Es una leyenda del punk ruso, se exilió en la Argentina por oponerse a Putin y a la guerra contra Ucrania y ama el rock nacional
Dmitry Spirin es un referente del punk rock ruso. Por su música contestataria y sus fervientes críticas al gobierno, tuvo que abandonar su país y venir a la Argentina, donde encontró la escena ...
Dmitry Spirin es un referente del punk rock ruso. Por su música contestataria y sus fervientes críticas al gobierno, tuvo que abandonar su país y venir a la Argentina, donde encontró la escena rockera de sus sueños. Ya era un gran conocedor de las bandas de punk argentinas antes de venir acá y ahora sueña con traducir sus canciones al ruso.
Dmitry es uno de los máximos exponentes del punk en Rusia, un género que explotó en los 90 tras la caída de la Unión Soviética. Su banda Tarakany! (¡Cucarachas!) estuvo al frente de un nuevo movimiento en el que los jóvenes, con mayores libertades individuales, salieron a festejar con un rock que hablaba de diversión, fiestas y alcohol.
Sin embargo, con la llegada de Vladimir Putin al poder, ciertos derechos volvieron a sufrir restricciones y muchos músicos expresaron su descontento. Quienes se opusieron al Gobierno, como él, empezaron a ser víctimas de la censura. Él, solo por manifestar públicamente su apoyo a Alekséi Navalni, el mayor opositor al premier ruso, fue imputado penalmente y tuvo que mudarse a Hungría.
Tras el comienzo de la guerra contra Ucrania, no tuvo otra alternativa que exiliarse fuera de Europa y eligió instalarse en la Argentina, atraído por la calidad de vida y la escena punk, de la que se declara fanático desde antes de conocer el país. “Bandas como Attaque 77 y Cadena Perpetua son muy buenas. Hay algo en las melodías de las canciones y en el idioma que, aunque no entienda una palabra, me llega al alma”, cuenta a LA NACION en la primera entrevista que da a un medio argentino. Con su primer álbum solista recién editado -el antibelicista Guerra Caliente-, está armando una banda para poder mostrar su música al público local.
–¿Cuándo empezaste a escribir canciones en contra de Putin?
–Tarakany! era una banda de punk-pop. Empezamos en 1991, una época en la que Rusia estaba llena de expectativas, de diversión y de energía porque habían quedado atrás 70 años de comunismo y el país daba sus primeros pasos hacia una nueva vida, con normalidad e integrada al mundo. Para mi generación, los 90 estaban llenos de esperanza y nosotros hacíamos canciones felices sobre la adolescencia, las chicas y salir de fiesta. Así fue durante los primeros diez años, hasta que llegó una nueva era donde empezamos a expresar sentimientos más oscuros y tristes sobre temas como el nacionalismo y el racismo, y a manifestar nuestra oposición hacia Putin, que mostraba sus primeras señales de tiranía, atentando contra la libertad de expresión, cerrando canales de televisión y encarcelando a quienes estaba en contra de sus políticas.
–¿Cómo afectó a la banda oponerse abiertamente al Gobierno?
–El régimen de Putin es una dictadura a gran escala y muchas bandas de rock lo denunciamos a través de nuestras canciones, las portadas de nuestros discos, remeras, entrevistas y videoclips. En los últimos años, incluso antes de que comenzara la guerra contra Ucrania, esta tiranía empezó a perseguir gente e inició una cruzada contra nosotros. Nos pusieron en listas negras y cancelaron nuestros conciertos. Durante la pandemia, disfrazaron estas restricciones como medidas anti-Covid. Nos pasó que no nos dejen tocar en una ciudad que el día anterior o el posterior sí había tenido shows en vivo, pero para el nuestro no estaban las condiciones sanitarias necesarias para hacerlo. Luego me abrieron una causa contravencional por haber publicado un video apoyando a Navalni debido a que el gobierno ruso consideró que incitaba a la violencia bajo una de las tantas leyes que sancionó que restringen derechos civiles. Mi abogada me recomendó que abandonara Moscú, así que con mi esposa nos fuimos a nuestro segundo hogar en Budapest, la capital de Hungría.
–¿Cómo te afectó la invasión a Ucrania?
–En febrero de 2022 sabíamos que algo pasaba en la frontera. Cuando la guerra comenzó, Tarakany! llegó a su fin: sabía que nunca más iba a poder volver a Rusia. Mi posición antibélica allá se había vuelto un crimen. Para mí fue una situación absolutamente increíble. Yo no puedo estar en silencio. No podía imaginarme estar en mi país, tocando con mi banda y no decir ni una palabra sobre la tragedia más grande de mi vida y creo que de la vida de muchos rusos y, por supuesto, del pueblo ucraniano. Cuando cayó la Unión Soviética, dejamos de ser un imperio del mal para los demás. Mi generación nunca imaginó que nuestro propio país comenzaría una guerra, no con extraterrestres o una organización malvada, sino contra nuestros hermanos. Me sentí traicionado. Por eso me quedé en Europa.
–Pero luego también tomaste la decisión de dejar Europa...
–Muchos empezamos a
sentir que nuestra nacionalidad era una vergüenza y nuestros pasaportes una carga. No queremos que millones de personas nos vean como partidarios pasivos de Putin o de la guerra, porque no podés explicarle a todo el mundo que no es así. No es que sentimos discriminación de la gente, pero las autoridades locales comenzaron a hacernos la vida más difícil en lo que se refería a visas y permisos de residencia. Los entiendo: somos ciudadanos de un país agresivo que inició la primera gran guerra en Europa desde el conflicto en los Balcanes. Además, Hungría está gobernada por Viktor Orbán, que es un pequeño dictador. Así que buscamos otro lugar en dónde reubicarnos que tuviera un buen nivel de vida, sea receptivo con los inmigrantes y que respondiera a nuestros valores de democracia, libertades y derechos humanos, todo lo que perdimos en Rusia.
–Y eligieron a la Argentina...
–Sí, encontramos que Argentina cumplía con todo eso. Vinimos a conocer el país en mayo de 2022 y fue amor a primera vista. Supimos exactamente que éste era el país para nosotros. Nos mudamos en noviembre de 2022 y ya llevamos tres años aquí, hasta adoptamos un perro callejero, pero todavía no hablo español, lo cual es vergonzoso.
–¿Cómo fue empezar de nuevo con tu música en un país tan lejano?
–Desde que estalló la guerra no tuve ganas de hacer música. Estaba muy deprimido para escribir, así que mi primer año y medio en Argentina fue de adaptación, pero no estuve involucrado en ningún proceso creativo. Más adelante, un amigo me propuso organizar shows de bandas rusas en Buenos Aires y logramos traer a una llamada Nogu Svelo!, radicada en los Estados Unidos. Su líder, Max Pokrovsky, que es como un hermano para mí y mi músico ruso favorito, nunca dejó de tocar y tras la invasión empezó a hacer canciones en contra del conflicto. En sus conciertos descubrí que un músico podía luchar tan solo con su micrófono y su guitarra y no parecer irrelevante ni estúpido. Me inspiró tanto que busqué una guitarra eléctrica en Facebook y la compré. La guardé por un tiempo y, cuando la volví a sacar meses después, me agarró una especie de fiebre creativa de la que surgieron muchas canciones sobre la guerra. Siento que estoy en una etapa que no es solo arte, sino una declaración política.
–¿Así grabaste tu primer disco solista, Guerra Caliente?
–Conocí a otro músico ruso en Argentina, Vladimir Skorokhodov, que me ayudó a grabar unos demos, que luego envié al exguitarrista de Tarakany!, que vive en Georgia, para que lo produjera y grabara parte de los instrumentos. Ahora aspiro a sumar a un baterista para tener una banda en Buenos Aires y poder tocar aquí. De hecho, ya estoy preparando mi segundo disco, que tendrá versiones de bandas antibélicas y opositoras a Putin que están en el underground ruso y que incluso intentan lanzarlas allí. Su voz todavía no es tan fuerte, así que me envían sus canciones para que yo, como antiguo miembro de un grupo famoso, pueda darles más visibilidad.
–¿Conocías algo de rock argentino antes de venir a Argentina?
–El rock norteamericano no es tan grande en Rusia. Es poca la gente allá que escucha esa música. Hace 10 o 15 años, en un foro de The Ramones alguien subió unos discos de punk rock argentinos y me parecieron muy buenos, de bandas como Attaque 77, Cadena Perpetua y Expulsados. Creo que es un crimen que estos grupos no sean conocidos a nivel mundial. Para mi tercer disco me gustaría traducir al ruso mis canciones de punk argentino favoritas para que mi pueblo sepa lo brillante que es la escena aquí.
–¿Qué es lo que más te gusta de Argentina?
–En Rusia, el rock occidental en su mayoría no es popular, mientras que acá veo a muchos con remeras de The Ramones, banda de la que soy fanático. En realidad, las únicas imágenes que había visto del país eran las de un concierto de ellos en Buenos Aires. No sé si hay un país en el mundo como Argentina en cuanto a su actitud hacia el rock y eso me hizo más feliz de lo que ya era. Inmediatamente comencé a armar mi colección de vinilos de rock argentino y a ir a conciertos. Una de mis bandas favoritas son los Ramonos, que tocan temas de The Ramones disfrazados de monos. Recuerdo que en mi segundo día aquí fui a ver a Richie Ramone y me sumergí en la cultura ramonera argentina y me sentí en casa, no en mi país, sino en mi ambiente. La gente era de mi edad, vestida igual que yo, muy relajada y le gustaba la misma música que a mí. Estaba en medio de la multitud y pensaba: “¡Gracias a Dios por estar en Argentina. Ésta es mi nueva vida!”.
Agradecimiento: Musgo Restaurante, Nicaragua 4758