Huracán tuvo una hora un jugador más, pero no pudo contra los suplentes de Vélez
Una lluvia de reproches, una silbatina generalizada, en una noche fresca, prácticamente sin fútbol. Huracán entró, una vez más, en una profunda depresión, en un túnel sin juego, sin victoria...
Una lluvia de reproches, una silbatina generalizada, en una noche fresca, prácticamente sin fútbol. Huracán entró, una vez más, en una profunda depresión, en un túnel sin juego, sin victorias, sin fuego sagrado. Entre los de siempre, de pronto entra Wanchope Ábila, apenas para sumar algo más de confusión en el ataque. El Globo no puede ni 11 contra 10 durante una hora contra Vélez, que juega con suplentes, que pierde por lesión a Tomás Marchiori y que tiene la cabeza en la Copa Libertadores.
Un 0 a 0 imposible de recordar en el futuro imaginario. Entre todos, una certeza: Manu Lanzini mostró destellos de su clase. Marginado por Marcelo Gallardo en River, volvió a sonreír, con un par de intervenciones propias de su antigua estirpe.
Vélez es el mejor equipo de la actualidad. Huracán, desinflado, se convirtió en un equipo de mitad de tabla. El cambio fue drástico en un puñado de meses: el equipo de Liniers terminó 13° (de 15 equipos) en el torneo Apertura pasado, el conjunto de Parque Patricios fue finalista, perdió el partido decisivo con Platense.
Vélez está arriba en el Grupo B, instalado en los cuartos de final de la Copa Libertadores. Jugará este martes con Racing, en Liniers, por los cuartos de final de la Copa Libertadores. Huracán está a mitad de camino en el Grupo A y hace tiempo que quedó eliminado de la Copa Sudamericana, en los octavos de final y frente a Once Caldas.
Guillermo Barros Schelotto le cambió el espíritu a Vélez. Maher Carrizo, tal vez, es el mejor de nuestro medio, los jóvenes se comen la cancha y, físicamente, está impecable. Ganó dos estrellas (con Estudiantes y contra Central Córdoba), esas creaciones modernas para aglutinar en las vitrinas. Frank Kudelka suele llevar a la orilla a Huracán, desacostumbrado a pelear títulos hasta la última función. Por múltiples razones, no puede coronar.
La proximidad del partido más importante (la Academia, por la Libertadores), hizo que el Mellizo jugara con varios suplentes, con la excepción de Marchiori (lesionado), Emanuel Mammana, Elías Gómez y Agustín Bouzat. En el cierre del espectáculo, entraron algunos soldados habituales, para entrar en ritmo.
Con lo que mejor dispone, el Globo chocó de frente (11 contra 11, 11 contra 10), contra un equipo noble, entusiasta y disciplinado. No hubo diferencias sustanciales, Vélez se sintió cómodo en todo momento, más allá del triángulo de contratiempos durante la primera mitad.
El primer tiempo pudo ser una fiesta para Vélez y se convirtió en un suplicio. Comandado por Manu Lanzini y con un elenco de suplentes, pudo abrir el marcador una, dos, tres veces. Un tiro de zurda del 10 fue controlado por Galíndez, luego de una buena jugada colectiva.
Al rato, sufrió el Fortín tres situaciones traumáticas.
Primero. Abrió el marcador, anulado por una milimétrica posición adelantada. Lanzini (pase de colección), Michael Santos y Pizzini, de 9, crearon un golazo, anulado vía VAR por una posición adelantada del delantero uruguayo. Iban 14 minutos.
Segundo. Tomás Marchiori, el arquero, sufrió una seria molestia en la rodilla derecha. Quiso seguir, pero le fue imposible. Por eso, se dio el debut de Alvaro Montero, un colombiano que mide dos metros y suma ocho partidos en la selección cafetera. Iban 28 minutos.
Tercero. Fue expulsado Agustín Lagos, por doble amarilla, la segunda por una brutal patada sobre Rodrigo Cabral, que hasta pudo haber sido roja. Iban 30 minutos.
De todos modos, en ningún momento sufrió Vélez los embates de Huracán, con un jugador más en casi todo el desarrollo y con un par de ideas sueltas, siempre con Miljevic y Gil en la conducción, repartida y vaivenes. En el mientras tanto, hubo otro Bombazo de Lanzini, muy bien controlado otra vez por Galíndez, abajo, seguro.
Un zurdazo de Urzi, en el final, resultó lo mejor de un Globo alicaído, vencido, envuelto en los reproches de su gente. El vuelo de Montero, mano cambiada, fue una luz en una noche oscura en Patricios. La ira de todos se contrapuso con la hidalga imagen de Vélez, con suplentes, con uno menos y siempre erguido. Con el futuro a sus pies.