Las expectativas por el acuerdo con Estados Unidos
El documento firmado por los responsables de las relaciones externas de los Estados Unidos y de la Argentina, Marco Rubio y Pablo Quirno, se titula “Declaración conjunta sobre el marco para un A...
El documento firmado por los responsables de las relaciones externas de los Estados Unidos y de la Argentina, Marco Rubio y Pablo Quirno, se titula “Declaración conjunta sobre el marco para un Acuerdo de Comercio e Inversión Recíprocos entre Estados Unidos y la Argentina”. Constituye solo un marco general sobre el cual se trabajará para formalizar y poder hacer ejecutable el acuerdo comercial. Por su alcance, el documento definitivo deberá presumiblemente contar con la aprobación parlamentaria de ambos países y, en el caso de la Argentina, también con el conocimiento de los demás socios del Mercosur. Se trata de un logro importante. Así lo han valorado los analistas e inversores, según se observa en opiniones calificadas y en el impacto positivo en la cotización internacional de los activos argentinos. Las críticas de la oposición local argumentando que hay un desbalance y que es una “entrega” están teñidas por intencionalidades políticas y prejuicios de tipo ideológico, sin siquiera esperar la letra completa del acuerdo.
Lo primero por considerar es que la apertura bilateral del comercio entre dos países siempre le otorga mayores beneficios a la nación de menor tamaño. Se le abre a ella un mercado que multiplica por varias veces el propio, lo que no ocurre con su contraparte de mayor tamaño. El consumo total anual de la Argentina alcanza a 350 mil millones de dólares, mientras que el de los Estados Unidos es de 18 billones; más de 50 veces. Esta proporción se mantiene en el mismo orden para cada uno de los diversos rubros de bienes o servicios. Ganar el 2% del mercado de un bien del país mayor significaría duplicar la venta de los productores de ese bien del país menor. En el sentido inverso el efecto resulta insignificante. Lo que cada país entrega en un acuerdo comercial es su mercado, o sea la demanda, que solo evoluciona en el tiempo, mientras que la oferta es ampliable de inmediato mediante inversiones.
Lo que cada país entrega en un acuerdo comercial es su mercado, o sea la demanda, que solo evoluciona en el tiempo, mientras que la oferta es ampliable de inmediato mediante inversiones
Debe tenerse en cuenta, además, que el acuerdo abarca también el impulso a la inversión. Hay que entender estas razones para valorar debidamente la importancia de esta iniciativa conjunta con la mayor economía del mundo. En este contexto se deben comprender y aceptar algunas menciones específicas de especial interés para los Estados Unidos en el texto de la declaración. Es el caso del respeto a las patentes, el combate a la piratería y la supresión de autorizaciones innecesarias en la importación de medicamentos y alimentos que ya cuentan con aprobación en origen. Son cuestiones de interés para los Estados Unidos pero que favorecerán a los consumidores argentinos, aunque no sean del agrado de productores locales que deberán competir. En el texto de la declaración se advierte también la preocupación del gobierno de Donald Trump por apaciguar las eventuales reacciones de sus productores agropecuarios que ya se manifestaron en protesta frente a la ampliación de la cuota de importación de carne argentina. A eso apunta el compromiso de permitir el acceso de ganado vivo estadounidense, además de aves de corral, productos de carne, vísceras de vacuno, productos porcinos y productos lácteos procedentes del país del Norte.
El marco del acuerdo comercial expone una natural prevención por el eventual incumplimiento de los derechos laborales reconocidos internacionalmente. Se hace mención a la exclusión de la importación de bienes producidos por trabajo “forzado”. En rigor se refiere al uso de mano de obra en condiciones abusivas y en la informalidad. Esta condición, sumada al respeto de patentes y piratería no debiera extrañarnos ni ofendernos a los argentinos a la vista de La Salada.
Se abre ahora un proceso de negociación en detalle del acuerdo. Lo que se da en denominar la letra chica. El paso inicial ya está logrado y la buena voluntad y el claro espíritu asociativo entre los dos gobiernos, debería permitir completar sin demoras esta etapa.