La odisea del hermano de Calvete con los narcos mexicanos, una huida y el enigma de los 460.000 euros
José de Jesús Flores Ramos se hacía llamar “Patrón”, vivía en una finca custodiada por sicarios, tenía dos Lamborghinis y un Rolls Royce y gastaba fortunas en joyas. Encajaba en el estere...
José de Jesús Flores Ramos se hacía llamar “Patrón”, vivía en una finca custodiada por sicarios, tenía dos Lamborghinis y un Rolls Royce y gastaba fortunas en joyas. Encajaba en el estereotipo de un señor de las drogas de su México natal, pero el imperio delictivo que planeaba construir estaba en Europa, alrededor de un campo yermo a menos de dos horas de Madrid.
Su destino se cruzó en 2020 con Alejandro Adolfo Calvete, un argentino con nacionalidad española que cargaba una condena por proxenetismo en Buenos Aires junto con su hermano Miguel Ángel. Había regresado a Madrid mientras apelaba aquella sentencia ingrata. Llegó con un vertiginoso ímpetu empresarial: ese mismo año registró una serie de laboratorios especializados en cannabis medicinal en España, Portugal y Suiza.
Ni “Patrón” ni Calvete sabían que la Policía Nacional y la Aduana española vigilaban sus movimientos. Sospechaban que el mexicano montaba una red de narcotráfico y que el argentino aportaba una fachada empresarial para darle una apariencia de legalidad a la operación. “Mi socio de los laboratorios”, decía Flores Ramos para aludir a Calvete, según las escuchas telefónicas consignadas el expediente que terminó este año con una condena para todos los integrantes del cartel en ciernes.
Calvete salió de España antes de que la policía lanzara en 2022 una redada de película contra todos los involucrados. Como reveló LA NACION, hay una orden de busca y captura vigente contra él por tenencia ilegal de armas y por supuesto lavado del dinero narco. Su situación cobró relevancia pública a partir de que en Argentina estalló el escándalo de corrupción en la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis): su hermano Miguel Ángel está acusado de digitar compras con sobreprecios y pagar coimas a funcionarios.
El expediente judicial español enfoca a Calvete desde el inicio. En una resolución de diciembre de 2021 se lo menciona como el administrador de “la sociedad encargada del aprovechamiento” de unas plantaciones de cannabis que los mexicanos mantenían en una finca en la provincia de Guadalajara, pegada a Madrid.
En el auto de acusación del fiscal se identifica una llamada del 2 de septiembre de 2021 en el que Flores Ramos, alias “Patrón”, le pide a uno de sus subordinados que se dirija a un restaurante argentino en Majadahonda, en las afueras de Madrid, para que haga de “escolta-seguridad” a Calvete.
La aventura de “Patrón” en España se parece más a una comedia de enredos que a una serie de true crime. Llegó a España en junio de 2020 en un vuelo privado. Lo siguieron sus padres, varios hermanos, tíos, primos y cuñados. Un clan de 20 personas. Declararon entre todos 10 millones de euros en billetes y metales preciosos. Un policía español -luego condenado como cómplice- les había facilitado los viajes y los papeles migratorios.
Entraron con permiso de residencia y la promesa de establecerse como comerciantes de autos de alta gama. Los dejaron pasar, pero llevaban un cartel de neón encendido. Empezaron a comprar propiedades y objetos suntuosos a una velocidad que activó, casi de inmediato, un operativo policial para vigilarlos de cerca.
Venían de Tijuana. Eran dueños de casas de cambio que movían dinero del Cartel de Sinaloa, detalla el expediente. Uno de los testigos del juicio dijo que se habían ido de México con dinero que pertenecía a la banda del Chapo Guzmán. Tenían un blanco en la espalda.
La producción de drogasLa base de sus operaciones fue la finca de Corrales del Mirón, en Hueva (Guadalajara), de 98.000 metros cuadrados. Allí desarrollaron labores de cultivo, elaboración y manipulación de marihuana en grandes invernaderos indoor.
El campo se registró a nombre de la sociedad Sercopat SL, presidida por Lourdes Ramos Vega, la madre de “Patrón”. El 17 de julio de 2020 esa firma le prestó 460.000 euros al laboratorio Viridi Pharmaceutical, fundado y dirigido por Alejandro Calvete. La Justicia lo interpretó como “una operación para dar apariencia de cobertura legal al cultivo”, según la condena judicial dictada por la Audiencia Provincial de Guadalajara y ratificada en marzo pasado por el Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha.
El clan mexicano experimentaba con los cultivos en busca de un producto digno de ser ofrecido en el mercado negro como marihuana de alta calidad. Pero no les salía.
“Me tiene precupadísimo esto, wey. Si se echa a perder es una locura”, le dice “Patrón” a uno de sus tíos en una conversación interceptada en 2021. Su interlocutor le da un consejo al voleo que refleja la sentencia judicial: “Hay que sacarlas, nomás volteándolas o algo así. Cortarlas y voltearlas”.
Habían pactado con compradores para ubicar la droga en un circuito que llegaba hasta Ámsterdam y Londres, pasando por Francia. Pero el producto no crecía con la potencia necesaria.
A la madre le preocupaba el ánimo de su hijo. “No te pongas abusador con eso, no te pelees con nadie, hijo, pero que te vean, que no eres tonto y que eres cabrón”, le dijo en una llamada interceptada del 22 de junio de 2021.
“Patrón” se endurecía. Su banda operaba bajo férreas medidas de seguridad, que incluían controles de acceso, sistemas de aviso con “banderas ondeantes” y personal armado con subfusiles de procedencia checa, con los números de serie borrados, y pistolas de distinto calibre.
Calvete seguía con la misión de activar su red de laboratorios, integrada por Viridi Pharmaceutical (con sede en España y Suiza) y MoonPharm AG (radicada en Portugal y Suiza). Por esta última empresa, como reveló LA NACION, hizo gestiones el operador socialista Koldo García, ahora preso como pieza clave de una trama de corrupción que tiene entre las cuerdas al gobierno de Pedro Sánchez.
García contactó al Ministerio de Sanidad en septiembre de 2020 para apurar una autorización estatal que un laboratorio suizo de Calvete requerían para producir cannabis medicinal.
“La organización intentaba dar una apariencia de legalidad a su cultivo de marihuana, preocupándose por blindarla de toda sospecha. Para ello, querían hacer pasar el cultivo como cáñamo para la comercialización de CBD con fines industriales, aunque no contaban con la autorización de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps)”, señala la sentencia judicial. La investigación probó que las plantas de la finca tenían una cantidad ampliamente superior al umbral de THC a partir del cual se las considera una droga ilícita.
El permiso no salía. Y los clientes a los que le habían comprometido la droga se impacientaban. Otra comunicación registrada entre dos de los miembros del clan sintetiza el clima de esos días: “Tú sabes, en México entra uno a este tipo de negocios. Y pues tú sabes, entras, pero no sales”.
En la desesperación, empezaron a comprar máquinas a granel para secar las plantas y para abril de 2022 la cosecha estaba en su punto. También funcionaba ya un laboratorio de procesamiento de cocaína que instalaron en una casa de Colmenar Viejo, un municipio al norte de Madrid.
La policía y la Agencia Tributaria decidieron pasar a la acción. El 17 de mayo de 2022 una gigantesca redada antinarcóticos en cinco ciudades terminó con la detención de “Patrón”, su madre, su padre y otras 21 personas ligadas al clan mexicano. Secuestraron 100 kilos de dosis de marihuana, 37 kilos de cocaína, 10 armas de guerra, 17 autos de lujo, joyas y una montaña de billetes. La Justicia calculó que la banda, en su corta vida, generó ganancias por 3,3 millones de euros.
Tres años después, “Patrón” resultó condenado a 22 años de cárcel por los delitos de narcotráfico, cohecho y tenencia ilegal de armas. Todos sus familiares y empleados recibieron penas de prisión.
La gran huídaDurante los operativos de 2022 uno de los domicilios al que irrumpió la policía fue una casa en el municipio de Algete, donde tenía registrado su domicilio Alejandro Calvete. El argentino se había instalado en el barrio privado Santo Domingo, alejado del pueblo, una zona de grandes chalets tapados por largos paredones. La policía llegó tarde. Calvete no estaba. Encontraron sí un pequeño arsenal: una pistola Glock, una escopeta, un subfusil, una mira telescópica y varias cajas de municiones. La fiscalía lo acusó de tenencia ilícita de arma de fuego y pidió para él una pena de dos años de prisión. También se lo investigó por lavado (sin considerarlo miembro de la banda narco). Nunca pudieron dar con él.
Como reveló LA NACION, se afincó en Paraguay. Al menos desde 2023 entra y sale de ese país. Sigue estos días a la pesca de nuevos negocios, en Asunción, mientras rige en España el pedido de captura en su contra. Abrió en mayo pasado la empresa Power Capital Energy, dedicada a “actividades comerciales”. Fiel a su estilo, uno de sus domicilios es un edificio de oficina y su empresa está está registrada en una casa en la zona de la Lambaré, el conurbano de la capital paraguaya.
Pasar inadvertido ya no le resulta tan fácil: los escándalos de su hermano con Diego Spagnulo pusieron un reflector sobre toda la familia Calvete. Su nombre aparece en los ya famosos cuadernos en los que Miguel Ángel tomaba nota de sus actividades con funcionarios y que, según sospecha el fiscal Franco Picardi, retratan un frondoso negocio ilícito con la provisión al Estado de medicamentos e insumos.
Fuentes que lo conocen advierten que tiene, además, otra preocupación: los mexicanos. “Se quedó con el dinero -más de 500.000 dólares- que le prestaron para simular la actividad de sus laboratorios”, explica alguien que lo trató en su época de emprendedor exitoso.