Lacrosse: qué es, cómo se juega y por qué es uno de los deportes más dinámicos
De origen ancestral, el ...
De origen ancestral, el lacrosse fue creado por comunidades originarias de Norteamérica, especialmente en la región entre Estados Unidos y Canadá, hace más de 500 años. Para estas culturas, el juego no era solo un deporte, sino también un ritual espiritual y comunitario. Lo utilizaban como entrenamiento para la guerra, para resolver disputas entre tribus y como ceremonia religiosa. Luego, con la llegada de los colonizadores franceses, el juego comenzó a tomar una forma más parecida a la actual y fue adoptado por las universidades canadienses y estadounidenses, que lo reglamentaron y difundieron como disciplina deportiva.
“Los colonos franceses lo bautizaron la crosse por la semejanza del palo con un báculo eclesiástico”, cuenta Daniel Seltzer, exjugador de la selección nacional argentina de lacrosse y árbitro internacional de este deporte. El lacrosse es un deporte de equipo 10 vs. 10 que combina velocidad, destreza y estrategia. Se juega con un palo o stick llamado crosse, que tiene en un extremo una red pequeña utilizada para atrapar, transportar y lanzar una pelota recubierta de goma con una gran capacidad de rebote. El objetivo del juego consiste en introducir la pelota en el arco contrario, un cuadrado de 1,80 metros. La pelota se desplaza principalmente por el aire, lo que exige rapidez y coordinación.
No es casual que el lacrosse sea considerado uno de los deportes de campo más dinámicos y veloces. Durante su desarrollo hay que correr, pensar y tomar decisiones rápidas. Entre sus beneficios, mejora la coordinación y la agilidad, estimula la concentración, desarrolla fuerza, velocidad y resistencia a la vez que fomenta el trabajo en equipo y la integración social.
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“Aunque comparte ciertos elementos con deportes más conocidos como el hockey sobre hielo o el fútbol americano, el lacrosse tiene reglas y estrategias propias que lo hacen único. Su práctica en la Argentina es limitada por la falta de material y la escasa difusión cultural, lo que hace que sea un deporte poco conocido. Hoy en día, se lo practica sobre todo en universidades de Estados Unidos y Canadá, aunque su presencia crece en distintos países, incluido el nuestro, donde desembarcó hace unos 20 años”, señala por su parte Emanuel Hernández Ercole, jugador de la selección argentina de lacrosse.
Por lo pronto, su práctica requiere de una cancha de pasto natural o sintético (símil las canchas de fútbol o rugby), arcos específicos y el equipamiento personal compuesto de un palo de lacrosse, casco, guantes y protecciones.
“En un principio se practicaba de manera muy amateur, con pocos palos y pelotas que viajaban de mano en mano, entre quienes se sumaban. Con el tiempo se fueron formando equipos, se realizaron clínicas abiertas y comenzaron los primeros torneos locales. Hoy la selección argentina ya participa en competencias internacionales, lo que marca un gran paso para el crecimiento de este deporte en el país”, sigue Ercole.
Así las cosas, nuestros representantes se clasificaron por primera vez para un mundial en Manchester 2010.
“El partido se desarrolla en cuatro tiempos, y cada equipo forma con un arquero, defensores, mediocampistas y atacantes que usan el palo con la red para pasar la pelota, esquivar rivales y lanzar al arco”, precisa Seltzer, uno de los jugadores más experimentados del país, que participó en los mundiales de Manchester (2010); Denver (2014) y en la Copa América jugada en México DF (2015).
Si bien es un deporte de alta intensidad, que combina velocidad y resistencia, los contactos están regulados, especialmente restringidos en la versión masculina.
“En el momento más alto del desarrollo del lacrosse en Argentina, prepandemia, éramos unos 500 jugadores. Luego de la pandemia lo estamos reactivando con ayuda del Comité Olímpico Argentino, ya que el deporte fue aprobado como deporte olímpico en 2022”, sigue Seltzer.
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Según los especialistas, no hay requisitos excluyentes para iniciarse en el lacrosse, ya que existen categorías adaptadas para todas las edades y niveles. Es recomendable tener buena predisposición al trabajo en equipo y a la actividad física; la coordinación ojo-mano se desarrolla con la práctica.
En cualquier caso, desde la perspectiva de la medicina del deporte, es recomendable tomar ciertos recaudos antes de comenzar su práctica: “Dado su nivel de exigencia, es esencial una evaluación médica previa, que incluya electrocardiograma, ecocardiograma doppler, pruebas de esfuerzo y análisis clínicos. De esta forma, se asegura una práctica segura y se maximizan los beneficios”, advierte el médico Ulises Godoy, especialista en cardiología.
A su vez, por tratarse de un deporte de alto rendimiento, ofrece una amplia gama de beneficios físicos. “Entre ellos, mejora la capacidad cardiovascular, ya que las constantes aceleraciones y desaceleraciones incrementan la resistencia del corazón y los pulmones; fortalece la musculatura, especialmente en las piernas, el tronco y los brazos, debido a los sprints, los cambios de dirección y los lanzamientos”, explica Godoy.
Y concluye: “Además, mejora la coordinación mano-ojo, la agilidad y el equilibrio, gracias a la necesidad de manejar el palo, el balón y la dinámica del juego. También contribuye a la quema de calorías, ayudando al control del peso, y mejora la densidad ósea por la actividad de impacto. Al ser un deporte de equipo, también fomenta habilidades sociales y el trabajo en grupo”.