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Juan Grandinetti: es hijo de un prestigioso actor, siguió sus pasos con apenas 18 años y hace un tiempo se fue a vivir a España

Empezó a trabajar de casualidad, y le gustó la experiencia porque, además, creció entre bambalinas y en sets de filmación. Desde esa primera vez no le faltaron oportunidades, incluso con su pa...

Juan Grandinetti: es hijo de un prestigioso actor, siguió sus pasos con apenas 18 años y hace un tiempo se fue a vivir a España

Empezó a trabajar de casualidad, y le gustó la experiencia porque, además, creció entre bambalinas y en sets de filmación. Desde esa primera vez no le faltaron oportunidades, incluso con su pa...

Empezó a trabajar de casualidad, y le gustó la experiencia porque, además, creció entre bambalinas y en sets de filmación. Desde esa primera vez no le faltaron oportunidades, incluso con su papá, Darío Grandinetti, en teatro y en cine. Antes de la pandemia se fue a probar suerte en España, también porque su mamá es catalana y tenía ganas de compartir con su familia del otro lado del Atlántico. Le fue bien y se quedó, hizo series, películas y teatro.

Hace un año que Juan Grandinetti decidió que quería vivir entre Buenos Aires y Madrid, y eso es lo que intenta ahora. Por estos días se está despidiendo de su departamento en España para pasar cuatro meses en Buenos Aires, con su familia porteña. LA NACION conversó con él sobre ese sueño que acaricia, la relación con su papá, el recuerdo amoroso de trabajar con sus “tíos” Jorge Marrale, Juan Leyrado y Hugo Arana, y también reflexiona sobre el peso de su apellido.

-Sos uno de los protagonistas de Emprendedores, en Disney +, con dirección de Alex de la Iglesia. ¿Cómo fue la experiencia de ese trabajo?

-La serie es una creación de Rober Bodegas y Alberto Casado, que son el dúo Pantomima Full, muy conocidos en España. Cuando hice el casting mis amigos estaban fascinados porque son bastante icónicos acá. Tenían algunas cosas escritas, una de ellas era lo que terminó siendo Emprendedores, una comedia que transcurre en un coworking en el que conviven personajes que fueron desarrollando a lo largo del tiempo y en distintos videos. Los convocó Alex de la Iglesia porque quería laburar con ellos. Fue una experiencia muy buena y divertida. Y ahora me voy a Buenos Aires, en estos días.

-¿Venís a trabajar?

-No exactamente, pero ojalá se dé algo porque me quedo cuatro meses. Hace un año empecé a retomar un poco el ir y venir. Yo me vine a vivir a Madrid en febrero del 2020, un mes antes de la pandemia, y a partir de entonces estoy instalado aquí. Mi idea inicial fue esa, ir y venir, trabajar aquí y allí. Me vine a filmar una película y empecé a laburar. Tengo familia en Barcelona, entonces es más fácil. Mi madre (Eulalia Lombarte Llorca) es catalana y la mitad de mis hermanas también, así que la idea de venir no fue loca porque tengo contención familiar. Y mi viejo también está yendo y viniendo; ahora está en Madrid, así que nos vemos bastante, por suerte.

-¿Viviste en España en otros momentos de tu vida?

-No, pero venía mucho. Por ejemplo, pasaba los veranos acá. Hasta mis 17 años mi vieja vivió en Buenos Aires, entonces una vez por año viajábamos con mis hermanas para visitar a mi abuela y a la familia. Después, cuando mi vieja se vino a vivir acá, yo mantuve un poco esa costumbre de viajar una vez por año, y aprovechaba y viajaba por Europa. Cuando vine a laburar acá a Madrid me dieron muchas ganas de quedarme a probar suerte. Además, quise estar cerca de mis sobrinas y verlas crecer.

-Es difícil eso de tener la familia repartida…

-Sí, es difícil tener la familia partida. Pero también me siento privilegiado porque puedo viajar y conocer el mundo.

-¿Cuál fue ese primer trabajo que hiciste en España y que te hizo pensar en cambiar de vida?

-En el 2016 hice una película que se llamaba Despido procedente, con Imanol Arias, actuaba mi viejo también, Luis Luque, Valeria Alonso. En ese momento vine y estuve un mes y medio, pero no me picó tanto el bicho de quedarme. Y después, en 2019, vine a filmar La maldición del guapo que dirigió Beda Docampo Feijoó, y aproveché y me quedé cuatro meses. La pasé tan bien que decidí venir para quedarme. Y elegí Madrid y no Barcelona, donde está mi familia, porque es más conveniente para mi trabajo. El año pasado fui a Argentina a filmar Verano Trippin, la ópera prima de Morena Fernández en la que trabaja, entre otros, Lali Espósito. Fue la primera vez que volví a trabajar a Argentina, desde que vine a España, y me di cuenta que extraño mucho trabajar allá. Si bien es parecido porque hay muchos puentes con Argentina, coproducciones y admiración mutua, hay una diferencia. Yo, al menos, la registro y no me di cuenta cuánto extrañaba hasta que no volví a trabajar en Buenos Aires, después de cinco años.

-¿Cuál es esa diferencia que notaste?

-Es algo cultural, difícil de explicar. Me crié en Argentina, en Buenos Aires, laburando de esa manera, vinculándome y relacionándome como se relaciona la gente allá. Y si bien acá es parecido, hay diferencias. Lo noto mucho a nivel familiar también, porque tengo dos mitades de familia en lugares distintos. Tengo muchas expectativas en este viaje. Ojalá se dé algo de trabajo o tal vez autogestión porque tengo un amigo con quien hicimos un ciclo de teatro hermosos en Madrid y ahora queremos hacerlo en Buenos Aires.

-Cuando decidiste ser actor, ¿cuánto influyó que tu papá lo fuera?

-Te diría que 100 por ciento (risas). Desde que tengo uso de razón que estoy en teatros, en sets de filmación. Mi hermana Laia, por ejemplo, nació en medio de una gira en Santa Fe, cuando mi viejo estaba haciendo Los Mosqueteros. Mi viejo siempre jode con que soy hijo de actor porque nací un lunes, que es el día de descanso. Me atrae también la dirección, la escritura, pero el ancla es la actuación. Además, estudio Sociología a distancia, en la Universidad de Tres de Febrero. Pero por curiosidad, no es que tenga ninguna expectativa con respecto a eso.

-Trabajaste varias veces con tu papá, ¿cómo se llevan compartiendo esa pasión?

-No buscamos muy activamente que suceda, pero se nos dio en varias ocasiones en teatro y en cine. En teatro hice una obra con Hugo Arana, Jorge Marrale, Juan Leyrado y mi papá. Se llamaba Mineros, con dirección de Javier Daulte, y fue muy linda la experiencia, la verdad. No solo por trabajar con mi viejo, sino por la alegría de compartir con Jorge, Juan y Hugo, que son mis tíos. Me vieron crecer. Cuando lo pienso vuelvo a tomar conciencia de lo que fue… En ese momento era más chico y quizá no tenía la capacidad de entender lo que estaba viviendo. En cambio, ahora lo recuerdo y sonrío, porque me emociona. Fue muy lindo y un privilegio muy grande. Aprendí mucho. Y además Javier (Daulte) fue la persona que me abrió las puertas para empezar a actuar. Mi primer trabajo fue Vestuario de hombres, bajo su dirección. Y en cine con mi viejo hicimos Te esperaré, de Alberto Lecchi, Pescador, de Toti Guzmán, y Despido procedente. Las filmamos a las tres el mismo año. Ojalá se dé volver a trabajar juntos ahora que tenemos otra edad. Fue un privilegio.

-Decías que debutaste en teatro con Javier Daulte, ¿cómo se dio?

-Fue una casualidad. Yo estaba estudiando en la escuela de Julio Chávez y Javier estaba dirigiendo a mi papá en Baraka, así que lo veía cuando iba al teatro. Y a veces iba a comer con ellos, charlaba. Javier me conocía por ser el hijo de Darío. Y un domingo del 2010 me llamo por teléfono diciendo que al día siguiente empezaban a ensayar una obra en El callejón, y me preguntó si quería sumarme porque el actor que hacía ese personaje se bajó a último momento. “Te conozco como persona, conozco a tu viejo, te he visto, intuyo un poquito por dónde vas, y si te dan ganas te espero mañana en el primer ensayo”, me dijo. Y obviamente fui (risas). Fue una experiencia muy increíble, muy linda, conocí gente, entre ellas a las hermanas María y Paula Marull, con quienes trabajé bastante después. Fue una muy buena primera oportunidad para empezar a trabajar, y un lugar cálido donde conocí muchos amigos. Era como trabajar en familia. A partir de ahí no paré… No me puedo quejar.

-¿Alguna vez te pesó el apellido?

-Nunca, al menos conscientemente. A lo mejor podés tener una espinita y pensar “me llaman porque soy el hijo de…”. Pero logré desactivarlo rápido.

-¿Te ves parecido a tu papá?

-Físicamente soy mucho más parecido a mi mamá. Pero con el tiempo me reconozco en gestos y posturas de mi papá

-¿Estás en pareja?

-No. Me separé hace cinco meses. Nos vinimos a vivir a España juntos y nos separamos hace poco.

-¿Y cómo te resulta la vida de soltero?

-Es un título muy fuerte (risas). Estoy volviendo a la vida individual después de mucho tiempo de pensarse de a dos. Ahora, pensarse de a uno es fuerte. Hay que volver a conectar con algunas cosas que quizá estaban un poco dormidas. Convivimos durante cinco años y volver a vivir solo es todo un proceso. Fue una etapa muy linda de mi vida, la quiero y nos llevamos bárbaro.

-¿Cómo ves la Argentina desde España?

-Se extraña mucho, la verdad. No puedo evitar ver las noticias de Argentina. Estuve hasta hace unos meses y es muy loco todo lo que cambian las cosas allá en poco tiempo. Es un momento triste. En el área de la cultura se pone una lupa un poco injusta, pero en realidad en todos los sectores como ciencia, educación, jubilados, salud, se cuestionan cosas que no está bueno desvalorizar. Ni tampoco señalar siempre a otros. Hay un clima difícil que separa y se desmerecen cuestiones que son muy funcionales. Me parece que suceden cosas más graves. Amo mi país, siempre quiero volver. Pero es angustiante.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/personajes/juan-gradinetti-es-hijo-de-un-prestigioso-actor-siguio-sus-pasos-con-apenas-18-anos-y-hace-un-tiempo-nid11112025/

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