En Turquía, el papa León advirtió sobre un mundo lleno de conflictos: “Está en juego el futuro de la humanidad”
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ANKARA.– En su debut en el escenario internacional como líder de los 1400 millones de católicos del mundo, León XIV llamó a Turquía, potencia regional cada vez más relevante a nivel geopolítico, a tener un rol clave en este momento en llamas del mundo.
“La imagen del puente sobre el estrecho de los Dardanelos, elegida como emblema de mi viaje, expresa eficazmente el papel especial de su país. Ustedes ocupan un lugar importante en el presente y en el futuro del Mediterráneo y del mundo entero, sobre todo valorizando sus diversidades internas”, dijo el Pontífice estadounidense en su primer discurso en esta tierra, puente entre Asia Menor y Europa.
Hablando ante el presidente Recep Tayip Erdogan, en el poder desde hace más de una década y una figura que se ha destacado por mediar con Rusia por la guerra con Ucrania, aliado de la OTAN y que fue crucial en la caída del régimen de los Al-Assad en Siria, León XIV llamó a Turquía a ser “un factor de estabilidad y acercamiento entre los pueblos, al servicio de una paz justa y duradera”. Todo esto, en momentos en que “las comunidades humanas están cada vez más polarizadas y desgarradas por posiciones extremas que las fragmentan”, deploró.
“Hoy más que nunca se necesitan personas que favorezcan el diálogo y lo practiquen con firme voluntad y paciente tenacidad. Tras la época de construcción de las grandes organizaciones internacionales, que siguió a las tragedias de las dos guerras mundiales, estamos atravesando una fase de fuertes conflictos a nivel global, en la que prevalecen las estrategias de poder económico y militar, alimentando lo que el papa Francisco llamaba ‘la tercera guerra mundial a pedazos’. ¡No hay que ceder en modo alguno a esta deriva! Está en juego el futuro de la humanidad”, advirtió.
“Las energías y los recursos absorbidos por esta dinámica destructiva se sustraen a los verdaderos retos que la familia humana debería afrontar unida, es decir, la paz, la lucha contra el hambre y la miseria, la salud, la educación y la salvaguarda de la creación”, subrayó.
León XIV, que habló en inglés, su lengua materna, mencionó a Francisco también antes, cuando recordó la importancia “una cultura del encuentro”. Y cuando dijo que su “venerado predecesor se opuso a la ‘globalización de la indiferencia’ con la invitación a sentir el dolor ajeno, a escuchar el grito de los pobres y de la tierra, inspirando así una acción compasiva, reflejo del único Dios, que es clemente y misericordioso”.
León habló así en la biblioteca del imponente Palacio Presidencial, tras ser recibido con todos los honores -alfombra celeste, himnos, 21 salvas de cañón, piquetes militares- y después de una reunión bilateral con Erdogan.
La capital de este país musulmán de 86 millones de habitantes, donde sólo el 1% de la población es cristiana, lucía alterada por la presencia del visitante ilustre, con ingentes medidas de seguridad, tránsito enloquecido por los cortes para que pasara su convoy y helicópteros revoloteando en el cielo.
En una jornada templada y soleada, la primera cita de León en esta tierra estrechamente vinculada a los orígenes del cristianismo (en lo que hoy es Turquía nació San Pablo), fue en el Mausoleo dedicado al padre fundador de Turquía moderna, Mustafá Kemal Ataturk. Allí el Papa, que durante el vuelo confesó que nunca había estado en Turquía, muy serio y entre guardias de honor, depositó una ofrenda floral.
Ataturk, primer presidente de la república (1923-38), marcó la ruptura radical de Turquía con su pasado otomano, poniendo las bases de un Estado moderno a través de medidas fuertes: la cancelación de la disposición que indicaba que la religión de Estado “es el Islam”, la abolición del califato, la sustitución del derecho coránico otomano con el código civil, la adopción del calendario occidental, la prohibición de la poligamia, la prohibición del típico “fez” en la cabeza para los hombres y del velo para las mujeres, la sustitución del alfabeto árabe con el latín para la transcripción de la lengua turca.
En su discurso, el Papa destacó el valor de la familia en la cultura turca, así como el de las mujeres, que “a través del estudio y la participación activa en la vida profesional, cultural y política, se ponen cada vez más al servicio del país y de la influencia positiva del mismo en el panorama internacional”.
Antes, también el presidente Erdogan en su discurso habló de la importancia de la familia -formada entre un hombre y una mujer-. El “sultán”, de 71 años, elogió al papa Francisco, a quien recibió en 2014 y con quien había forjado una buena amistad -fue a su funeral-, por la encíclica Fratelli Tutti y por la Declaración sobre Fraternidad Humana firmada en Abu Dhabi junto al jeque Ahmed al Tayeb, de la Universidad de Al Azhar, algo así como “el Vaticano sunnita”.
Coincidió también con la Santa Sede en la necesidad de misericordia y justicia en el mundo, en cuidar el ambiente, y recordó que Turquía, un país que alberga diversas culturas y religiones, según destacó, no sólo recibió a 3,6 millones de refugiados sirios, sino también a muchísimos ucranianos, entre los cuales, niños.
Aunque León evitó hablar del conflicto en Medio Oriente, fiel a su estilo, Erdogan al final sí tocó este tema. El mandatario turco denunció el bombardeo israelí de iglesias en la Franja de Gaza y prometió “cooperar” con el pontífice para proteger “la identidad histórica de Jerusalén Este”. Se despachó en contra de Israel y la guerra en Gaza, recordó el ataque a la parroquia católica del enclave palestino, reivindicó su causa y abogó por una solución de dos Estados y por que Jerusalén, ciudad santa para cristianos, musulmanes y judíos, tenga un estatus internacional, coincidiendo, una vez más, con la posición del Vaticano. “Nuestra mayor deuda con los palestinos es la justicia”, concluyó Erdogan.
A casi un año de la caída del régimen de los Al-Assad en Siria -en la que tuvo mucho que ver y que alentó-, finalmente, auspició que allí todos los grupos étnicos alcancen el derecho a vivir en paz y estabilidad.