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José Palazzo: creó Cosquín Rock, se fundió, volvió a empezar, puede desembarcar en Dubai y es el productor detrás del regreso del año

“Casi el 90 por ciento de la grilla está en mi cabeza”. La frase es de José Palazzo, el “Señor Cosquín Rock”. Por más que es el responsable del último show del año de La Renga, que l...

José Palazzo: creó Cosquín Rock, se fundió, volvió a empezar, puede desembarcar en Dubai y es el productor detrás del regreso del año

“Casi el 90 por ciento de la grilla está en mi cabeza”. La frase es de José Palazzo, el “Señor Cosquín Rock”. Por más que es el responsable del último show del año de La Renga, que l...

“Casi el 90 por ciento de la grilla está en mi cabeza”. La frase es de José Palazzo, el “Señor Cosquín Rock”. Por más que es el responsable del último show del año de La Renga, que la banda dio días atrás en Rosario, y el productor que se animó a concretar el regreso a los escenarios de Pity Álvarez, él vive las 24 horas para Cosquín Rock, que tendrá nueva edición el 14 y 15 de febrero en su ya clásica sede del aeródromo de Santa María de Punilla, en Córdoba.

Pero antes de esa cita tendrá una parada importante este sábado, como productor de la vuelta de Pity Álvarez a los escenarios, que se concretará en el histórico y mundialista estadio Mario A. Kempes, ex Chateau Carreras.

Cuenta Palazzo que un día vino a Buenos Aires para ir a buscar a las oficinas de PopArt el flamante vinilo de su propia banda, Los Mentidores, donde él toca el bajo. “Imaginate que para mí verme en la tapa de un vinilo fue una cosa hermosa, me sentí Messi levantando la copa. Y en eso entra Pity y me saluda: ‘¿Qué hacés loco?’. Me pidió que le mandara saludos a varias de las personas que trabajan conmigo, me impresionó que se acordara de ellos después de 15 años. Me contó que iba a tocar en La Plata o en Vélez y a la semana me llaman de PopArt y me dicen que no se podía hacer en ninguno de esos dos lugares y me preguntan qué opciones veía. Yo les dije que la única posibilidad que veía era que volvieran a Córdoba. Es una plaza con muchas connotaciones. Hicimos la vuelta de Callejeros, de La Renga después de un parate largo, y el Kempes es un estadio muy seguro. Le preguntaron al Pity, el dio el OK y acá estamos. El 21 te cuento cómo nos fue“.

–Pasó el último show de La Renga, se viene este de Pity, pero vos tenés en la cabeza al Cosquín Rock 2026. ¿Cuáles son los nombres que querías sí o sí para la próxima edición?

–Hace muchos años tuvimos la idea de empezar a traer artistas internacionales, y uno de los impedimentos que teníamos siempre eran los carnavales de Brasil. De a poco lo fuimos logrando. Para este año me busqué a unas perlitas, como los Hermanos Gutiérrez, Devendra Banhart y Franz Ferdinand. Y después estuve negociando durante seis meses para que el único show que hagan los Chemical Brothers sea en el Cosquín Rock. Lo que sucedió en estos 26 años es que el festival se convirtió en uno de los más grandes de Latinoamérica, pero sin una gran presencia de artistas internacionales. Un año vino un agente muy importante de William Morris Endeavor con Slash y se fascinaron con el festival. Y ahí se hizo todo mucho más fácil, porque un montón de agentes oyeron hablar de Cosquín Rock gracias a ellos.

–Pero la columna vertebral sigue siendo el rock argentino...

–Exacto, la columna vertebral son Ciro, Divididos, Las Pelotas, Jóvenes Pordioseros, Las Pastillas del Abuelo, Babasónicos... Este año vuelve Fito y Lali también. Pudimos sumar a los colombianos de Morat, a Airbag, que como Lali tuvieron un gran año.

Es verdad que Palazzo tiene la grilla memorizada. Nombra a La Franela, Estelares, Kapanga, Los Pericos, Bersuit Vergarabat... y a ¡Abel Pintos!, la gran sorpresa de la grilla.

–¿Cómo se dio la participación de Abel Pintos?

–Hace siete años que queríamos que Abel toque en el Cosquín Rock. Y él se copaba, pero su agenda del verano no se lo permitía, porque sólo en Córdoba ya tenía un montón de eventos. Pidió no estar en un escenario de los grandes, o sea que eso también hace que para él sea un desafío.

El primer show que produjo

Cada pausa, cada sorbo de café que se bebe, Palazzo la aprovecha para sumar más nombres. Tenemos la impresión que ya “cantó” el noventa por ciento de la grilla y que pronto llegará al cien. Nombra a La Vela Puerca, a Marilina Bertoldi, a Trueno, a Ysy A, a Eruca Sativa, a Dillom, al Tano Marciello con un homenaje a Almafuerte. Y nombra a Marky Ramone. Cuando lo hace, el primer recuerdo como promotor de conciertos vuelve a su mente. “Marky Ramone tocó en un solo Cosquín Rock y fue el primer artista que produje cuando hice por primera vez un show. El primer show de mi vida fue Marky Ramone and the Intruders. Metí 29 personas. Ni 29.000, ni 2.900, ni 290. ¡Veintinueve!! En Córdoba, obviamente".

Entraban 450 personas en aquel lugar en el que José Palazzo tuvo su primera experiencia como productor. Fue en 1997, tan solo cuatro años antes del primer Cosquín Rock en, claro está, la ciudad de Cosquín que le dio su nombre. “Regalé como cincuenta entradas y afuera había un grupito haciendo quilombo. Les dije: ‘no hagan quilombo, pasen’”.

Es un fanático del rock y del blues, sobre todo del blues. Tiene una banda de amigos con la que toca desde hace muchos años y que se fue profesionalizando con el tiempo: Los Mentidores. Y tiene dos hijas, Agustina y Pilar, a las que “no les gusta el fútbol” pero sí la música. Mucho. Como él. “Mi conexión plena con ellas se dio en los festivales, en Glastonbury, en Coachella. Mis hijas cuando eran chicas me decían: ‘¿Por qué no vamos a las playas como el resto de la gente?’ Y yo les decía que me lo iban a agradecer cuando fueran grandes. Y hasta el día de hoy dicen que los momentos más unidos de la familia fueron en los festivales, yendo a ver lo que nos gustaba a cada uno”.

Cambio de hábito

Cada año el productor cumple con la tradición: a la hora en que se abren las puertas del festival, él está ahí, para darle la bienvenida a los “madrugadores”. “Antes entraban 300 personas las primeras dos horas. Ahora, cuando abrimos, ya hay 7000 en la cola para entrar. A las 2, 3 de la tarde hay cerca de 15.000 personas en el predio y a las 4 prácticamente el 70 por ciento del público. La gente va temprano, va a disfrutarlo. Hay mucho para hacer y mucho para ver. Haber roto el paradigma de los horarios es algo muy importante. Hay artistas consagrados que me han pedido tocar a las 7 de la tarde”.

–En cuanto a los nombres de la grilla, se dio una gran renovación en los últimos años. Aparecieron Lali, Duki, Dillom...

–¿Sabés quién lo logró? El público. Hay chicos que escuchan a Spinetta, a Pescado Rabioso, pero también escuchan al Duki. Y si vos vas a ver un show de Dillom, Duki o Trueno, por ejemplo, vas a ver que sus bandas son aplanadoras.

–¿Para qué lado puede crecer Cosquín Rock hoy en día? Porque de público debe estar cerca de su techo...

–Yo creo que el Cosquín ahora va a empezar a renovar su público. Están empezando a ir chicos más chicos, muchos que a lo mejor fueron con sus padres cuando tenían 12, 14 y ahora ya tienen 18 y van en grupo. Hay un fenómeno: van muchísimas chicas solas, en grupos de amigas. Nosotros, con el Ministerio de Turismo, estudiamos mucho el impacto y todo lo que va sucediendo alrededor del festival. Llegan al aeropuerto, no sé, 300 o 400 chicas solas, en grupos de a 10, de a 6; alquilan una combi y se van al festival. Y también muchas familias. Yo creo que va a crecer, va a seguir creciendo como un festival cada vez más familiar, independientemente de quien toque. Nosotros laburamos todo el año para el festival. Yo ya estoy trabajando para 2027, porque ahora hay una ventana de algunos artistas internacionales que si uno les hace una oferta quizás se suman, porque tienen espacio en sus calendarios.

Pero hace tiempo que Cosquín Rock no es solo el festival cordobés, sino una marca que se exporta. El 13 de enero se realizará la primera edición brasileña en Florianópolis, el 7 de febrero volverá a Paraguay (San Bernardino) y el 21 de marzo a Uruguay, a la rambla montevideana. “En Uruguay lleva 6 ediciones y las últimas tres se agotaron las 20.000 entradas. Ahora lo vamos a hacer en la rambla, en un espacio con capacidad para 40.000 personas. Apuntamos a que sea el más grande de la historia de Uruguay. El de España también creció mucho.

–¿Cómo podés estar en todo? Obviamente tenés un equipo de trabajo, a quienes nombrás y en quienes delegás muchísimas tareas, pero te veo muy activo en Instagram, con reuniones no solo de producción sino de la industria, y además estás planificando la grilla de Cosquín Rock 2027...

–Me encanta, me encanta. Es un estilo de vida, obviamente. A mí me gusta mucho el festival y los festivales. Gracias a Dios, mi mujer es recontra piola, mis hijas ya son grandes, entonces no tengo el impedimento familiar que podía tener en otro momento de la vida. De hecho estoy pensando con mis socios en expandirnos a más lugares todavía. Ahora estuvimos en Abu Dhabi y Dubai, invitados por el agregado cultural de Emiratos Árabes y por una productora, cuya oficina está en el medio del circuito de Fórmula 1 de Abu Dhabi. Allá hay mucho interés por la música latinoamericana. Vamos a ir de a poco, pero vamos a intentar llegar a varios mercados más.

–¿Cómo es la modalidad en el exterior, te asociás con promotores locales?

–Me asocio con promotores locales que tienen un perfil parecido al nuestro. En Chile, Lotus; en Colombia, Paramo Presenta; Piano Piano en Uruguay y G5 en Paraguay, por ejemplo.

–Pienso en un festival del exterior como el Primavera Sound, que llegó a Buenos Aires hace unos años y que no pudo sostener su idea original de una edición anual en el país. ¿Conviene traer un festival de afuera, que en un punto es como una franquicia?

–El Cosquín está planteado como un festival boutique en el extranjero. En el único lugar donde explotó es en Uruguay. En Paraguay van 12.000, 15.000 personas, no más. En España es boutique, donde coinciden artistas importantes de allá con bandas argentinas. En el público se ven muchas camisetas argentina. En Argentina tenemos grandes festivales y es muy loco traer una franquicia. Lollapalooza también es una franquicia, pero su edición local tiene su personalidad.

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–Cosquín Rock siempre tuvo una ventaja interna y es que no compite con los festivales de Buenos Aires. Es más, le permite a los porteños y bonaerenses hacer la experiencia de irse unos días, acampar, veranear...

–Exacto, es la posibilidad de vivir un fin de semana diferente, de acampar, de hacer otra experiencia que no la hacen acá. Excede lo musical. Creció mucho la concurrencia del público de Buenos Aires. El público que viene al festival, en un 70 por ciento es de afuera de Córdoba. Al festival vienen 120.000 personas y, literalmente, hay gente de La Quiaca a Ushuaia.

El encuentro nació en el verano de 2001, en la histórica Plaza Próspero Molina de Cosquín, días después del Festival Nacional de Folklore. “Lo planteamos para hacerlo después del de folklore, para poder usar la misma técnica”, repasa Palazzo y suma: “Fue Julio Mahárbiz quien nos ofreció la técnica para optimizar los recursos. Es más, se iba a hacer un martes y un miércoles, pero nosotros no podíamos y quedó para el fin de semana siguiente. Después crecimos y la Plaza nos quedó chica”.

–¿En alguna edición perdiste plata?

–Perdí mucha plata en 2005, en la primera edición después de Cromañón. Me ayudó PopArt a ponerme de pie. Se fueron todos los sponsors y Ginzburg decidió hacer otro festival para competir con nosotros (en la ciudad de Cosquín, ya que el festival de Palazzo se había trasladado a San Roque). El Perro decidió bajarse del festival y me vendió su parte, pero con un recurso de amparo: se lo tuve que comprar sí o sí. Perdí una fortuna, vendí unos departamentos que me había comprado. Mi papá me ayudó y me ayudaron varios amigos. En 2006 también me fue mal y en 2007 me empecé a acomodar. Después perdí en 2012, 2013 y 2014. No entendía qué pasaba. No pasábamos la barrera de las 20.000 personas por año. Y después, a partir de 2015, el festival empezó a consolidarse.

La edición 2026 tiene proyectado un costo de 12 millones de dólares. “Son dos días en los que te la jugás”, proclama Palazzo y abre bien los ojos. En estos 26 años aprendió de todo, desde catering (inicialmente era bien casero, en manos de su primera esposa) hasta tratar con las grandes productoras del país y del exterior. Y en la división de tareas de En Vivo Producciones, su productora, su socio, Marcelo “Chueco” Oliva es quien se encarga de negociar con las marcas. “Él es el que está todo el día pensando en qué agregarle al predio, cómo ponerle iluminación, cómo sumarle servicio. Piensa mucho en la experiencia. Él es el que le comunica a las marcas las pautas del festival, porque más allá del acuerdo comercial, cada sponsor tiene que ofrecer algo copado en el predio. Para este año hicimos una inversión de 30 millones de pesos para financiar una escultura. Se presentaron 40 proyectos gigantes que tenían que tener más de seis metros de alto, ser sustentables y biodegradables. Uno de los jurados fue Adrián Dárgelos. Y ganó un artista que propuso una suerte de pagoda, como le digo yo, que en realidad es un bosque vertical. Cuando lo cortás al medio se transforma en un invernadero. Durante el festival va a estar vertical, con humo, con una iluminación especial. La gente va a poder pasar por adentro. Pero cuando termine el festival se va a transformar en un invernadero que va a durar hasta el Cosquín siguiente”.

–¿Te acordás de los primeros festivales, de los músicos que ya no están, como Pappo y el Flaco Spinetta?

–Sí, claro. Me acuerdo que Pappo dio su último show en Cosquín. Fue en febrero de 2005 e hizo dos shows, con Pappo’s Blues en el escenario principal, que subió Charly García, que de hecho hay un disco de eso, y con Riff, al día siguiente. Luis tocó por última vez en el festival en 2011, un año antes de su muerte. Me acuerdo que tocó sentado al lado de la batería y quedó toda la profundidad del escenario para adelante. Cuando terminó se adelantó y le dio un beso al escenario. Al bajar, me pregunta: “¿Vos creés que la gente se aburrió? Y yo le dije que no. “Yo lo que quiero es que escuchen, porque están todos los tipos saltando y acá yo quería que escucharan”, me dijo. Después me preguntó por qué no lo invitaba a su hijo Dante al festival y al año siguiente tocó Illya Kuryaki. Casi se suspende porque fue unos días después de la muerte de Luis. Pero Dante decidió tocar y homenajearlo con “Post-Crucifixión” y una foto del Flaco; fue increíble.

–Hablabas de tus hijas. Hace muchos años te separaste de su mamá y volviste a formar pareja, ¿no?

–Sí, hace 15 años que estoy en pareja con Natalia. Volví a formar una familia con mi mujer que tiene dos hijos. Uno es discapacitado y tiene una cruzada. Tiene un canal que se llama Un Mundo Especial, donde habla sobre los derechos de los discapacitados. Se llama Octavio, es un divino; tiene 25 años, y su hermano se llama Santino, tiene 18 y es como el hijo varón que no tuve. Y mi mujer se dedica a los textiles. Ella es muy respetuosa de los espacios de trabajo y eso nos permite ser una buena pareja. Entiende todo esto de estar todo el tiempo viajando. Ella tiene un emprendimiento textil y no puede viajar mucho.

El tiempo que lleva con su actual pareja es casi el mismo que lleva “limpio”, después de tratar su adicción a las drogas. “Me considero un tipo muy afortunado, porque pude superar la adicción y nunca tuve una recaída. Si no ponés el foco en la salud, tampoco podés disfrutar de todo lo demás. Vos me decís: ”Che, un día estás en Budapest, al otro en Nueva York". Para eso hay que estar bien. Además, yo me he puesto como regla irme una vez por año a ver shows con mis amigos. Ya tengo entradas para el próximo festival de jazz de Nueva Orleans, al que voy con un grupo de amigos. De ahí nos vamos a ir a Memphis y a Nashville. Voy a ver la música que me gusta y eso no lo transo.

–Y tenés una banda...

–Tengo mi banda, Los Mentidores, que tiene tres discos editados. Este año me di el lujo de sacar un disco con la producción de Ricardo Tapia. Hay tipos que se juntan a jugar al fútbol con amigos, otros que se juntan a comer un asado. Yo me junto una vez por semana a ensayar. Invierto en mis bajos, tengo una sala de ensayo. Y esa hora en la que estoy tocando es como la media hora que hago de yoga todas las mañanas, donde puedo parar un poco la cabeza.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/musica/jose-palazzo-creo-cosquin-rock-se-fundio-volvio-a-empezar-puede-desembarcar-en-dubai-y-es-el-nid19122025/

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