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Es de Dinamarca, brilló junto a los mejores y hoy apuesta por Argentina: “Acá recuperé el hambre por hacer y crear”

Ante Bertil las habitaciones estaban vacías. Ver las paredes desnudas, los cuartos sin muebles y escuchar su propia voz retumbando en el espacio, oprimieron su corazón: “Cuando uno entra a una ...

Es de Dinamarca, brilló junto a los mejores y hoy apuesta por Argentina: “Acá recuperé el hambre por hacer y crear”

Ante Bertil las habitaciones estaban vacías. Ver las paredes desnudas, los cuartos sin muebles y escuchar su propia voz retumbando en el espacio, oprimieron su corazón: “Cuando uno entra a una ...

Ante Bertil las habitaciones estaban vacías. Ver las paredes desnudas, los cuartos sin muebles y escuchar su propia voz retumbando en el espacio, oprimieron su corazón: “Cuando uno entra a una casa vacía es muy difícil sentir que tiene un hogar”, dice, mientras recuerda sus primeros días en Argentina.

No era la primera vez que el hombre, oriundo de Dinamarca, dejaba todo para volver a empezar. Su pasión y las personas que habían aparecido en su camino, lo llevaron por un sendero inesperado, muy lejos de su tierra escandinava, hacia un suelo que en otros tiempos sonaba exótico: el territorio latinoamericano. Primero fue Bolivia, luego llegó Brasil y, finalmente, Argentina: “Un lugar donde las personas son distintas”, asegura.

Pero ¿por qué vivir en Buenos Aires? Al país austral, dice, había llegado `sin hambre´, con la sensación de que su creatividad y las ganas de proyectar se habían apagado. Sin embargo, la ciudad vibrante, lo conquistó y lo animó a un volver a empezar distinto a cualquier otro.

Una infancia con sabor a hogar, una carrera en ascenso y un cambio drástico de vida: “A mí me aburre la repetición”

Uno de los pasatiempos preferidos de Bertil Levin Tøttenborg era observar a sus padres en la cocina, en especial a su papá, un apasionado por el universo culinario hogareño. Su casa estaba siempre llena de aromas y sabores, y los veía preparar diversos platos con placer y como una forma de darle amor a su familia. Así, desde muy pequeño, Bertil comenzó a sentir atracción por ese mundo, que regalaba mucho más que un combustible para el cuerpo. Sentía que a través de la comida, quien cocinaba, esparcía calidez y cuidado: “Pero a los cocineros les gusta la monotonía, la repetición, picar cebolla hasta que salga perfecto y sentir ese logro. A mí me aburre la repetición, pierdo mi concentración”, observa.

Cuando llegó la juventud y con unas cuantas nociones de cocina a cuestas, Bertil desfiló por todo tipo de empleo asociado al mundo de la hospitalidad: bachero, camarero, bartender y mucho más. Gracias a su carácter obsesivo y su particular interés por servir, se postuló y logró ingresar al reconocido restaurante Geist, bajo el ala de Bo Bech. Allí se adentró en el mundo del vino, y cierto día, Bo le ofreció pagarle una especialización como sommelier en la Copenhage Wine Company. Aquel gesto abrió muchas más puertas de las imaginadas: Bertil halló su pasión y el dinamismo que buscaba; combinó su afición por servir con su amor por el vino, se transformó en el sommelier encargado de Geist y, a su vez, ingresó en un mundo colmado de perfeccionismo y expectativas aparejadas a las altas exigencias.

Tras cinco años junto a su mentor, Bertil sintió que era tiempo de explorar nuevos horizontes. Por aquellos tiempos ya había conocido a personas influyentes en el ambiente de la gastronomía, entre ellos, a Kamilla Seidler and Jonas Andersen, quienes trabajaban con Claus Meyer, cofundador del restaurante Noma (considerado de los mejores restaurantes del mundo), conocido por promover la nueva cocina nórdica y utilizar la gastronomía para el impacto social. Kamilla y Jonas le contaron acerca de Gustu, un espacio gastronómico que Meyer planificaba inaugurar en Bolivia, un restaurante que, con los años, finalmente se transformó en otro suceso mundial: “Me sumé al proyecto en La Paz y comenzó mi vida en Bolivia”, cuenta Bertil, quien allí fue Head Sommelier y, tiempo después y a la par, manager del restaurante.

Alta exigencia, `el hambre´ que se acaba y un amor para escribir otra historia: “Decisiones que contemplen mi salud mental”

Los tiempos en Bolivia representaron un desafío enorme. Obsesionado con la experiencia para el cliente, la atención diferencial y el cuidado en cada detalle, Bertil trabajó para transformar su servicio en un arte. Sus esfuerzos rindieron sus frutos y por aquellos tiempos llegó a ser reconocido por diversos medios internacionales, quienes lo calificaban entre los mejores sommeliers del mundo; la vida parecía sonreírle: “Yo trataba de darle a las personas un momento alegre, que la gente tenga una experiencia más cálida a la acostumbrada”, asegura.

“Pensaba que iban a ser dos años en Bolivia, pero me terminé quedando siete”, continúa. “Fueron tiempos de mucha exigencia mental, era un trabajo muy pesado, no duro, pero para la mente y el cuerpo, muy exigente, y el hambre de hacer más cosas se me estaba acabando”.

“Gustu estaba en su pico de éxito, pero entonces llegó la pandemia, por esos tiempos conocí a la que se transformó en mi esposa, ella estaba en Bolivia por trabajo, era de Brasil, y al tiempo tuvo que volver. Sentí que era un buen momento, con Gustu tan bien posicionado, para dejar que fluya sin mí y seguir. Me fui a Brasil con mi mujer y ese tiempo fue muy importante para mí, tuve la oportunidad de descansar mi cabeza un poquito, recargar `las pilas´, los pensamientos, y hacer eventos mensuales”.

Tras dos años en Brasil, cierto día su mujer anunció que tenía un nuevo traslado laboral. Buenos Aires era el nuevo destino y Bertil, dispuesto a descubrir nuevos rincones, sabores y formas de relacionarse, emprendió una nueva mudanza junto a ella.

Esta vez, sin embargo, llegó a la Argentina con otra mentalidad: “Sentía que estaba en un momento de mi vida donde tenía que tomar decisiones que me hicieran bien a mí, que contemplen mi salud mental. Yo feliz de ir, no tengo problemas para adaptarme a los cambios de cultura. De nuevo, tomando esa sensación de monotonía que le gusta al cocinero... yo no soy de la repetición, me gusta el cambio, me gusta cuando hay culturas nuevas, comidas nuevas”.

Descubrir una ciudad vibrante y una forma de ser diferente: “Los argentinos son muy especiales”

Hasta que no llegaron los muebles, en Buenos Aires, Bertil sintió la falta de hogar. Si bien sus padres y su familia en general estaban acostumbrados a la lejanía (tiene una hermana en Tasmania), la distancia en esos momentos de vacío se hicieron más evidentes. Pero entonces, las pertenencias arribaron, la casa comenzó a tomar forma y emanar calidez, y la capital argentina amaneció excitante.

“Empecé a salir a descubrir la ciudad, a probar los sabores, por supuesto comer más carne de vaca que antes”, dice entre risas. “Buenos Aires es una ciudad vibrante, los teatros, los museos, los recitales que hay es increíble, ¡hay un montón de cosas, fue muy emocionante! Por supuesto, los cambios son difíciles, hay que empezar de nuevo, la vida social hay que volver a construirla, tienes que hacer nuevos amigos, encontrar un departamento lindo. El inicio de lo nuevo viene con sensaciones muy positivas, pero también es difícil porque la sensación, en un comienzo, de estar en casa no está. Hasta los perros se siente mejor cuando ven sus muebles”.

“Y por las cosas que yo disfruto, que son los museos, música, el arte, la comida, la calidad de vida en Buenos Aires es buenísima”, continúa. “Por otro lado, los argentinos son muy especiales. Después de vivir en Bolivia y Brasil, vi un cambio enorme a mi llegada a la Argentina. El argentino es muy distinto a las personas de muchos otros países en este continente. Lo que es similar a otros es esa calidez que está ahí atrás, escondida. Cuando lo empezás a entender al argentino, su humor, manera de hablar y demás, encontrás una calidad muy grande en la gente acá, esa sensación muy única del argentino que es que todo lo compartimos, encontrar a gente que no te conoce, pero como que te abraza, te invita. La calidad humana es increíble”.

Falta de química, desconfianza y una propuesta honesta y con estilo propio: “El hambre que me faltaba volvió”

Tras los primeros tiempos de adaptación y con la certeza de que quería tomar decisiones cuidadas, Bertil comenzó a evaluar el panorama laboral en Buenos Aires. Pronto comenzaron a convocarlo de diversos lugares, se reunió y tuvo conversaciones interesante, pero en todos los casos había algo en las ofertas que no lo convencían: “La química no era la correcta, no me emocionaban los proyectos”.

Agosto de 2025 llegó, sin nada en vista, Bertil se fue de viaje a Dinamarca para visitar a su familia, y allí se juntó con una amiga que vivía en Barcelona. Ella le mencionó que había un cocinero (Leo Lanussol) que estaba por abrir un restaurante que seguro valdría la pena en Buenos Aires.

“Yo estaba en un momento de un poco de desconfianza, no creía que iba a encontrar un proyecto como el que había experimentado en Gustu”, cuenta Bertil. “Pero una semana más tarde, Leo me envió un mensaje contándome de qué se trataba el proyecto y me preguntó si yo tenía ideas para aportar. Acepté, porque creo que es siempre interesante ver proyectos que aún no están abiertos. Volví, lo conocí, y muy rápido logramos una conexión muy bonita. Si bien tenemos personalidades muy diferentes, tenemos pensamientos similares de cómo un espacio gastronómico debía funcionar. El hambre que me faltaba volvió. Entré al lugar y me sentí creativo de nuevo”, dice Bertil, quien hoy es el jefe de hospitalidad de Ness, y lidera su servicio fiel a su personalidad: poniendo cuidado en cada detalle.

“Para mí es muy importante la sensación de cada cliente al entrar al restaurante, la calidez, el sonido, la visual, la exigencia en cada detalle, pero a la vez alegre e interesante”, describe. “Es una experiencia más familiar en el sentido de que hay una atención muy personalizada, donde se intenta recomendar lo justo”.

Muchas diferencias con Dinamarca y los aprendizajes en el camino: “Buenos Aires me dio la posibilidad de usar toda la creatividad y los pensamientos”

La casa en Buenos Aires ya no está vacía y Bertil siente que en Argentina halló hogar. Para él, desde sus primeros años de vida, la sensación de alegría, calidez y de estar en casa, siempre fue importante. Sus padres dejaron en él esa huella y hoy, tras vivir en varios destinos del mundo, él busca replicar el hogar sin importar dónde esté, ya sea junto a su familia, amigos o en el ambiente laboral.

Buenos Aires, mientras tanto, surgió inesperadamente en su camino y le trajo una de las sorpresas más grandes para su vida: “Creía que ya quería jubilarme, acá recuperé `el hambre´ por crear y hacer”, dice.

Tal vez fue la ciudad, tal vez fue su habilidad de reconocer, como ser humano, que no le gusta la monotonía, entender cuándo es tiempo de moverse y cambiar de cultura: “Como seres humanos conocer culturas distintas es súper importante”, asegura Bertil. “Por este camino hay más posibilidad de obtener paciencia y paz, gracias al hecho de poder entender que somos todos diferentes. Todas las mudanzas fueron sumamente importantes para aprender cómo ser mejor ser humano y cómo ser más cálido. Ser feliz y aceptar a otras personas y formas de pensar”.

“Los lugares donde viví son extremadamente distintos a Dinamarca, vivirlos me llevó a aceptar que hay otra manera de ser feliz y que no todo es sobre plata. Como en Bolivia, donde es sobre amor y amistad. No hay un camino que es el correcto. Brasil me acrecentó el sentido de la relajación y la alegría. Buenos Aires... Buenos Aires me dio la posibilidad de usar toda la creatividad y los pensamientos”.

“En Argentina pude focalizar todos los aprendizajes de los últimos quince años y formarme como la persona que quiero ser: con más paciencia, más resolutivo, saber comunicar y enseñar. Relajarme y ser más feliz que nunca”, concluye.

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Argentina Inesperada es una sección que propone ahondar en los motivos y sentimientos de aquellos extranjeros que eligieron suelo argentino para vivir. Si querés compartir tu experiencia podés escribir a argentinainesperada@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/es-de-dinamarca-brillo-junto-a-los-mejores-y-hoy-apuesta-por-argentina-aca-recupere-el-hambre-por-nid10112025/

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