Los 300 avestruces que fueron sacrificados en Canadá en medio de una polémica que llegó a EE.UU.
*Por Nadine YousifLa llegada de hombres con trajes de protección significó el fin para más de 300 avestruces en la Columbia Británica.Su destino fue objeto de una batalla legal de...
*Por Nadine Yousif
La llegada de hombres con trajes de protección significó el fin para más de 300 avestruces en la Columbia Británica.
Su destino fue objeto de una batalla legal de meses en Canadá que atrajo a un grupo inesperado de partidarios, entre ellos un multimillonario estadounidense, activistas canadienses contrarios a las medidas contra el COVID-19 y el secretario de Salud de Estados Unidos, Robert F. Kennedy Jr.
El doctor Mehmet Oz, un médico famoso y miembro del gobierno de Trump, incluso se ofreció a adoptar a las aves, pero todo fue en vano.
El jueves por la noche, se oyeron disparos provenientes del recinto de pacas de heno donde estaban confinadas las aves.
Katie Pasitney, cuya familia es dueña de la granja, declaró a la BBC el viernes por la mañana que los avestruces fueron sacrificados durante la noche. Funcionarios de inspección de alimentos confirmaron posteriormente realización de la operación.
“Qué vergüenza, Canadá”, dijo Pasitney entre lágrimas en un video publicado en su Facebook.
“El mundo está mirando”.
Las críticas a la decisiónA finales del año pasado, se ordenó el sacrificio de los avestruces después de que dos dieran positivo por gripe aviar (H5N1), tras un brote que causó la muerte de 69 aves.
Los dueños de la granja, que crían avestruces para el sacrificio, pero en los últimos años también las utilizan para investigación médica, agotaron todas las vías legales para detener la orden de la Agencia Canadiense de Inspección de Alimentos (CFIA, por sus siglas en inglés), llegando a batallar legalmente hasta la Corte Suprema de Canadá.
El máximo tribunal desestimó el caso el jueves por la mañana, permitiendo así que el sacrificio se llevara a cabo.
Los tribunales inferiores habían sentenciado a favor del gobierno canadiense, dictaminando que actuaba dentro de su mandato para proteger la salud pública.
Decenas de personas se congregaron en Universal Ostrich Farms el jueves por la tarde para protestar contra el inminente sacrificio de los avestruces.
“¡Parásitos enfermos, arderán en el infierno!”, gritó uno de ellos.
Las aves se han convertido en un inesperado símbolo político, y muchos argumentan que el gobierno canadiense se extralimitó en sus funciones.
Esto ha generado crecientes tensiones en la ciudad de Edgewood, Columbia Británica, donde se ubica la granja. Comerciantes locales informaron a los medios que tuvieron que recurrir a la Real Policía Montada de Canadá tras enfrentamientos con los defensores de las aves, quienes habían acampado en la granja.
Este tipo de sacrificios suelen realizarse discretamente, como parte del amplio mandato que tienen los inspectores de alimentos canadienses para frenar la propagación de virus dañinos.
Sin embargo, este caso atrajo la atención tanto a nivel nacional como internacional, en particular por parte de miembros del gobierno de Trump, como Kennedy y el doctor Oz, quien es responsable de supervisar los programas de salud Medicaid y Medicare en EE.UU.
Aunque ninguno de los dos tiene jurisdicción en Canadá, ambos se han pronunciado a favor de las aves.
Por el contrario, la respuesta de altos funcionarios canadienses, incluido el primer ministro Mark Carney y otros líderes ha sido en gran medida discreta.
Un defensor acérrimo de la granja al sur de la frontera ha sido el multimillonario neoyorquino y megadonante republicano John Catsimatidis, quien se autodefine como amante de los animales y que el jueves solicitó una “investigación exhaustiva” sobre el caso.
Incluso sugirió que el Departamento de Justicia de EE.UU. debería hacerse cargo de la investigación si Canadá se niega.
La participación de Catsimatidis se remonta a principios de mayo, cuando Pasitney llamó a un programa de radio que él presentaba para exponer su caso.
“El gobierno canadiense quiere sacrificar a dos aves de nuestra granja”, le dijo, “a pesar de que están completamente sanas y prosperan de maravilla”.
Conmovido por la situación de las aves, el multimillonario consiguió que figuras de la administración Trump se unieran a la causa.
Más tarde, ese mismo mes, Kennedy se reunió con funcionarios canadienses para intentar detener el sacrificio.
Propuso un estudio a largo plazo de los avestruces con el fin de determinar si habían desarrollado inmunidad a la gripe aviar.
“Existe un valor significativo en estudiar esta población”, escribió Kennedy posteriormente en una carta a funcionarios canadienses, en lugar de la matanza “indiscriminada” de la bandada.
El doctor Oz, por su parte, se ofreció a trasladar a los avestruces a su finca en Florida, pero los dueños de la granja se negaron.
“Queremos que esto se quede en Canadá” declaró Pasitney a la cadena canadiense CBC en aquel entonces.
Sin embargo, pocos días después de la reunión con Kennedy, los funcionarios informaron a la Canadian Press que seguirían adelante con el “sacrificio” para reducir el sufrimiento de la bandada en circunstancias críticas.
En julio, Kennedy, el doctor Oz y Catsimatidis llevaron el asunto a las más altas instancias, suplicándole al primer ministro Carney una “declaración pública conjunta” en apoyo de la granja.
Carney no se ha pronunciado públicamente sobre el tema.
Su ministro de Justicia, Sean Fraser, sí habló el jueves, declarando a la prensa que le “satisfacía” la desestimación del caso por parte del Tribunal Supremo.
“Es importante que el ministro de Agricultura y la CFIA puedan proteger la salud de los canadienses y los alimentos que consumimos”, dijo Fraser.
Una causa transfronterizaKennedy y el doctor Oz —defensores del movimiento “Hagamos que EE.UU. vuelva a ser saludable”— y el Catsimatidis podrían parecer aliados improbables para una pequeña granja de avestruces en la zona rural de la Columbia Británica. Sin embargo, sus causas coinciden.
Los dueños de la granja han acusado frecuentemente a funcionarios canadienses de extralimitarse. Asimismo, han recibido el apoyo de activistas canadienses contrarios a las medidas contra el COVID-19, como Tamara Lich, quien lideró la “Caravana de la Libertad” que ocupó Ottawa durante el punto álgido de la pandemia y recaudó fondos para la defensa de las aves.
Mientras tanto, Kennedy ha criticado las medidas de salud pública impuestas por el gobierno, como la obligatoriedad de la vacunación.
El funcionario estadounidense ha expresado su interés en utilizar las aves para estudiar la inmunidad natural a la gripe aviar, en lugar de seguir los protocolos de erradicación de la Agencia Canadiense de Inspección de Alimentos (CFIA), que coinciden con los de la Organización Mundial de la Salud (OMS), un organismo de la ONU que ha sido criticado tanto por Kennedy como por el presidente estadounidense, Donald Trump.
“Resulta un tanto sorprendente que miembros del gabinete estadounidense estén haciendo declaraciones públicas al respecto”, afirmó Jeremy Snyder, profesor y experto en salud pública de la Universidad Simon Fraser de la Columbia Británica.
“Pero no es de extrañar”, añadió, señalando que la controversia ha sido el caldo de cultivo perfecto para quienes se oponen a los abusos de poder del gobierno, entre ellos los escépticos de las vacunas, quienes creen que “las grandes farmacéuticas y el gobierno están intentando controlar nuestras vidas”.
La CFIA ha defendido sus políticas en varios comunicados, afirmando que el objetivo es proteger la salud pública y animal, así como la multimillonaria industria avícola canadiense.
Por su parte, el diputado conservador de Columbia Británica, Scott Anderson, partidario de la granja, criticó lo que calificó como una “operación mal ejecutada”.
“Esta operación ha costado a los canadienses millones de dólares, cientos de horas extras de la Real Policía Montada de Canadá y ha transformado la otrora tranquila ciudad de Edgewood en algo que parece un escenario de película de ciencia ficción ambientado en el Área 51”, declaró Anderson.