Maestro
Los caminos de la vida no son los que yo esperaba, canta Vicentico. A veces pueden ser mejores. En los años noventa ejercía la crítica de televisión con ribetes ásperos. Inclusive, los ...
Los caminos de la vida no son los que yo esperaba, canta Vicentico. A veces pueden ser mejores.
En los años noventa ejercía la crítica de televisión con ribetes ásperos. Inclusive, los más buenos, a veces se ligaban alguna observación disonante.
Cuando nació mi cuarta hija, uno de ellos, envió a la maternidad un presente floral. No me lo esperaba.
A la vuelta de los años, nos volvimos a encontrar cuando esa hija mía y el menor de los suyos coincidieron por casualidad en el mismo elenco infanto-juvenil que dirigía Ricky Pashkus.
Con la toma de distancia que solo da el paso del tiempo, ya podíamos sentarnos alrededor de una misma mesa, junto a amigos comunes, para hablar de esa TV que, con tristeza, se iba desmoronando ante nuestros ojos.
En cambio, aquellos retoños nuestros mejoraron con el tiempo, se hicieron adultos y conformaron Plastilina, un ascendente dúo pop que nos convirtió en público a él, autor de memorables éxitos televisivos, y a mí, periodista que ha trajinado varias redacciones, sentados uno al lado de otro, no hace mucho, disfrutando y aplaudiéndolos emocionados.
Ha partido Jorge Maestro, pero queda su obra, y el recuerdo de su calidad humana. Y nuestros hijos, que nos continúan.
Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/maestro-nid21082025/