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Guerras de medias verdades y de mentiras enteras

Hay mentiras aviesas, deliberadas. Y están las declaraciones. Las primeras son las más ostensibles y, por eso mismo, menos peligrosas. Se las ve venir y, en el peor de los casos, prenden en la ti...

Guerras de medias verdades y de mentiras enteras

Hay mentiras aviesas, deliberadas. Y están las declaraciones. Las primeras son las más ostensibles y, por eso mismo, menos peligrosas. Se las ve venir y, en el peor de los casos, prenden en la ti...

Hay mentiras aviesas, deliberadas. Y están las declaraciones. Las primeras son las más ostensibles y, por eso mismo, menos peligrosas. Se las ve venir y, en el peor de los casos, prenden en la tierra fértil de los fanáticos. O son objeto de sorna y desmentida por el grupo que las mira desde el lado contrario.

Justamente por eso las declaraciones hacen tanto daño. Como nadie está obligado a declarar en su contra, las opiniones suelen ser el terreno en el que proliferan las medias verdades, más escurridizas.

Por si fueran pocos los problemas que trae los múltiples conflictos en Oriente medio, Europa del Este y África, ahora hay que resolver a qué declarantes dejamos ingresar al algoritmo que programamos con cada segundo de atención a la pantalla.

La desinformación no se explica solo por la manipulación informativa. El fanatismo de personalidades mundiales por una u otra causa no puede atribuirse a que estén en ayunas de noticias

Para colmo, es poca y sesgada la información de países imposibles de ubicar en un mapa sin preguntar a Google Maps. Pero ahí están, todos en la zona peligrosa en los rankings de democracia y de libertad de expresión. Según Reporteros Sin Fronteras, Rusia ocupa el puesto 171 de 180 países monitoreados, Irán el 176, Egipto el 170, Palestina el 163. Muy cerca los siguen Sudán, Níger, Congo, Yemen, por nombrar otros que padecen hambrunas y matanzas a estas horas.

Si en todos esos la prensa libre está extinta, la democracia lleva décadas con las peores notas en cualquiera de las clasificaciones. Incluso las que elaboran esas universidades que agitan banderas en apoyo a causas de las que saben que no saben nada. En el teatro de operaciones de la desinformación, poco les vale a Israel y a Ucrania tener mejores notas en libertad de prensa y democracia.

La desinformación no se explica solo por la manipulación informativa. El fanatismo de personalidades mundiales por una u otra causa no puede atribuirse a que estén en ayunas de noticias. La certeza no se sigue de la información, sino que la precede. Las convicciones no piden a sus fuentes evidencias verificables.

El éxito de la posverdad consiste en dar igual valor a hechos, declaraciones y propaganda

El éxito de la posverdad consiste en dar igual valor a hechos, declaraciones y propaganda. De batallas sin testigos imparciales se aceptan cifras de bajas con la sospechosa precisión de cifras de infantes que los tiranos se guardan de brindar de otros grupos sociales. Hay imágenes de niños famélicos de un lado de la frontera y otras que muestran camiones con toneladas de alimentos.

Frente a partes de guerra contradictorios, lo más fácil es refugiarse en la indignación moral. Siempre hay una bandera, insignia o etiqueta que eleva la calidad humana de su portador. Total, no requiere evidencias: basta declarar adhesión a principios irrefutables como la vida, la libertad o la dignidad para eximirse de presentar otras pruebas.

Si una flotilla de barcos de recreo zarpa hacia una zona de conflicto bajo consignas como la “ayuda humanitaria”, alcanza con que suban videos motivacionales para que sus intenciones circulen alrededor del mundo. Es verdad que declararon que llevarían “ayuda humanitaria”. Que llevaran algo que pudiera serlo no es condición para que a la vuelta sigan dando al mundo lecciones morales.

La polarización persiste porque es muy conveniente. Cualquiera sea el mensaje siempre tendrá una parte de la sociedad adhiriendo al mensaje con el mismo furor que otra parte lo recela. Fuera de esas cámaras de eco que ofician de búnker para proteger las certezas, la situación es más compleja. Exponerse a las fuentes de uno y otro lado puede generar más engaño que facilitar condiciones para llegar una conclusión cierta.

Dos medias verdades no dan una verdad entera. Antes bien, muchas medias verdades construyen mentiras encubiertas. Si uno dice que hay hambre y otro que hay ayuda humanitaria, no concluimos que hay una población alimentada. La controversia guerra o genocidio no conduce a una solución esperanzada. Si, como dicen, en la guerra la verdad es la primera víctima, en la batalla por los relatos la verdad es la bandera que agitan los victimarios.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/conversaciones-de-domingo/guerras-de-medias-verdades-y-de-mentiras-enteras-nid12102025/

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