Luciano Pereyra en el Movistar Arena: un invitado internacional, coros multitudinarios y los eternos guiños con su público
Tour Te sigo amando. Actuación de Luciano Pereyra (voz, guitarra). Con Darío Pacheco (bajo y dirección musical), Héctor Gandur (guitarras), Martín Pacheco (guitarra, coros), Ronaldo Gaitán (g...
Tour Te sigo amando. Actuación de Luciano Pereyra (voz, guitarra). Con Darío Pacheco (bajo y dirección musical), Héctor Gandur (guitarras), Martín Pacheco (guitarra, coros), Ronaldo Gaitán (guitarras, charango, aerófonos), Silvio Geraci (teclados), Oscar Domínguez (acordeón), Alberto Merino (percusión) y Oscar Alessioala (batería). Sala: Movistar Arena. Nuestra calificación: muy bueno.
Hace rato que Luciano Pereyra dejó de ser aquel chico bonaerense, que nació y se crió en Luján, en medio de una familia que la peleaba para salir adelante y que amaba el folklore. Pero, aunque es un hombre que ha pasado por mil etapas artísticas hasta llegar a quien es hoy, conserva buena parte de aquello y quizá -intentando explicar lo que muchas veces se hace difícil- el tremendo amor que le tienen sus fans, la enorme locura que despierta cada vez que se presenta, los estadios que llena, los clicks sobre sus músicas publicadas tengan también mucho que ver con su pasado.
En 2024 fue récord con los muchos Lunas Park llenos compartidos con su colega Abel Pintos. Y ahora, casi un año después, vuelve al ruedo con una gira presentación de su tema “Te sigo amando”, cuyo registro compartió con el español David Bisbal. Aunque eso parece ser solamente una excusa. Arrancó en Santiago de Chile sobre fin de setiembre, ahora tendrá cinco fechas repletas en el Movistar Arena porteño (cuyo debut se produjo el viernes 3 de octubre) y pasará por Córdoba, Rosario, Mendoza, Santa Fe y Neuquén para cerrar, ya en diciembre, en Montevideo.
Como decíamos, a lo mejor vale la pena volver sobre su historia para entender este presente increíble. De su paso infantil por Festilindo llegó a ese folklore más tradicional que era suyo, y su vecino Horacio Guarany lo apadrinó al punto de hacerlo compartir escenarios y de elogiarlo en cuanto espacio pudo.
Empezó a construir su “carrera” como niño prodigio en ese género, cuando eso era una pequeña moda. Así, fue recorriendo ciudades, conociendo hoteles y aeropuertos, visitando lugares más o menos remotos. Y, sobre todo, pisando escenarios y mirando a la cara a públicos de muy diversas características. De tal modo, se hizo un experto en la escena, en un conocedor del sentimiento de la gente, en un talentoso manejador de tiempos dramáticos. A la par, se fue dando cuenta de que ese folklore más clásico de sus comienzos y de los festivales más tradicionales tenía un techo que quería romper y así se fue pasando de cantor a cantante, de folklorista a baladista romántico y a intérprete de géneros más variados.
En sus letras, pasó del vos al tú y de nuestras particulares conjugaciones argentinas a un castellano más neutro. Nada nuevo bajo el sol porque eso ya lo había descubierto Gardel, pero Luciano no tuvo prejuicios ni se puso límites y aprovechó su talento natural, su desbordante poder de seducción, su carisma, su sonrisa eterna (que, además, ha potenciado) y su voz impecable para ir hablándole cada vez a sus seguidores, para enamorar a miles de mujeres que son mayoría abrumadora en sus espectáculos; de hecho, madres con sus hijas o grupo de amigas dominan por sobre las parejas o los hombres solos, que prácticamente no existen en este Arena colmado con el que arrancó la parte argentina de su tour.
Coros multitudinariosEn el Luciano Pereyra del presente están la balada romántica, la cumbia -cada vez más- y el pop. Su banda con varias guitarras, batería, percusión ampliada, acordeón y teclados va en esa dirección de hacer mover los cuerpos y acompañar los coros multitudinarios que en muchos casos quedan solos haciendo las canciones con un artista que sonríe emocionado desde el escenario. Pero también pueden aparecer aires de huayno, charangos, quena, sikus o bombo o sonar una chacarera como “Chaupi corazón” sin que el tono general se desordene y pierda coherencia. Como puede pasar de las acarameladas canciones de parejas a un momento emotivo con “Mi primer amor”, escrito para su madre presente en la platea con lo que hizo llorar a todo el mundo.
El repertorio fue un compendio de hits, aunque en verdad todas sus canciones lo son; y no hay momento en que el público se quede callado. “Voy a brindar”, “Una mujer como tú”, “22 de marzo”, “Sin testigos”, “Te estás enamorando de mí”, “Enséñame a vivir sin ti”, “Quédate conmigo” o “Tu mano” son apenas algunos de esos títulos que hacen delirar a sus fans. No falta el popurrí ya cerca del final del concierto para incluir más piezas aunque sean pedacitos ni una versión remixada de “Como tú”. Aunque la frutilla del postre estuvo esta vez en dos visitas: la de Emanero, el rapero argentino con quien hizo “Ahora resulta” por segunda vez en el show -ya había usado ese tema para empezar- y, muy especialmente, la del andaluz David Bisbal que se vino para acompañarlo en ese “Te sigo amando” que grabaron juntos, pero también en “Me enamoré de ti”.
A nadie le incomodan las frases cursis (“avisen en el cielo que se les cayó una estrella” dice, por caso, en “Qué suerte tiene él”), las melodías que suenan reiteradas, los mohines y las gestualidades aprendidas a fuerza de horas de gastar zapatos en las tablas, los arreglos que no sorprenden y que siempre tienen el único objetivo de poner al cantante en primerísimo plano.
Como dijimos tantas veces, los cuestionamientos están en los críticos que nos ponemos estrictos y protestones frente a ciertos fenómenos populares. La gente, su público, quienes lo aman y lo admiran incondicionalmente que son muchísimos, compran con felicidad las entradas, llenan estadios, escuchan sus grabaciones y disfrutan. Frente a eso, lo mejor es mantener un humilde y respetuoso silencio.