Jay Kelly divierte y emociona con el retrato de la crisis existencial de una estrella de cine
Jay Kelly (Estados Unidos-Italia-Reino Unido/2025). Dirección: Noah Baumbach. Guión: Noah Baumbach y Emily Mortimer. Fotografía: Linus Sandgren. Música: Nicholas Britell. Edición: Rachel Duran...
Jay Kelly (Estados Unidos-Italia-Reino Unido/2025). Dirección: Noah Baumbach. Guión: Noah Baumbach y Emily Mortimer. Fotografía: Linus Sandgren. Música: Nicholas Britell. Edición: Rachel Durance y Valerio Bonelli. Elenco: George Clooney, Adam Sandler, Laura Dern, Greta Gerwig, Eve Hewson, Riley Keough, Patrick Wilson, Jim Broadbent, Stacy Keach. Distribuidora: Maco Cine. Duración: 132 minutos. Calificación: apta para todo público. Nuestra opinión: muy buena.
El estreno de Jay Kelly es la señal más inequívoca de un gran cambio de época. Como la llegada de esta película al catálogo de Netflix está anunciada para el 5 de diciembre y los principales complejos multipantalla se niegan a exhibirla en pantalla grande en una ventana temporal tan exigua, estará disponible en la Argentina a partir de este jueves en apenas un puñado de salas y por muy pocos días.
Todavía no tomamos conciencia del inédito escenario impuesto por las nuevas reglas del streaming: una distribuidora independiente por algunos días a los cines (como debería verse en cualquier circunstancia) una película que tendrá sin dudas algunas nominaciones importantes empezando por el nombre de su protagonista, que encabeza un elenco rebosante de figuras.
Y algo todavía más importante, que explica más que cualquier otra cosa por qué esta película tiene que verse en un cine. Jay Kelly es la historia de una estrella. De un astro de Hollywood que en el momento en que su vida empieza a hacer agua por todos lados, aunque el éxito perdure, se pregunta por el lugar que ocupa en el mundo y sobre sus temores y aprensiones.
De un lado siente un vacío familiar enorme (su hija menor está por entrar en la universidad, con la mayor la comunicación es casi nula y de sus ex esposas sabemos poco y nada) y algo parecido pasa cuando empieza a vislumbra para su vida profesional el ocaso y la cercanía de la muerte junto a viejas facturas que le llegan desde la juventud y se siente obligado a pagar.
Realidad y ficción se confunden todo el tiempo de manera consciente y deliberada en este relato. Jay Kelly es tan parecido a George Clooney, el actor real que lo personifica, que en un momento el personaje observa en una pantalla un clip que resume su obra, lo que vemos es una selección de imágenes de las mejores películas del propio Clooney.
Kelly en la ficción y Clooney en la realidad tranquilamente podrían decir lo mismo que Tom Cruise el último domingo al recibir el Oscar honorario: “Hacer películas no es lo que hago, es lo que soy”. Así entiende Noah Baumbach (Historia de un matrimonio, Frances Ha, The Meyerowitz Stories, Mientras somos jóvenes) al protagonista de su nueva película.
Y lo hace de manera muy transparente con la invalorable ayuda de Clooney, un actor que siempre entendió el camino al estrellato como un destino aceptado y disfrutable, pero que a la vez no debería impedirle mantener el contacto con el resto del mundo. Clooney nos lleva de paseo por el mundo interior de Jay Kelly jugando todo el tiempo con su propia sensibilidad personal y construyendo desde allí, a pura sutileza, la dimensión estelar del personaje.
Ese ida y vuelta permanente entre el mundo real (en el que vive Clooney) y el universo fantástico y ensoñado de una estrella (en el que vive Jay Kelly) se disfruta de principio a fin gracias al propio Clooney y a otro intercambio formidable, el que vive el personaje junto a su fiel lugarteniente, consejero, representante y amigo, encarnado por un terrenal (y colosal) Adam Sandler.
Desde que esta película se estrenó en el Festival de Venecia se le viene criticando a Baumbach una mirada en apariencia pueril, superficial y poco rigurosa del encuentro entre Jay Kelly y buena parte del “mundo real” al que quiere aproximarse para sacarse de encima el traje de estrella durante un viaje en tren por Europa, especialmente el tramo que transcurre en Italia.
La elección del realizador parece otra, mucho más sencilla. No hace otra cosa que mostrarnos hasta las últimas consecuencias cómo mira ese mundo real una personalidad que se acostumbró durante demasiado tiempo a comportarse frente a los demás desde la inmaculada pose de una estrella de cine.
En ese sentido, cada contacto con la realidad es un golpazo y Clooney asume esos impactos, uno tras otro, con una composición a la altura de las exigencias. Cada primer plano suyo (y hay muchos de ellos en la película) es un excepcional muestrario de estados de ánimo: de la arrogancia a la piedad, del sentimiento del culpa al agradecimiento.
En su clásico ensayo sobre las estrellas del cine (un texto definitivo sobre este tema), Edgar Morin dice que a la inversa de lo que ocurre en el teatro, en el cine siempre la situación es la que ilustra el desempeño del actor. Y de esa manera el intérprete consigue frente a la pantalla que nos identifiquemos afectivamente con él, a veces de manera casi mística. De la mano de Baumbach, Clooney lleva a su máxima expresión todo lo que define a un actor de cine.