Ignacio Peyró: “La vida de Julio Iglesias es una de las más trepidantes y divertidas de los últimos 80 años”
Ignacio Peyró (Madrid, 1980) es escritor, periodista y director del ...
Ignacio Peyró (Madrid, 1980) es escritor, periodista y director del Instituto Cervantes en Roma, después de haber estado al frente de la sede de Londres durante cinco años. Publicó libros como Pompa y circunstancia, un retrato sobre el imaginario y la cultura británica; Comimos y bebimos, su particular diccionario gastronómico; y Ya sentarás cabeza, una antología generacional de artículos periodísticos. Tras años dedicados al ensayo y la crónica cultural, resultó inesperado -aunque para él no tanto- que eligiera a una figura de la cultura popular como Julio Iglesias para su primera biografía.
¿Cuál es el cuento más importante de la literatura argentina del siglo XX?
Con humor elegante y un tono por momentos irónico, Peyró recorre la vida del cantante español de 81 años y lo muestra no solo como un ídolo de la canción romántica, sino también como un fenómeno que refleja la España que dejaba atrás el franquismo y se abría al mundo. En diálogo con LA NACION, repasa el proceso de investigación de El español que enamoró al mundo y reflexiona sobre las paradojas de Julio Iglesias.
-¿Cómo nace la idea de escribir este perfil?
-Estaba buscando un tema para un libro y me atraía la idea de recorrer la vida de alguien. Es un tipo de obra que me gusta mucho leer, como la de André Maurois sobre Benjamin Disraeli o sobre Lord Byron. Son crónicas vitales que buscan acercar un personaje a la gente, hacer un retrato. Uno quiere escribir libros que siente que le pueden salir bien, y este me apetecía especialmente. Eso no significa que uno deba acomodarse y no probar cosas nuevas, pero cada libro es un mundo. Además, había un motivo extra para escribir una biografía de Julio Iglesias: pese a que ha sido biografiado, la academia y la historia de la cultura popular no le han prestado la atención que merece, considerando el impacto sociológico, demográfico y económico -no solo artístico- de su carrera. Y luego está el hecho de que posiblemente sea una de las vidas más trepidantes y divertidas que alguien haya llevado en los últimos 80 años.
-¿Cómo fue el proceso de investigación?
-Para mí fue un cambio, porque venía de hacer otras cosas y de escribir sobre otros temas sobre todo. De hecho, cuando se publicó el libro, tuve que explicar más por qué me había fijado en Julio Iglesias que si hubiese escrito sobre Stalin. Así que me tocó leer mucho material de revistas como Hola o Semana, algo muy distinto a mis lecturas habituales. También hablé con personas de su entorno histórico. Ofrecí a su oficina participar en dos ocasiones, pero no recibí respuesta, solo me contactaron cuando ya estaba publicado. Curiosamente, el libro llegó tanto a Pronto, una revista que se lee en peluquerías, como al Times Literary Supplement, y fue reseñado en Babelia. En ese sentido, ha tenido un recorrido inesperado.
-Entonces, no hablaste nunca con él durante el proceso.
-No. Me pidieron mi número para que me llamara, y yo les di mi teléfono italiano, pero justo lo perdí al día siguiente. Aquí, en Roma, recuperar un número es un proceso complicado: hay que ir a los carabineros, hacer trámites… Me pasé casi un mes sin línea. Así que, quién sabe, puede que me haya llamado y que yo nunca me enterara (se ríe).
-Sos el director del Instituto Cervantes de Roma y escribiste sobre un ícono de la cultura popular española. ¿Ves en eso una ambigüedad o contradicción?
-No creo. Claramente Julio Iglesias no es Leonard Cohen; él mismo siempre ha sido muy realista respecto a sus recursos estéticos o artísticos. Pero la frontera entre la alta cultura y la popular siempre ha sido borrosa. El Quijote en su momento era cultura popular alta, pero tampoco era un tratado de filosofía griega. Cuando Julio Iglesias irrumpe en la escena artística a finales de los 60, lo hace en un contexto de contracultura, revolución, vanguardia e investigación estética. Se intentaba romper con muchas cosas. Él en algún punto nace contra su tiempo, no se suma a eso: en vez de ponerse flores en el pelo, se pone chaqueta y traje. Se encapsula fuera de su tiempo, y paradójicamente eso le ha permitido perdurar y trascender en el tiempo. Además, hay dos paradojas en su trayectoria. La primera: llega tarde a la música. Con 22 años, apenas sabe que se va a dedicar a la música, cuando la mayoría de los músicos descubren su vocación muy jóvenes. La segunda: triunfa a pesar de no tener los atributos “típicos”: no es el de la mejor voz, no es posiblemente el más guapo, no baila, apenas compone, no toca instrumentos. Hoy, con formatos como Operación Triunfo, quizá no habría pasado ni la primera ronda.
-En una entrevista comparaste a Julio Iglesias con Luis Miguel, otro ícono de la cultura popular, aunque la vida de este no te resultaba tan interesante como la de Iglesias.
-Sí, por varias cosas me parece más interesante Julio Iglesias. A finales de los 70, al instalarse en Miami, empieza a encarnar una idea de felicidad material sin límites: playas, palmeras, un Rolls-Royce blanco, un grupo de mujeres siempre de fondo, lujo. Una estética hoy quizá dudosa, pero era un momento donde ser exagerado estaba bien. Hoy el lujo es mucho más reposado. En los años 80, eso resultaba fascinante y novedoso, sobre todo en una España que venía de ser un país muy cerrado. Supo encarnar bien ese ideal de felicidad. Pero su vida también tuvo desgracias importantes: casi muere a los 20 años, su padre fue secuestrado por ser su padre, su hermano fue condenado por delitos económicos, tuvo un embarazo no deseado con una mujer que no era su esposa, un matrimonio un poco de imprevisto, vivió rupturas amorosas dolorosas y ha sufrido lo que el llama traición de sus más leales. Y sin embargo, sigue siendo la encarnación pública de la felicidad perpetua. Por eso pienso que es una vida mucho mas interesante que la de otros, como la de por ejemplo, no sé, Michael Bublé, de los que podrían haber cien iguales.
-Más allá de Julio Iglesias, ¿qué ambiente o qué expresiones de la cultura popular de aquellos años te interesaba recuperar?
-Más que un género concreto, me interesaba recrear un ambiente. Yo nací en 1980, y hacia 1984-85 el mundo que veía aún se parecía mucho al de los 70. Era una España con figuras como Julio Iglesias, Montserrat Caballé, Plácido Domingo, el rey Juan Carlos I, Felipe González, Adolfo Suárez… un país que se empezaba a abrir al mundo. Me interesa en general ver ese momento de optimismo e inocencia, el final del franquismo, el desarrollo turístico. Como el país empieza a crecer exponencialmente en esa época. No hice un tratado histórico, pero sí quise dar pinceladas que acercaran al lector a esa época.
-No sos condescendiente con el personaje ni te lo tomas a broma, pero el libro sin embargo tiene mucho humor. ¿Sabías desde el principio que iba a tener ese tono?
-Sí, siempre supe que quería que sea así. Mi tono suele ser irónico y ambiguo, y creo que el personaje lo pedía. Como no es una investigación académica de décadas, quería que el libro se pudiera leer como un chupito después de comer: rápido, reconfortante, con un pequeño calambrazo. Es verdad que es un libro muy español en referencias, y eso puede hacer que algunos detalles se pierdan para lectores de otros países, pero creo que también es parte de su sabor. Y bueno, si quedan dudas también existe Wikipedia, ¿no? (se ríe).
-¿Cómo decidiste recortar una vida tan extensa?
-Su etapa más interesante se concentra en los primeros 45 años. Después, una vez conquistado el mercado norteamericano, pierde algo de épica. Aun así, me interesaba contar un arco vital completo y una vejez tan prolongada y estable. Intenté evitar rumores y exageraciones, centrarme en hechos que construyeran una biografía real.
-¿Esperabas esta recepción?
-No, aunque intuía que podía gustar. El personaje atrae, pero también me importaba que el libro funcionara literariamente. Creo que se lee bien. Además, ha permitido acercar a Julio Iglesias a generaciones que no lo vivieron de primera mano, porque para quienes nacieron después de los 90, Iglesias es Enrique y Julio se convirtió en un meme.
-En un capítulo contas sobre el romance que sucedió en Argentina con Graciela Alfano. ¿Sabías que ella te desmintió acá?
-Sí, me llegó el comentario. Y la verdad es que eso me ha hecho promoción, así que muy agradecido (se ríe). Pero bueno, esa anécdota se puede encontrar hasta en Wikipedia...