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Jannik Sinner, campeón de Wimbledon: más hombre de hielo que nunca y sin rastros del desplome emocional en Roland Garros

El factor psicológico era un traumático desafío al que Jannik Sinner, el mejor tenista del ranking mundial, estaba expuesto. Apenas 35 días después de caer en la cinematográfica final de Rola...

Jannik Sinner, campeón de Wimbledon: más hombre de hielo que nunca y sin rastros del desplome emocional en Roland Garros

El factor psicológico era un traumático desafío al que Jannik Sinner, el mejor tenista del ranking mundial, estaba expuesto. Apenas 35 días después de caer en la cinematográfica final de Rola...

El factor psicológico era un traumático desafío al que Jannik Sinner, el mejor tenista del ranking mundial, estaba expuesto. Apenas 35 días después de caer en la cinematográfica final de Roland Garros, desperdiciando tres match-points y estando dos sets a cero arriba, era lógico imaginar que el aspecto emocional jugaría un papel esencial en la final de Wimbledon, ante el mismo rival, el envalentonado Carlos Alcaraz. Los fantasmas sobrevolarían el All England Club. El crack español, además, se había impuesto en los últimos cinco duelos entre ambos, tres de ellos en finales. El riesgo era evidente y muy concreto.

Por ello, a las dos horas y 50 minutos de batalla en el Centre Court, en un domingo sofocante, muchos tuvieron un déjà vu, aunque no se estuviera jugando sobre polvo de ladrillo y sí en césped. Se disputaba el cuarto set y Sinner, en ventaja con dos parciales a uno, sacó 4-3 y 15-40, con doble alarma de quiebre. Lo más probable es que un mazazo salvador del murciano, número 2 del tour, hubiera tenido un efecto demoledor en el ánimo de Sinner.

Sin embargo, el líder del ranking, más hombre de hielo que nunca, no miró a su alrededor, apenas se acomodó la gorrita blanca, se enfocó en su tarea y respondió con firmeza, sosteniendo su servicio (5-3). Apagó el fuego antes de que fuera un desastre. Alcaraz defendió su turno de saque (5-4). Y Sinner, nuevamente con su servicio, tuvo la chance de consagrarse y no falló. Frío, a su estilo, celebró en forma medida, aunque se advirtió su emoción cuando luego de saludar a Alcaraz volvió al centro del court, se colocó en cuclillas y apoyó la palma de la mano derecha en el césped, nutriéndose de tanta historia.

Sinner, campeón de Grand Slam por cuarta vez, saltó varios obstáculos en el grande británico. Se encumbró como el primer italiano ganador en singles de Wimbledon (sólo Matteo Berrettini, en 2021, y Jasmine Paolini el año pasado habían llegado al último día) y se convirtió en el primer jugador capaz de derrotar a Alcaraz en una final de Grand Slam (el jugador entrenado por Juan Carlos Ferrero, que era bicampeón defensor, había festejado en sus cinco definiciones previas de majors).

Pero, sobre todo, el título en el torneo más prestigioso del circuito simboliza un salto de calidad en el aspecto emocional para Sinner, que este año permaneció tres meses suspendido por doping. Curó la herida. “París fue una lección dura, pero me trajo hasta aquí”, apuntó el jugador entrenado por su compatriota Simone Vagnozzi y el australiano Darren Cahill. Pese a que uno y otro, antes de la final de Wimbledon, coincidieron en desligarse del episodio en el estadio Philippe-Chatrier del 8 de junio, era imposible no pensar en eso; la remontada de Alcaraz, en 5h29m, había sido histórica.

En Wimbledon, a diferencia de la final de Roland Garros, desde el inicio del partido se desarrolló un juego mucho más directo y agresivo, sin intercambios largos, algo lógico por la diferencia de superficie, aunque potenciado porque ambos tomaron riesgos, tratando de tomar la iniciativa de cada punto. En ese contexto, más allá de que Alcaraz se adueñó del primer set (recuperándose de un 2-4), el revés paralelo de Sinner fue el mejor golpe del partido, el que marcó el pulso (más de una vez Carlitos quedó despatarrado en el fondo de la cancha, una imagen inusual).

Lejos de desmoralizarse por perder el primer parcial, Sinner, nacido en San Candido (en la provincia italiana de Bolzano), apretó las clavijas, patinó en el desgastado césped como lo hacía de chico esquiando en la nieve y cimentó sus deseos desde el saque, una garantía: terminó con ocho aces, sólo dos dobles faltas (siete de Alcaraz), un 62% de primeros servicios, un 75% de puntos ganados con el primer saque (54 de 72) y un 60% con el segundo.

Alcaraz aspiraba a ser el quinto jugador de la Era Abierta en ganar tres títulos individuales consecutivos de Wimbledon (tras Björn Borg, Pete Sampras, Roger Federer y Novak Djokovic), pero se quedó sin combustible; el optimismo y la creatividad que habitualmente lo acompañan colisionó contra un rival superior y con mayor determinación. Es más, durante un descanso del tercer set, sentado en su silla, el nacido en El Palmar le expresó a la distancia a su equipo, con impotencia: “Desde el fondo de la pista está jugando mucho mejor que yo. ¡Mucho! ¡Mucho mejor que yo! ¡Mucho mejor que yo!”. A Alcaraz le dolió la derrota como a nadie, pero la admitió, la masticó. “Es difícil perder, siempre lo es, pero estoy orgulloso de lo que hice. Tengo que felicitar a Jannik una vez más. Por supuesto que nos veremos de nuevo”, expresó en el court, cortés.

Sinner, como campeón de Wimbledon, recibió 3.000.000 de libras (US$ 4.046.130) en premios, mientras que Alcaraz, por ser subcampeón, se llevó 1.520.000 (US$ 2.050.039).

Desde el inicio de la temporada 2024, en Australia, Sinner y Alcaraz, los dominadores del tour, se repartieron los siete títulos de Grand Slam. Con Sinner de 23 años y 331 días, y Alcaraz de 22 años y 69 días, la de este domingo fue la final de Wimbledon “más joven” en cuanto a edad combinada desde 2006, cuando Federer (24 años y 335 días) derrotó a Rafael Nadal (20 años y 36 días). Los tiempos cambiaron. Se trató, además, de la primera definición en el All England Club sin Federer, Nadal, Djokovic o Andy Murray en 23 temporadas (2002, con la victoria de Lleyton Hewitt ante el cordobés David Nalbandian). Todo el resto los corre desde (muy) atrás.

Sinner no se intimidó por el desfile de celebridades en el palco real ni se desenfocó cuando un corcho de champagne de un festivo espectador cayó en la cancha (un clásico en Wimbledon) antes de tener que sacar, lo que provocó abucheos y también sonrisas. “Es muy emotivo ganar en Wimbledon, porque sufrí una derrota muy dura en París. Al final, no importa cómo ganes o pierdas en los torneos importantes, tenés que entender lo que has hecho mal y trabajar en ello. Intenté aceptar la derrota y seguir trabajando”, dijo el campeón.

Pensar que, en los octavos de final, estuvo cerca de marcharse del torneo londinense cuando Grigor Dimitrov se lesionó el pectoral y abandonó cuando estaba en ventaja por 6-3, 7-5 y 2-2. Con brazos y piernas largas, frente a Alcaraz llegó a lugares a los que la mayoría no puede. Y, encima, le agregó un convencimiento mental que lo volvió insuperable, incluso, para el español, que había sido su kriptonita ocho veces en doce duelos.

Apenas 35 días pasaron entre la final de Roland Garros y la definición de Wimbledon, y ni noticias del desplome espiritual italiano. Más inmutable que nunca, Sinner se coronó en la Catedral, iluminando una rivalidad que promete ser perpetua.

Lo mejor de la final de Wimbledon

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/deportes/tenis/jannik-sinner-campeon-de-wimbledon-mas-hombre-de-hielo-que-nunca-y-sin-rastros-del-desplome-nid13072025/

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