Justin Bieber y un nuevo disco para el divá: “Siento que soy el único que tiene problemas y que los demás son perfectos”
La fama prematura deja secuelas. Justin Bieber no es el primero ni será el último de los famosos que, muchos años después de esa popularidad excesiva, hacen catarsis por una niñez o temprana a...
La fama prematura deja secuelas. Justin Bieber no es el primero ni será el último de los famosos que, muchos años después de esa popularidad excesiva, hacen catarsis por una niñez o temprana adolescencia que los convirtió en estrellas.
Swag, el nuevo álbum que acaba de estrenar, tiene 21 tracks, pero no todas son canciones. Hay un par de pistas en las que se escuchan extractos de sus charlas con el comediante Druski. En una de ellas el cantante dice que todo el tiempo la gente le pregunta si está bien y luego termina confesando: “Empiezo a sentir que soy el que tiene problemas y que los demás son perfectos”.
La producción sonora del disco oscila con fuerza de contrastes entre una especie de orquestación FunMachine del siglo XXI y el sonido ambiente que Justin quiso generar como campo de acción para esas intervenciones que hace con su compañero de diván. Aunque, en realidad, esto no tenga nada que ver con la formalidad de una terapia sino con una simple charla informal de amigos.
En un intermezzo, “Standing on Business”, conversan sobre el incidente reciente en el Soho House de Los Ángeles. Su ira y sus enfrentamientos con los paparazzi vienen de larga data y parecen, al menos por el momento, no tener solución, más allá del derecho que tiene a enojarse por el acoso constante de los flashes.
“Eso ha sido algo difícil para mí últimamente, sentir que he tenido que pasar por muchas de mis luchas como ser humano, como todos lo hacemos públicamente, y la gente siempre me pregunta si estoy bien, y eso empieza a pesarme mucho”, le dice a Druski en “Therapy Session”.
Problemas de iraPara el último Día del Padre en los Estados Unidos realizó una veintena de posteos y al día siguiente llegaron las aclaraciones, en otro, bien extenso: “Sé que estoy roto. Sé que tengo problemas de ira. Intenté esforzarme toda mi vida para ser como la gente que me decía que necesitaba que me arreglaran como ellos. Y eso solo me cansa y me enoja más (...) Jesús es la única persona que me hace querer centrar mi vida en los demás. Porque, sinceramente, últimamente estoy agotado de pensar en mí mismo”.
Y más allá de las sospechas sobre su real equilibrio emocional, por posteos que hizo últimamente o situaciones públicas en las que se lo ha grabado con celulares, pareciera querer pedirle al mundo que lo dejen en paz, mientras repite que ahora es un hombre casado y padre de familia.
De hecho, lo es y el disco tiene bastante que ver con eso. Lo demuestra de diversas maneras. En una imagen de la producción que se hizo para el arte de tapa del álbum se lo ve sentado en un sofá con un bebé que tiene alzado por encima de su cabeza y que probablemente -o seguramente- sea su hijo.
Dolores de crecimientoEn las canciones también hay referencias. Con “Walking Away” entona versos para su esposa Hailey: “Mejor paramos antes de decir alguna mierda / Hemos estado poniendo a prueba nuestra paciencia / Creo que es mejor que nos tomemos un descanso / Y recordemos lo que es la gracia (...) No me voy / Eras mi diamante, te di un anillo / Te hice una promesa, te dije que cambiaría / Es la naturaleza humana, estos dolores de crecimiento / Y cariño, no me voy”.
Swag es el séptimo álbum de Bieber y cuenta con las colaboraciones de Sexyy Red, Lil B, Cash Cobain, Eddie Benjamin, Gunna, Dijon y Marvin Winans. Justin tiene 31 años y lleva la mitad de su vida lanzando discos, aunque los últimos fueron más esporádicos. En 2020 lanzó Changes y al año siguiente publicó Justice, que fue, hasta ayer, su última producción discográfica.
Allí también dio muchas pistas de su vida. Después de todo, los discos suelen ser fotografías de un momento en la vida de un artista. Justice fue una especie de viaje interior. Se anduvo buscando a través de la fe cristiana. Temas como “Holy”, “Lonely” y “Anyone” formaron una especie de trilogía que definía su presente (de aquel momento) o una especie de transformación. En “Holy” cantó: “Escucho mucho sobre los pecadores. No creas que seré un santo, pero podría bajar al río. Porque la forma en que el cielo se abre cuando nos tocamos me está haciendo decir que la forma en que me abrazás se siente tan sagrada”. En cambio, “Lonely” tuvo más que ver con su historia: “Estoy tan solo”, repetía en el estribillo.
En otros versos agregaba de manera muy autorreferencial: “Todos conocen mi pasado ahora. Como si mi casa fuera siempre de cristal. Y tal vez ese es el precio que pagás por el dinero y la fama a temprana edad. Y todos me vieron enfermo. Y se sentía como si a nadie le importara una mierda. Criticaron las cosas que hice como un niño idiota”.
Cuando estrenó este tema, Bieber aseguró: “Para ser honesto, escuchar la canción ya terminada es difícil para mí, considerando lo complicado que fue superar algunos de esos capítulos en mi vida. Espero que esta historia aliente a otros a hablar sobre lo que están pasando”. Ahora, en Swag, ya treintañero, casado y con un hijo, sigue revisando las ventajas y las contraindicaciones de su fama.