La tendencia que crece en la Champions League, supera al Mundial e inauguraron los argentinos Di Stéfano y Rial
La primera final de la Copa Europa, hoy denominada Champions League, se disputó en 1956 y Real Madrid le ganó a Stade de Reims 4-3 en un encuentro en cual 20 de los 22 jugadores habían nacido en...
La primera final de la Copa Europa, hoy denominada Champions League, se disputó en 1956 y Real Madrid le ganó a Stade de Reims 4-3 en un encuentro en cual 20 de los 22 jugadores habían nacido en el país de donde eran originarios sus equipos. La única excepción fueron los argentinos Alfredo Di Stéfano y Héctor Rial, autores de tres de los cuatro goles merengues, que fueron los que tímidamente marcaron una tendencia que en los siguientes 71 años se consolidó: la fuerte presencia de jugadores extranjeros en los clubes que pelean por alzar “La Orejona”.
Si se analizan las alineaciones iniciales de los 36 equipos que participaron en las dos primeras fechas de la etapa final solo un tercio (33,7%) de los futbolistas nacieron en el país de la liga que representan sus equipos.
La Champions League mantiene su esencia y es la competencia que convoca a los campeones de las ligas europeas, pero cuentan con un condimento adicional: se nutre no solo de los mejores futbolistas del viejo continente, sino que además se refuerza con figuras de todo el mundo.
En el comienzo de la rueda final 2025/26 varios equipos conformaron alineaciones casi completas con futbolistas de otras latitudes. Liverpool contó con apenas un inglés en los dos encuentros, Benfica alistó a dos portugueses, Pafos, de Chipre, tuvo a tres futbolistas de ese país y en Tottenham arrancaron solo tres ingleses. Además, Bayern Leverkusen, Chelsea, Mónaco y Real Madrid disputaron uno de los dos encuentros con un solo jugador nacido en el país del que estos clubes son originarios.
En la otra vereda solo unos pocos equipos presentaron alineaciones conformadas con mayoría de jugadores del mismo país. El club con mayor presencia de “locales” fue Athletic Club, de Bilbao, que alistó a diez jugadores nacidos en España en la primera fecha y a 11 en la segunda respetando la regla de oro de esa institución que ficha a futbolistas nacidos en el País Vasco o extranjeros, pero formados en esa región. Bodo Glimt, de Noruega, tuvo a ocho jugadores nacidos en ese país en la primera jornada y nueve en la segunda; y el Slavia Praga jugó con ocho futbolistas de República Checa en las dos instancias.
El país que más aportó fue España con 81 futbolistas, lo que representa el 10,6% del total, dejando clara la calidad de los ibéricos, pero además impulsado por la participación de cinco equipos de ese país (Atlético Madrid, Athletic Bilbao, Barcelona, Real Madrid y Villareal), junto con Inglaterra los que más presentan. En segundo lugar, se ubica Francia con 62 jugadores, con tres conjuntos galos compitiendo, y con solo un jugador menos Países Bajos que tiene a dos equipos participando, PSV y Ajax.
El país fuera de Europa que más jugadores sumó fue Brasil con 48 futbolistas y en segunda instancia Argentina que tuvo a 30 compatriotas disputando estas dos primeras fechas. Olympique de Marsella fue el equipo que alistó a más argentinos: Gerónimo Rulli y Leonardo Balerdi dos veces cada uno y Facundo Medina en una oportunidad. Luego le siguieron Atlético Madrid, Benfica, Chelsea y Olympiacos, todos con cuatro presencias de nacidos en nuestro país.
Una frase bastante común afirma que “el fútbol no tiene idioma” y algunos participantes de la Champions League 2025/26 son un ejemplo vivo de esta sentencia. En Union Saint-Gilloise, el club belga donde Kevin Mac Allister se desempeña como defensor, jugaron futbolistas de diez nacionalidades en el primer encuentro y nueve en el segundo. En el triunfo de visitante ante PSV el conjunto campeón de la Liga de Bélgica alistó a dos belgas, un argentino, un senegalés, un argelino, un israelí, un nigeriano, un ecuatoriano, un inglés, un noruego y un neerlandés. Una verdadera Torre de Babel donde cuesta saber en qué idioma se comunican.
La presencia de jugadores de buena parte del mundo son un condimento y una de las características que hacen de la Champions League el torneo de clubes más convocante, y probablemente el más relevante. En las dos primeras fechas jugaron futbolistas de 63 países diferentes, algo que supera cómodamente al Mundial. En Qatar 2022 estuvieron presentes 32 naciones y para la próxima cita, que será en Canadá, México y Estados Unidos, la FIFA modificó el formato y será la primera que convoque a 48 selecciones lejos de la marca del máximo torneo de clubes europeo.
Pero el carácter internacional de la competencia se combina con otro factor que la pone en el podio de los eventos de mayor audiencia, solo superado por el propio Mundial de Fútbol y los Juegos Olímpicos, y es la calidad de los jugadores que participan. En las dos primeras fechas las alineaciones de los 36 equipos totalizaron 792 jugadores de los cuales el 91,2% son futbolistas, que son parte o lo fueron, de la selección de su país. Equipos completos como Arsenal, Benfica, Bayern Munich, Brujas, Chelsea, Frankfurt, Galatasaray, Inter, Liverpool, Manchester City, Newcastle, PSV, Real Madrid, Sporting Lisboa y Tottenham compiten con alineaciones conformadas íntegramente por futbolistas de selecciones.
Los creadores de la entonces Copa Europa (denominación que se mantuvo hasta 1992) pensaron en “una competición de fútbol reservada para los grandes equipos europeos”, pero se sorprenderían al ver la trascendencia que logró. La Champions League se convirtió en el torneo de clubes más convocante y trascendente que año tras año concita la atención de los apasionados por el futbol motorizada por dos factores clave: la calidad de los jugadores que compiten, en su mayoría de selección, y una masiva presencia de futbolistas de buena parte del mundo.