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La historia del niño de los Países Bajos que evitó que su país se inundara al tapar con su dedo un agujero de un dique

Gran parte de los Países Bajos se fundó sobre un terreno donde los neerlandeses le ganaron al mar durante siglos. Fue una obra de ingeniería hidráulica destacada y admirada por todo el mundo qu...

La historia del niño de los Países Bajos que evitó que su país se inundara al tapar con su dedo un agujero de un dique

Gran parte de los Países Bajos se fundó sobre un terreno donde los neerlandeses le ganaron al mar durante siglos. Fue una obra de ingeniería hidráulica destacada y admirada por todo el mundo qu...

Gran parte de los Países Bajos se fundó sobre un terreno donde los neerlandeses le ganaron al mar durante siglos. Fue una obra de ingeniería hidráulica destacada y admirada por todo el mundo que los llevó a expandir sus cultivos y producción agrícola. Pero por más que aprendieron a dominar la naturaleza, la fuerza marina les quitó más de una vez el sueño, como hace 200 años, cuando se cree que un niño salvó a toda su nación de una inundación catastrófica al tapar con un dedo la fisura de una esclusa.

Este relato tiene casi tantos años de antigüedad como la República Argentina. El primer indicio apareció en la segunda década del 1800 y desde entonces diferentes autores lo incluyeron en sus propios libros de cuentos para niños, hasta que se convirtió en una verdad absoluta que, gracias a las investigaciones de este siglo XXI, fue desmentida y se catalogó como una “fake”.

Representación de la historia de Hansje Brinker El niño, el canal y una leyenda que todos creyeron cierta

A algunas ciudades de los Países Bajos se las compara con Venecia por sus pintorescos canales que conectan a los habitantes. Entre ellas está Haarlem, famosa por su historia, patrimonio arquitectónico y cultura. Aquí surgió “El héroe de Harlem”, un relato que tiene como protagonista a un niño de ocho años que salvó a su comunidad de una inundación con solo poner un dedo en la fuga de una compuerta.

Con el paso de los años se volvió popular y muchas personas adaptaron esa historia en cuentos cortos para niños, pero nunca se demostró que el hecho haya sucedido.

De acuerdo al artículo neerlandés de Geografie.nl, el origen de este relato empezó en 1821, con la anécdota del estadista francés François Guizot: Des conspirations et de la justice politique. En su ensayo remarcó el sentido de comunidad de los neerlandeses, su esmero e inteligencia. A la vez que resaltó el trabajo mancomunado para llevar a cabo una obra magna como fue la de ganarle tierras al mar.

En su postulado hizo referencia a un niño que alguna vez tapó con su espalda la grieta de una esclusa para que no pasara el agua y así previno que su país se inundara.

En 1837, el galo León Gozlan tomó la imagen de ese niño fuerte para instaurar el imaginario del ser neerlandés. En su novela juvenil Washington Levert et Socrate Leblanc replicó la anécdota de Guizot. Más tarde, en 1839, volvió a incluir esa historia en una revista infantil: L’Abeille, recueil consacré à l’enfance et à la jeunesse, donde inventó que el niño tenía ocho años y que tapó con su dedo una fisura en una esclusa. Además, describió el valor social de los neerlandeses por el mantenimiento de los diques de contención.

En 1848 la escritora francesa Eugénie Foa, que nueve años antes había publicado en el mismo número que Gozlan un cuento para chicos, tomó la versión del niño héroe y la ubicó en los alrededores de Haarlem. Asimismo, inventó que tenía un padre guardia de las esclusas y encargado de preservar el nivel de los canales.

Foa escribió en su libro una escena de tres hermanos que iban a pasar sus vacaciones al gran castillo de su abuela y que una noche, frente a la chimenea, cada uno relató cuentos ficticios. Allí apareció como historia enmarcada el personaje del héroe de Haarlem en Le petit éclusier, donde el protagonista tapó una fuga de agua en una esclusa y así detuvo una inundación en la ciudad y el resto del país, pero la ilustración que acompañó el texto era ilógica, ya que eran varias rendijas y el mar se filtraba por todas partes.

Para 1850 esa leyenda que empezó de “boca en boca” entre los habitantes de los Países Bajos hasta que llegó a oídos de Guizot, ya era muy popular en Europa. Sharpe’s London Journal of Entertainment and Instruction publicó ese año un corto relato y un mes después, ese mismo año, Harper’s Magazine copió esa versión. Daniel Wise se adelantó y la reprodujo al otro lado del Atlántico, en los Estados Unidos. Sin tapujos modificó algunos aspectos, en particular cambió “esclusa” por “dique”, ya que la obra de Foa tenía instrucciones innecesarias de qué era y para qué servía la primera. Y también, los estudiantes norteamericanos nunca habían visto una.

Para 1866 todos los alumnos de primaria leían esa historia como ejemplo de la bondad de los neerlandeses. Era un símbolo de moral. Fue en ese contexto que Mary Mapes Dodge la tomó para sí y lanzó una reversión con detalles que mencionó Foa.

Un año después publicó: Hans Brinker and the Silver Skates (Hans Brinker y los patines de plata). Tuvo una repercusión importante y llegó a leerse en todas las escuelas de los Estados Unidos.

En el volumen que publicó, la autora recurrió al relato enmarcado y se enfocó en las aventuras de Hans Brinker, un adolescente de 15 años que viajaba por los Países Bajos. Un día, durante su paso por la escuela, el joven escuchó el cuento que su maestra le leyó, El héroe de Haaerlem.

Ese referenciaba a un pequeño neerlandés rubio, de nueve años, al que sus padres le habían permitido llevarle una canasta de comida casera a un anciano ciego que vivía al otro lado del canal, cuando en su camino de vuelta notó que las lluvias del otoño comenzaban a desbordar los diques.

Fue en ese entonces que vio que una compuerta tenía una fisura y rápidamente bajó al canal y se sentó en una piedra. Con uno de los dedos tapó el agujero y mientras se hacía de noche intentó pedir ayuda, pero nadie lo escuchó.

Sus rezos fueron tan fuertes y sinceros, que Dios lo protegió, y al día siguiente, con el brazo entumecido y mucho frío, fue visto por un pastor que de inmediato convocó al pueblo para sellar la fisura y honrar el gesto del niño.

La leyenda que se convirtió en verdad

Tanto se reprodujo este cuento que en 1960 crearon en Spaarndammer una escultura de Hans Brinker mientras cubre con su dedo una fuga de agua. Décadas después, en Haarlem se hizo lo mismo, hasta que en este siglo un revisionismo histórico sobre el origen del relato indicó sus errores e influencias extranjeras.

Hans Brinker no fue el protagonista de la historia, pero la mala traducción de los cuentos del inglés al neerlandés dio a entender que él fue el héroe, según remarcó el medio holandés Historiek.

La explicación de por qué en los Estados Unidos se volvieron fanáticos de los neerlandeses reparó en la Hollan Mania. A fines del siglo XIX la cultura de ese país europeo era bien vista: por su interés comunitario, religioso y de labor. Todos se respetaban y trabajaban para que la nación fuera grande pese a los peligros de quedar bajo el agua. Por este motivo se cree que la difusión y adaptación de El héroe de Haarlem tuvo impacto hace más de 100 años.

En la actualidad muchos turistas pueden pensar que este hecho fue cierto. Sin ir más lejos, en la ciudad de Holland, Michigan, también erigieron una escultura de Hans Brinker. Lo que la historia nos demuestra es cuán fuerte puede ser un relato ficticio que, cuanto más gente desconoce su origen, más en serio puede tomarse, al punto de considerar que alguna vez fue verdad.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/la-historia-del-nino-de-los-paises-bajos-que-evito-que-su-pais-se-inundara-al-tapar-con-su-dedo-un-nid09122025/

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