Good Boy, la película que muestra el terror desde la mirada de un perro
Good Boy (Idem, EEUU/2025). Dirección: Ben Leonberg. Guion: Leonberg y Alex Cannon. Montaje: Ben Leonberg. Fotografía: Ben Leonberg. Música: Sam Boase-Miller. Elenco: Indy, Shane Jensen, Arielle...
Good Boy (Idem, EEUU/2025). Dirección: Ben Leonberg. Guion: Leonberg y Alex Cannon. Montaje: Ben Leonberg. Fotografía: Ben Leonberg. Música: Sam Boase-Miller. Elenco: Indy, Shane Jensen, Arielle Friedman y Larry Fessenden. Duración: 73 minutos. Calificación: Apta para mayores de 13 años. Nuestra opinión: buena.
En las películas de terror, los espectadores y las mascotas suelen tener más información que los protagonistas. Cuando un perro se muestra inquieto, llora o ladra sin parar, se debe a que percibe alguna presencia ominosa que los despreocupados personajes humanos no pueden ver. Es más, estos se irritan con el pobre animal y lo llaman a silencio, ignorando que está tratando de salvarles la vida. Good boy, debut de realizador y guionista Ben Leonberg (quien también se hizo cargo del montaje y la fotografía), nos revela exactamente qué ven los animales en ese tipo de escenas.
Como en los dibujos animados de Tex Avery o las películas de Yasujiro Ozu, aquí el punto de vista de la cámara es inusualmente bajo, a no más de 50 centímetros del suelo, para identificar al público con el protagonista, que en este caso es un perro de la raza Retriever de Nueva Escocia llamado Indy.
En la vida real, Indy es la mascota del director, quien la filmó durante más de 400 jornadas en su propia casa (donde transcurre casi toda la acción) para obtener las reacciones que buscaba del animal. En la ficción, Indy es la mascota de Todd (Shane Jensen), un joven del que no sabemos prácticamente nada (su cara siempre está tapada por sombras o fuera del recorte del cuadro), excepto que padece una grave enfermedad pulmonar, probablemente hereditaria, y que varios miembros de su familia murieron jóvenes.
Tras una estadía en el hospital, Todd decide pasar un tiempo con su perro en la antigua cabaña familiar en medio de los bosques de Nueva Jersey. Una oportuna llamada de su hermana para chequear su salud nos informa que el abuelo de ambos (interpretado por el realizador de culto Larry Fessenden) murió en la casa y que la chica está convencida de que está embrujada. Como para confirmar esos dichos, poco después de la llegada, Indy ve una silueta oscura que se escurre entre las sombras. Eventualmente queda claro que, en efecto, hay una entidad malévola en el lugar que parece vinculada con las muertes de la familia y al agravamiento de la enfermedad de Todd, aunque solo Indy es capaz de percibirla.
Esta situación desesperante -el único que ve qué sucede no tiene forma de decirlo- multiplica el estado de indefensión habitual de los personajes en las historias de casas embrujadas. Inteligentemente, la película no hace del perro un típico animal de ficción que, cuando el guion lo necesita, adquiere capacidades humanas: Indy se comporta siempre como un perro y, como tal, puede sentir miedo, inquietud, puede percibir una amenaza y tener cierto instinto de protección hacia su dueño pero no puede comprender exactamente qué pasa y mucho menos comunicarlo. Su impotencia para cuidar del desamparado Todd no hace más que incrementar nuestra empatía por el animal, al punto de que llega un momento en que lo único que realmente nos importa es que no le pase nada.
La película tiene una narrativa fragmentada, con escenas que no se muestran enteramente unidas por la causalidad, que a su modo arbitrario representan la percepción del perro. Si bien el tratamiento más o menos realista del protagonista animal es una fortaleza del film, al mismo tiempo reduce su arsenal de recursos y, al pasar la mitad de sus 73 minutos (una duración exigua que ya indica alguna dificultad para hacer crecer la idea original), las situaciones se empiezan a repetir y los sustos genuinos pierden su fuerza. Con todo, Good Boy nos ofrece una vuelta de tuerca novedosa al frecuentado rubro de las casas embrujadas y, en el rol del protagonista Indy, una de las mejores actuaciones del año.