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Javier Lombardo: el documental en el que expone su vida con Parkinson, sus años como actor y el “planeta de los sanos”

Hace 18 años a Javier Lombardo le diagnosticaron Parkinson y lloró desconsoladamente sin saber demasiado qué le deparaba el futuro. Siguió filmando, haciendo teatro y un programa de radio y por...

Javier Lombardo: el documental en el que expone su vida con Parkinson, sus años como actor y el “planeta de los sanos”

Hace 18 años a Javier Lombardo le diagnosticaron Parkinson y lloró desconsoladamente sin saber demasiado qué le deparaba el futuro. Siguió filmando, haciendo teatro y un programa de radio y por...

Hace 18 años a Javier Lombardo le diagnosticaron Parkinson y lloró desconsoladamente sin saber demasiado qué le deparaba el futuro. Siguió filmando, haciendo teatro y un programa de radio y por primera vez condujo uno de televisión. Pero después no pudo continuar y hace seis años que no trabaja.

En este tiempo se dedicó a hablar del Parkinson, de la problemática de quienes lo padecen y llegó a la conclusión que debía mostrarse. El resultado es una conmovedora película documental que se llama La vida de a ratos, que se estrena el 8 de julio en el cine Gaumont y que el actor hizo de la mano de su colega Bernarda Pagés, escritora y directora.

“Tenía 47 años cuando me diagnosticaron Parkinson, en 2008. Ahora estoy en un período de off. Se habla de on y off en esta enfermedad: on es cuando te hace efecto la medicación y estás más blando y off es cuando se va el efecto y estás más rígido. El efecto dura tres horas nada más. Tomo diez pastillas todos los días. Es complicadísimo. Una de las razones por las cuales hicimos la película es para que la gente conociera qué es el Parkinson, porque no tiene tanta difusión todavía y en cada uno el proceso es diferente. Yo me pongo rígido, otros tiemblan, pero lo que se ve es lo menos importante. Es peor lo psicológico, porque te baja la autoestima, te deprimís”, detalla Lombardo.

-¿Cuáles fueron los primeros síntomas?

-Empecé a sentirme raro, no sabía dónde poner las manos y el síntoma que lo confirmó es que tenía el brazo derecho muy rígido y pensé que era de las cervicales, pero no. El Parkinson me dividió la vida en un antes y un después. Seguí trabajando durante siete años con Parkinson, hice películas, una obra de teatro, un programa de radio, pero era una etapa en la que todavía no era tan fuerte. La enfermedad es crónica y degenerativa y no tiene cura. Como todas las enfermedades neurodegenerativas, esto depende mucho del estado de ánimo. Hay días que estoy bien emocionalmente y físicamente me siento bárbaro. Por eso es importante la película.

-Decías que partió tu vida en dos...

-Estaba trabajando muy bien, en un momento de subida de mi carrera, haciendo cosas interesantes y la enfermedad me hachó porque vos mismo empezás a aislarte. Es una enfermedad que te afecta todo, hasta la voz. La voz que tengo ahora es más chiquita, más apagada. Pero es un aprendizaje increíble, un viaje para adentro.

-Hace unos años te operaron, ¿eso mejoró tu salud?

-Si, me pusieron un estimulador cerebral profundo. Fue en 2018. Son dos electrodos que te ponen en la cabeza junto con una batería y te mejora mucho la parte motora, casi, casi como si fuera normal (risas). Pero los síntomas siguen avanzando, nada de cura. Es todo paliativo y te ayuda a vivir un poquito mejor. Son significativos los cambios que tenés porque una enfermedad te acerca a dialogar con la muerte, cosa que antes ni se te cruzaba por la cabeza. Por eso digo que la enfermedad del Parkinson es para mí un gran maestro, porque me enseñó muchas cosas. Primero porque te quedás solo y eso me ayudó a conocerme y me bajó el ego al cuarto subsuelo. Todo lo que era importante deja de serlo, como por ejemplo la mirada del otro. Y te das cuenta de que no somos nada, apenas una hojita en el viento. Cuando fui a Córdoba a hacer un detox conocí a un tipo que realmente sabe qué es el cuerpo y dice que los médicos creen saber más que el cuerpo y eso es imposible, porque el cuerpo es perfecto si le das lo que necesita.

-¿En qué te apoyaste en estos momentos difíciles?

-Cambié el enfoque de mi vida y eso se ve en la película. Vivís de a ratos, tal como dice el título. Una de las cosas que me salvó fue escribir y todo salía en forma de poema. Publiqué un libro, PoéMi poemas del Parkinson, que financió una amiga italiana que le gustaban mucho mis poemas; los leía en mi Facebook y los poemas expresan lo que me pasaba en ese momento, porque hoy ya soy otro. En este tiempo también pude hacer un programa de radio muy lindo que se llamaba Faro del alma. Lo dejé porque ya no podía ver.

-¿Qué cosas pudiste volver a hacer a partir de la operación?

-Pude caminar mejor, moverme mejor. Porque si no tomo la medicación no me puedo mover y si no estuviera operado, tampoco. Y en este tiempo me acerqué a la espiritualidad. Hay una frase de Cioran que dice que “en el dolor todo se vuelve alma”, y es así. En el libro escribo que el Parkinson es el grito de mi boca muda. Fue un cambio muy notorio que me ayudó, pero lo que te mata es el límite porque siempre digo que un tipo enfermo es un tipo preso en su cuerpo. Ya sé que no voy a poder seguir trabajando como actor. Y además no me interesa porque soy otra persona y mi mirada del mundo es otra.

–¿En qué pensás ahora?

–Ahora pienso en cómo voy a envejecer. Vivo en casa con mis dos hijos, Lautaro y Joaquín, de 25 y 23 años, y por ahora la llevamos bien. Son dos soles, no sé qué haría sin ellos. Encima en 2018 se murió mi mujer, Paula (Solarz, también actriz y bailarina), de cáncer. Fue terrible. Fue un palazo muy fuerte. En ese momento conducía un programa que se llamaba Los caminos de la vida y salió al aire en A24. El programa hablaba de resiliencia y la verdad es que me ayudó un poco a seguir. Aprendí mucho. El Parkinson es un curso acelerado de espiritualidad y de saber que la vida es hoy. Cuando sos joven te creés inmortal y no es así.

-¿Te enojaste con la vida?

-Me enojé con la vida, con el Parkinson, puteé. Y después de 18 años no sé si lo acepté. Dice (Carl) Jung que lo que resiste persiste y lo que aceptás te transforma. Bueno, yo todavía resisto algunas cosas y extraño mi laburo. Veo una película y pienso que podría estar ahí.

-¿Te preguntaste por qué o para qué?

-En todos estos años mi verdadero trabajo fue entender por qué. Y por eso escribí el libro de poemas. Y me encontré más escribiendo que actuando. El dolor es el maestro más grande. Escribía tres poemas por día, no podía parar. Tuve un grupo durante cuatro años que se llamaba Escribir para sanar también, y salieron cosas interesantes. Creo que estamos regidos por algo superior, una inteligencia que puede ser el universo, la naturaleza, algo que no terminamos de entender porque nuestra cabeza es limitada.

-¿Cómo ves esa otra vida tuya con esta mirada que tenés hoy?

-La veo lejos. Para mi todo está lejos, en el planeta de los sanos. El Parkinson te saca la energía también y lo veo todo tan lejos. Por suerte no tengo un carácter depresivo porque sino añoraría todo el tiempo eso y es muy duro. Acepté las limitaciones, eso sí. Y sé que tengo que estar bien cada día; no tengo planes a largo plazo.

-Si no trabajás hace tiempo, el tema económico debe ser un problema...

-En cuando a la obra social, antes tenía actores y ahora tengo Pami. Y la verdad sí es un problema porque la plata no alcanza para nada. Es de locos. Vivo de dos jubilaciones, una por discapacidad y otra por viudez. Y los chicos aportan y me ayudan con los gastos de la casa. Uno es músico e hizo la música de la película y el otro es docente y director de teatro.

La vida de a ratos

La idea de hacer La vida de a ratos se concretó en un encuentro que Javier tuvo con Bernarda Pagés, la directora. Ella cuenta que se conocieron en la película El favor, en la que “interpretábamos a dos hermanos”.Eso fue hace más de veinte años. “Y nos llevamos muy bien –suma Pagés–. La vida nos fue cruzando. Por ejemplo, coincidimos en el lugar en el que nuestros hijos jugaban al fútbol. Y en uno de esos encuentros, cuando él ya tenía Parkinson, me contó que había hecho dos intentos de hacer el documental y no se dio. Yo, que soy actriz pero entonces ya era guionista y directora también, le propuse concretarlo. Empezamos a filmar y todo el proceso fue casero. Javier desnudó el alma, hay mucho material, de muchos años en distintos momentos.

–¿Cómo lograron cerrarlo y concretarlo?

–Surgió la oportunidad de presentar el proyecto en el Incaa, junto con la productora Cinthia Micheletti y ahí terminamos de filmarla. Y hasta viajamos a Río de Janeiro, porque justo estaba Rüdiger Dahlke, que es el autor del libro La enfermedad como camino; un libro en el que Javier se apoyó mucho. Hace algunas semanas hicimos una función en el teatro Empire. El estreno es el 8 de julio en el cine Gaumont y la idea es mostrarla porque tiene una repercusión impresionante y se acerca mucha gente con Parkinson y con otras enfermedades, también otros que no sufren ninguna enfermedad, pero conmueve porque no hay ninguna película que trate este tema de esta manera. Javier es un artista que pone su vida al servicio de su obra. La película tiene el humor de Javi, su dolor, su poética. Es una película muy valiente. También hay escenas de sus películas y canta y revela su vida.

Para Javier Lombardo, el documental superó todas sus expectativas. “La gente termina llorando y después me dice que trasciende el Parkinson porque habla de la vida y la muerte y de cómo transito la enfermedad. El viaje a Brasil fue azaroso, nunca pensé que íbamos a poder llegar a hablar con Rüdiger Dahlke, porque es un escritor muy importante, que viaja por todo el mundo. Pero el alemán aparece en la película y fue un plus, porque el tipo se para en un lugar diferente al de la medicina tradicional. Y el libro La enfermedad como camino fue de mucha ayuda para mí en todos estos años”.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/personajes/javier-lombardo-el-documental-en-el-que-expone-su-vida-con-parkinson-sus-anos-como-actor-y-el-nid03072025/

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