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Festival Bandera: Divididos aportó todo su arsenal y Babasónicos su sensualidad en un encuentro que va camino a convertirse en un clásico

Guido Carmona lo está dejando todo en el tercer escenario. El sol no da tregua, el calor tiene “intensidad verano”, pero el líder de ese proyecto solista con banda que dio en llamar ...

Festival Bandera: Divididos aportó todo su arsenal y Babasónicos su sensualidad en un encuentro que va camino a convertirse en un clásico

Guido Carmona lo está dejando todo en el tercer escenario. El sol no da tregua, el calor tiene “intensidad verano”, pero el líder de ese proyecto solista con banda que dio en llamar ...

Guido Carmona lo está dejando todo en el tercer escenario. El sol no da tregua, el calor tiene “intensidad verano”, pero el líder de ese proyecto solista con banda que dio en llamar Un Muerto Más va de un lado al otro del escenario buscando impactar a un público que no es propio, aunque buena parte de él pareciera conocer algunas de sus canciones, principalmente sus dos hitazos, “Frutillas con crema” y “Amor de verano”.

Sus canciones cuentan historias en las que él es el protagonista y en las que casi siempre termina como el perdedor de la película. Como esa chica que busca conquistar en vivo (su corista) y que termina “perdiendo” a manos del violinista de la banda. La gente celebra sus ocurrencias, baila sus canciones y admira su capacidad para mantenerla atenta, en un momento de la tarde en la que algunos buscan guarecerse del sol.

Un festival de música es un ecosistema perfecto. Necesita de un buen espacio como sede y el hipódromo de Rosario lo es. Necesita de una buena cantidad de gente que recorra los escenarios, que deje toda su pasión cuando toquen sus bandas favoritas pero que también se entregue a la curiosidad cuando vea y escuche a alguien por primera vez; y acá en medio del Parque de la Independencia esa condición está dada. Y, claro, también necesita de esa suerte de feria que acompaña este tipo de encuentros: puestos de comida, de bebidas, lugares gratuitos de hidratación, espacios de marcas, VIP, sector de prensa y todo lo que ayuda a vivir la experiencia y a querer repetirla una y otra vez.

En su sexta edición, el Festival Bandera reunió a 23.000 personas en el hipódromo de Rosario y confirmó que es una parada que va camino a convertirse en clásica, en obligada en medio del cambiante mapa de los festivales de música en general y de los de rock y pop en particular.

Con tres escenarios, los dos principales, Norte y Sur, pegados y alternando su grilla y un tercero, el Bandera, a una distancia suficiente como para que no se cruzara el sonido de unos y otros, el festival atrajo al público por su sólida grilla. Ya que en un mismo cartel convivan Divididos y Babasónicos es atractivo suficiente para comprar la entrada. Si a ellos se le suman El Kuelgue, El Plan de la Mariposa, Conociendo Rusia, Juanes y un cierre electrónico a cargo del histórico dúo de Washington, Deep Dish, entonces el “negocio” cierra por todos lados.

Así como Un Muerto Más iba camino a convertirse en la revelación del festival en el escenario Bandera, en uno de los principales Yami Safdie demostraba su crecimiento en escena. Sentada sobre una cama decorada con flores, la chica de las canciones sensibles de la generación urbana impactaba con su canto, con sus baladas y con ese aire de folklore que tiene buena parte de su repertorio que tan bien le sienta.

Piti Fernández lleva un buen tiempo alternando sus shows solista con los de Las Pastillas del Abuelo. Acá vino con su nombre y su apellido a cuestas y con una banda que lo acompaña en una propuesta algo country (no solo por la remera de Johnny Cash que lleva puesta), con clásicos del rock y nuevas versiones de canciones de Las Pastillas, como ese final con “¿Qué es Dios?“, el tema dedicado a Diego Maradona y, por supuesto, “El sensei”, el “Ji, ji, ji” de su banda madre.

Las que sabemos todos

Hay clásicos para todos los gustos en el festival. Con solo tomar los repertorios de Divididos y Babasónicos se puede dibujar un camino que acompañó y acompaña a varias generaciones. Pero hay canciones de otros, de los que no están acá, que se entonan sorpresivamente y que generan eso que tiene un festival y que un show individual no posee: un clima de escena, de “estamos todos en el mismo barco”.

Como cuando los Koino Yokan, un dúo que empezó haciendo covers, le guiñó el ojo al público con una muy buena versión de “Nos siguen pegando abajo”, de Charly García. O cuando Juanes, que eligió un repertorio plagado de hits, sorprendió con “Persiana americana”, de Soda Stereo. También bien entrada la noche, después de que Divididos revisitara a Sumo (“Crua-chan”, “La rubia tarada”), El Kuelgue invitó a Mateo Sujatovich (Conociendo Rusia) para que cantara con Julián Kartun “Mil horas”, de Los Abuelos de la Nada.

La costumbre de llamarse Divididos

Ricardo Mollo llega al escenario con su mochila, la deja a un costado; se para delante de la pared de Marshall; Catriel Ciavarella y Diego Arnedo toman sus lugares y enseguida esos tres componentes que conforman el histórico power trío entran en combustión. Todo en Divididos está visto y escuchado pero aún así no deja de sorprender. Las canciones podrán tener nuevos arreglos, ser tocadas en distintas velocidades, recordar viejas historias de los que tienen más años entre el público, pero lo que más impacta es la dinámica “divina” de este trío que es el mejor en su tipo en la historia del rock argentino y uno de los diez mejores en la historia del rock mundial.

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Antes mencionábamos los clásicos que se tocan en el Bandera y que son de quienes no están aquí o ya no están en este plano, y Divididos vuelve a aportar al playlist con dos gemas bien distintas, las dos igual de impecables en su interpretación: “Sucio y desprolijo”, de Pappo y “Tengo”, de Sandro.

Se dijo una y mil veces que los shows de Divididos son demoledores y este no fue la excepción. Tras ellos, Babasónicos también viene a aportar una sucesión de canciones que sabemos todos pero, claro, en otro plan. Para bailar, para fantasear y para dejarse abrazar por una noche tibia, con algo para beber y con ese juego de seducción que tan bien maneja Adrian Dárgelos desde el escenario.

Los festivales, como este Bandera, también permiten que cada uno diseñe el recorrido a su antojo. Y que se retire del lugar cuando quiera. Algunos tomaron la decisión de irse mientras tocaba El Kuelgue, otros -muchos- se quedaron a bailar con Deep Dish. Al fin de cuentas es sábado a la noche y al otro día no hay más que recordar lo vivido en un sábado largo, intenso y plagado de buena música.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/musica/festival-bandera-divididos-aporto-todo-su-arsenal-y-babasonicos-su-sensualidad-en-un-encuentro-que-nid02112025/

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