abordaje de la Violencia Digital en Ámbitos Educativos. Ambas llevan el nombre de Ema, en honor a la adolescente de 15 años que se suicidó el año pasado en Longchamps, 24 horas después de que un compañero de escuela compartiera un video íntimo de ella.

—¿Cómo deberían actuar los colegios antes un caso de violencia sexual digital?

—En primer lugar, hay que incorporar la educación digital, tal como plantea el proyecto de Ley Ema. Después, las escuelas deberían trabajar en herramientas de detección temprana y de alertas, notar por ejemplo cambios de conducta muy evidentes en alguien del alumnado. Una vez que esté identificado el problema, ofrecer un espacio de escucha y de contención activa, entrevistar a las partes por separado, avisarles a las familias con responsabilidad y con ética. Hay que acompañar a la víctima y a la familia en todo el proceso. Si hay una viralización de contenido, la escuela tiene que generar alguna estrategia colectiva para ver cómo la frenamos. Además, aplicar los protocolos internos de actuación reglamentarios del Ministerio de Educación correspondiente y evaluar las sanciones de acuerdo a estos protocolos y reglamentos internos.

—Un lector nos contó que durante la pandemia, cuando tenía 20 años, un persona con un perfil falso le pidió fotos íntimas. Nos dice: “Nunca fui extorsionado ni se filtró nada sin mi consentimiento, pero para mí esto desencadenó en varios ataques de ansiedad, angustia y miedo. ¿Qué suele pasar en estos casos? ¿Si no aparecieron hasta ahora, las fotos y los videos pueden aparecer en el futuro?“

—Lamentablemente, el material digital en manos del agresor puede ser difundido cuando él quiera, si es que lo quiere difundir. A veces pasa, a veces no, no hay manera de saberlo. Como dije, una de las características de la violencia digital es la permanencia del material y de las agresiones. Puede ser subido transnacionalmente y permanecer en plataformas donde yo ni siquiera sé que está: hay casos donde alguien se entera de casualidad que hay un video íntimo suyo subido porque en una plataforma pornográfica de Europa del Este. Hemos tenido casos de lugares remotos. Y hay casos donde ese material puede circular y la persona no enterarse nunca.

NOTA CORTES C FLORENCIA 2Más información: En la guía “Chicos y pantallas” de Fundación La Nación podés encontrar más información sobre esta y otras problemáticas vinculadas al uso de las redes sociales. Género y TIC (Gentic): la organización brinda capacitaciones abiertas a la comunidad sobre violencias digitales de género hacia personas mayores de edad y a fin de año van a dictar cursos gratuitos con foco en niños, niñas y adolescentes. Además, ofrecen acompañamiento psicológico, asesoramiento y patrocinio jurídico sin costo para para casos de violencia digital hacia mujeres o integrantes del colectivo LGBT+ mayores de 18 años. Se puede acceder al formulario para turnos haciendo click aquí. También se los puede contactar por Instagram aquí o por mail a: gentic.org@gmail.comPara conocer la guía Ema destinada a escuelas, hacer click aquí. De su elaboración participaron Laura Sánchez, la mamá de Ema, junto a las organizaciones Ley Olimpia Argentina, Gentic, Faro Digital, Defensoras Digitales de México, Fundación Encuentro por la Participación Ciudadana y la Ampliación de Derechos, la diputada nacional Mónica Macha y la senadora provincial Laura Clark.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/comunidad/mi-hija-le-compartio-una-foto-intima-a-un-companero-y-el-se-la-mando-a-todo-el-colegio-que-hacer-nid19082025/

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