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La estación de las especias y las calabazas hot

NUEVA YORK.– Aquí el otoño empieza en la mitad del verano....

La estación de las especias y las calabazas hot

NUEVA YORK.– Aquí el otoño empieza en la mitad del verano....

NUEVA YORK.– Aquí el otoño empieza en la mitad del verano. Es en pleno agosto, cuando Starbucks lanza “la temporada PSL”. El Pumpkin Spice Latte, o PSL, como se lo conoce por sus siglas en Estados Unidos, es uno de los mayores éxitos comerciales de la cadena, que se volvió sinónimo de hojas que caen en Nueva Inglaterra, cosechas, Halloween y Thanksgiving —aunque uno todavía esté en bikini secándose el sudor.

Se trata de un café con leche y mucha azúcar. Hasta que un grupo de consumidores armó un escándalo, no tenía nada de pumpkin (calabaza), pero sí mucho de spice: clavo, canela y nuez moscada, las especias que condimentan el pastel de calabaza típico de esta época.

El PSL fue creado hace veinte años y, según The New York Times, sobrevive gracias a que solo se consigue en otoño y ofrece “un circuito de retroalimentación pavloviano”. Uno renuncia a un puñado de dólares y recibe, a cambio, una dosis de nostalgia instantánea: prendas de punto, el año escolar que empieza y todo en tonos de marrón, naranja y dorado. Marca una continuidad de escapismo cálido en el paso del tiempo y, por eso, el PSL, según el matutino, “nos va a sobrevivir a todos”.

El PSL fue creado hace veinte años y, según The New York Times, sobrevive gracias a que solo se consigue en otoño y ofrece “un circuito de retroalimentación pavloviano”.

La moda de este 2025, que ya es mundial, es pedir que lo sirvan dentro de calabazas desfondadas, aunque algunos baristas se niegan por cuestiones de higiene y del trabajo extra que implica. Antes de que Starbucks presentara el PSL, la calabaza no existía como categoría de consumo a gran escala. Hoy, según el Global Pumpkin Spice Products Market, el sector proyecta un crecimiento de 2,1 mil millones de dólares en 2024 a 3,4 mil millones para 2034, impulsado por la demanda de productos estacionales, naturales y “saludables”. La lista abarca desde los clásicos —velas, granola y galletitas— hasta el absurdo: papel higiénico, desodorante y pasta de dientes con sabor a pumpkin spice. Y, por supuesto, está la decoración. Desde la época de los puritanos, la calabaza simboliza la cosecha y, por ende, el deseo de abundancia. Es decorativa, barata, resistente y tiene los colores perfectos del otoño. Además, sirve tanto para Halloween como para Acción de Gracias: basta con quitarle las telas de araña y los esqueletos para pasar del terror a la gratitud.

Pero este año las apuestas se redoblaron. Según The Wall Street Journal, el efecto Instagram transformó los porches otoñales en escenarios de competencia estética. Ya no alcanza con apilar unas calabazas y anunciar “llegó el otoño”: ahora deben ser realmente fotogénicos y originales. Por eso, surgió una nueva profesión estacional —los pumpkin porch decorators— que, por unos mil dólares, diseñan entradas dignas de likes: simetrías perfectas, calabazas talladas a medida, ramas secas estratégicamente desordenadas y fardos de heno curados como si fueran arte contemporáneo.

Consultada la hija adolescente sobre qué es lo más hot del momento, no dudó: la mascarilla de labios nocturna de la marca de culto Laneige, “sabor” pastel de calabaza. Aparentemente, en Nueva York no se puede tener 15 años sin ella. Su tecnología “moisture wrap” y mucha promesa de suavidad es la de siempre, pero huele a especias y a otoño. Se aplica antes de dormir y, al amanecer, labios de influencer. Como es una edición limitada, se agota enseguida y los precios de reventa online son ridículos, amplificados por el inevitable “RARE” (difícil de conseguir) que se aclara al lado.

Parte de los gajes del oficio de ser madre de adolescente en la Gran Manzana. Pero esta cronista no se queja. Cuando los chicos eran más chicos, había que llevarlos sí o sí en esta época a Pumpkin Town: un predio de terror suburbano para la versión completa del rito. Incluía paseo en trencito entre los campos de calabazas, cornisas de maíz, toboganes naranjas gigantes, y padres que intentaban conseguir la foto perfecta frente a las coronas de hojas mientras los niños lloraban, se empujaban entre los fardos de heno y se secaban los mocos en el pelo ajeno. Comparado con eso, perseguir una mascarilla de labios edición pumpkin spice mientras se toma un PSL se siente, francamente, como un progreso civilizatorio.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/conversaciones-de-domingo/la-estacion-de-las-especias-y-las-calabazas-hot-nid02112025/

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