Matar al mensajero
Noviembre trae a la memoria colectiva el Día Internacional para Poner Fin a la Impunidad de Crímenes contra Periodistas. La Asamblea General de las Naciones Unidas, con su resolución de noviembr...
Noviembre trae a la memoria colectiva el Día Internacional para Poner Fin a la Impunidad de Crímenes contra Periodistas. La Asamblea General de las Naciones Unidas, con su resolución de noviembre de 2013, conmemoró y honró la memoria de dos periodistas franceses: Ghislaine Dupont y Claude Verlon, asesinados en Mali. Hoy los periodistas no mueren por azar, sino por investigar, por atreverse a mirar delitos de corrupción y darlos a conocer; a veces, solo por observar con rigor y agudeza actos de gobierno sospechados de ilícitas conductas y exponerlos a sus lectores. Por eso matan al mensajero.
Desde el punto de vista simbólico, se trata de un acto contra la impunidad. El mundo debe decir “no” a que se olviden los nombres, a que no haya juicios y no se trabaje sobre el esclarecimiento de muertes de periodistas, colaboradores, familiares o simples empleados de medios opositores. Malos socios de la justicia y la democracia, la impunidad, el olvido o la indiferencia del Poder Judicial de cada Estado. Las cifras son estremecedoras. La Unesco denunció que, entre 2006 y 2024, más de 1700 periodistas habían sido asesinados por el solo hecho de ejercer su profesión. El 90% de dichos casos sigue sin resolverse judicialmente. No hay testigos, no hay caminos de sospechosos involucrados en el crimen; tampoco una activa participación del poder de cada Estado para poner luz sobre la tragedia. La impunidad sobrevuela con la crueldad de la indiferencia y el callar la realidad.
El silencio, el olvido y la omisión son las respuestas, desoladoras, que recibe la sociedad ante el aterrador número de muertes. Y no contamos el sufrimiento de los que deben emigrar, buscando en tierras lejanas la seguridad para sus familias. Cabe a la infatigable Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), que en su reciente asamblea, en Punta Cana, reiteró, con la misma lozanía después de más de 8 décadas de existencia y lucha, que corresponde ser custodios de la memoria, proteger al periodismo en todo momento, fomentando la cooperación internacional para alcanzar una justicia real. Esta sociedad, faro incomparable en la oscuridad de la arbitrariedad y las prácticas antidemocráticas, es quien con más énfasis ha luchado contra gobiernos antidemocráticos, mafias internacionales y bandas delictivas.
Puso énfasis en países como México, Haití, Nicaragua, Venezuela y ahora también Colombia, donde se han incrementado los casos de muertes, exilios, intimidaciones, amenazas a la comunidad periodística en general; sin omitir que a más impunidad, más violencia, sosteniendo que la velocidad de la Justicia en actuar ayuda a que se alumbre la oscuridad del poder y las injusticias. Se torna indispensable una protección al periodista, que presta un servicio de interés público esencial, que afirma instituciones y prácticas democráticas, que busca desde la verdad asegurar la subsistencia de una prensa libre, el acceso del lector a la información, teniendo la certeza de que su seguridad no es un blanco permanente de la impunidad y olvido.
Recientemente, el escritor nicaragüense Sergio Ramírez, exiliado desde hace muchos años, recibió en Madrid el premio en la Bienal Vargas Llosa, con estas palabras: “Quiero compartir este premio con todos aquellos que junto conmigo viven el exilio, que junto conmigo han sido despatriados, con aquellos a los que se nos ha quitado la ciudadanía. Yo, que en esta noche tengo voz, quiero representarlos a ellos y abrir un camino de esperanza para poder vivir sin miedo y gozando los aires de la libertad”. Sería un acto de justicia que cada persona que ponga sus ojos y su mente sobre alguna noticia advierta que, en su actividad, un periodista, un fotógrafo, un reportero, está expuesto a un crimen, y que esto no es solo una tragedia individual y aislada, sino que es una agresión al derecho de todos los ciudadanos. Una agresión a los miembros de la sociedad en su totalidad. Hacernos cargo de esta información nos transformará en mejores ciudadanos y personas, y, por qué no, también en mensajeros de la verdad.
Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/matar-al-mensajero-nid08112025/