Menopausia: tu cuerpo no falla, te da pistas para reencontrar el equilibrio y tu bienestar
Una noche me desperté empapada en sudor. Me levanté, me cambié la remera, revisé la cama buscando el rincón más seco y pensé: “Capaz es el colchón”. Dos días después, estaba googleand...
Una noche me desperté empapada en sudor. Me levanté, me cambié la remera, revisé la cama buscando el rincón más seco y pensé: “Capaz es el colchón”. Dos días después, estaba googleando “sofocos menopausia o calor del demonio”. Y ahí empezó todo. Porque una cosa es saber que llega la menopausia. Otra muy distinta es vivirla, con sus síntomas como mensajeros rebeldes de algo mucho más profundo. No es solo un tema hormonal: es mucho más que eso.
Tus síntomas no son el problema, son el aviso. Después de los 40, tu cuerpo empieza a contarte cosas. Pero no lo hace con palabras suaves: te lo dice con insomnio, irritabilidad, cambios en la piel, ansiedad, acumulación de grasa abdominal, niebla mental y más.
El gran error es pensar que estos síntomas son un castigo o que hay que aguantarlos porque es normal. No. Son una advertencia temprana de que algo en tu salud general y metabólica está desajustado y cuanto antes lo escuches mejor.
Cada síntoma es una pieza del rompecabezas de tu salud y ese puzzle te necesita entera. Basta de creer que hay que resignarse. Normalizamos lo que no deberíamos; lo tratamos con resignación, Ibuprofeno, agüitas mágicas o bajando el ritmo. Pero tu cuerpo no necesita eso sino que entiendas el nuevo compás.
SolucionesOtro clásico que escucho mucho es que capaz si dejan los carbohidratos, hacen ayuno, corren 5K y toman vinagre de manzana se acomodan. ¿Te suena? Lo intentamos todo, menos escuchar al cuerpo. Y nos frustramos, estancamos y terminamos pensando que estamos rotas. No lo estás, sí subestimas la complejidad de tu fisiología.
¿Hay soluciones? Claro que sí. No es un suplemento milagroso, una dieta relámpago, una crema o un detox. Es un abordaje integral que respeta tu biología y te devuelve el poder de tomar decisiones con información. Y eso lleva tiempo, dedicación, y el acompañamiento adecuado.
Vale cada paso. Porque se puede vivir esta etapa con bienestar, sin resignación, excusas o silencios. ¿Y si el síntoma que ignoras hoy es el mensaje que te cambiará la vida? No creo en los sustos para generar acción pero sí en mirar de frente lo que pasa porque lo que ignoras hoy, tu cuerpo lo grita mañana. No es drama: es autocuidado.
Diferentes síntomas y lo que buscan avisarnos¿Qué te está diciendo tu cuerpo cuando se encienden las alarmas?
Sofocos y sudores nocturnos: pueden señalar no solo fluctuaciones hormonales sino desequilibrios en tu sistema nervioso autónomo y una alteración en la termorregulación corporal.Fatiga persistente: más allá del típico estoy cansada, puede haber una disfunción mitocondrial, resistencia a la insulina o falta de reservas nutricionales de base.Cambios en la piel, cabello y uñas: el estrógeno baja pero también puede haber déficit de colágeno, disbiosis intestinal y estrés oxidativo acumulado.Grasa localizada en abdomen: no es porque comes mal sino porque tu cuerpo está protegiéndose del cortisol, guardando energía, y porque tu metabolismo ya no responde igual.