Eligió Bs. As. para vivir, le impactó la seguridad y hoy agradece al país: “Un argentino siempre te da una mano”
Se suele decir que la belleza está en los ojos del que mira, que toda valoración es subjetiva y que, en definitiva, toda opinión es relativa porque está afectada por la cosmovisión del individ...
Se suele decir que la belleza está en los ojos del que mira, que toda valoración es subjetiva y que, en definitiva, toda opinión es relativa porque está afectada por la cosmovisión del individuo, es decir, por el conjunto de creencias, valores e ideas que una persona tiene sobre el mundo y su lugar en él, afectadas desde antes de nacer por su cultura familiar, comunal y de su nación. Y esta manera de interpretar y dar sentido a la realidad, actúa como un marco de referencia que influye en la percepción y el comportamiento de la persona.
Dicho esto, no es extraño entonces que alguien que llega desde otra cultura a una ciudad como Buenos Aires tenga una valoración sobre la sociedad y su cultura por momentos radicalmente opuesta a la que sus propios habitantes tienen sobre ella. Y este es el caso de Melissa Domit, una mujer que no solo se enamoró de un hombre argentino, sino que se enamoró de Buenos Aires, un destino que transformó su vida entera.
“Lo primero que me impactó a mi llegada fue el hecho de que todos caminaban por la calle sin miedo a ser robados. Los chicos salían a la noche para ir a boliches y volvían en colectivo o caminaban por las calles en la madrugada”, revela Melissa. “Eso me pareció increíble porque en San Pablo, mi ciudad de origen, era inconcebible”.
“Me llamó mucho la atención la puntualidad de los argentinos. Ellos suelen decir de sí mismos que son impuntuales, pero en mi experiencia es todo lo contrario. Son muy respetuosos de los horarios y de los compromisos. También me impactó su sentido del patriotismo. A veces los argentinos creen que no son patriotas, pero yo los veo profundamente enamorados de su país. Aman su tierra, sus tradiciones y su historia, y lo expresan con una pasión muy genuina. Con el tiempo entendí que habitar un lugar nuevo no tiene que ver solo con mudarse, sino con aprender a observarlo hasta hacerlo propio. Y ese gesto, el de crear pertenencia desde los detalles, fue el mismo que más tarde dio forma a mi proyecto laboral que fue y sigue siendo un pilar fundamental en mi vida acá”.
Mucho amor, menos lógica y animarse a empezar de cero: “Una persona así no puede hacerte mal”Para Melissa, la decisión de vivir en Argentina fue fácil. Estaba profundamente enamorada, y con cualquier lógica fuera de juego, jamás consideró la posibilidad de no dejar todo por amor.
Sus amigos la alentaron sin dudarlo, con Alejandro, su nuevo amor, la veían más feliz que nunca, lo adoraban por quién era y por lo que provocaba en ella. El apoyo de su familia, en cambio, estuvo colmado de un amor temeroso que solo los padres conocen. En definitiva, Melissa dejaba todo: una carrera sólida como abogada, una vida estable y sobre todo, partía con su hija de 13 años, fruto de su primer matrimonio, lo que significaba que tendrían a su nieta lejos.
“Dejaba atrás un futuro previsible por otro lleno de incertidumbres. Pero, en el fondo, sentía que esa decisión era el inicio de algo que todavía no podía nombrar… pero que cambiaría mi vida para siempre”, rememora.
“Viví toda mi vida en São Paulo, una ciudad inmensa, vibrante, con un ritmo que no te deja respirar. El día de la partida sentí un vacío en el pecho: nostalgia por lo vivido, por los olores, los paisajes, las rutinas, por todo lo que sabía que ya no volvería a repetirse. Tuve la certeza de que no volvería a vivir en Brasil, y esa certeza me atravesó con fuerza. Pero al mismo tiempo, había algo dentro mío que me daba paz. Sabía que esta mudanza era la decisión correcta. Alejandro era y sigue siendo un hombre noble, buen padre, buen hijo. Y yo pensaba: una persona así no puede hacerte mal. Eso me alcanzaba para animarme a empezar de cero”.
“Hoy, cuando miro hacia atrás, me digo “¡qué locura hice!”, pero a la vez estoy agradecida de haber tomado esta decisión, porque esa locura me trajo hasta acá: a una vida que amo, a una nueva tierra que terminé haciendo mía”.
Enamorarse de un hombre, un comienzo difícil y un amor por el nuevo barrio: “Buenos Aires ofrece infinitas oportunidades”Melissa conoció a Alejandro en Brasil en el año 2002, mientras trabajaba como abogada en una multinacional. El argentino había llegado como director general, era mayor que ella, estaba divorciado y tenía mellizas. Pero ni la distancia ni sus historias impidieron que se enamoraran hacia finales del 2002. Con el ciclo de quien se transformaría en su marido cumplido, regresaron juntos a Buenos Aires en el 2007: “Alejandro se fue a Brasil con una valija y volvió a la Argentina con las valijas, una mujer, una hija y dos perros”, dice ella con una sonrisa.
Antes de mudarse definitivamente, Melissa había conocido diversos rincones de la ciudad y quedó encantada con el cordón norte del Gran Buenos Aires. Finalmente, eligieron Olivos para vivir, se había enamorado del barrio e incluso ya tenía elegido el colegio para su hija: “Pero el primer semestre acá no fue fácil”, confiesa.
“No conocía los lugares básicos que hacen que uno sienta pertenencia. Un trabajo, compañeros de trabajo, la familia, los pasillos de tu supermercado favorito, el shopping de toda la vida, mi peluquera, la panadería de mi barrio, el cerrajero, los olores, estos detalles que hacen que uno sienta que un lugar es su hogar”.
“Aparte de la seguridad y la puntualidad, me impactó cómo manejaban en Buenos Aires, me pareció súper loca la forma. Claro, después entendí: los carriles son anchos entonces los autos se cruzan fácilmente de un carril al otro sin previo aviso”.
“Me enamoré de las calles de mi nuevo barrio, del río, de las plazas cerca del río, de la facilidad para acceder a lugares tan lindos sin mucho esfuerzo (económico y físico). Me sorprendió la oferta de clubes para hacer un deporte, tanto para mí como para mi hija. Buenos Aires ofrece infinitas oportunidades para estudiar, hacer deportes, acceder a la cultura de una forma que no existe en mi país lamentablemente”, continúa.
“Siempre extraño la comida de Brasil, mi país, pero acá me enamoré de las milanesas, las empanadas y los sándwiches de miga. Entrar a un café y pedir un café con leche con un tostado, sigue siendo un de los más grandes placeres que tengo. Los cafés antiguos en las esquinas con estas ventanas de vidrio enmarcadas con maderas siguen siendo un atractivo para mí como si todavía estuviera haciendo turismo en Buenos Aires”.
Sentirse perdida y un pilar fundamental: “El hecho de ser brasileña me abrió y todavía me abre todas las puertas”Para Melissa, lo más difícil fue atravesar la sensación de sentirse extraviada en relación a lo laboral. Venía de una estructura corporativa en Brasil, con buenos ingresos y casi de un día para el otro, se halló sin un trabajo que la enamorara y percibiendo ingresos muy bajos.
Por fortuna, la familia de Alejandro la acompañó en su proceso de adaptación con mucho amor y generosidad; las hijas de su pareja, sus hermanas, amigos, las mujeres de sus amigos, todos la hicieron sentir parte, incluso en los días en los que su castellano era precario.
“Esa calidez fue decisiva. La sociedad argentina es muy receptiva con los extranjeros y sobre todo con los brasileños. El hecho de ser brasileña me abrió y todavía me abre todas las puertas. Al principio decidí no trabajar para acompañar la adaptación de mi hija. Cuando ya la vi más estable, volví a hacerlo, primero en un estudio jurídico. Pero me costaba encontrar motivación. Sentía que esa etapa había terminado”, cuenta.
Una revelación, descubrir una sociedad solidaria y la fórmula del éxito: “Nunca escatimaron información”Cierto día, Melissa tuvo una revelación. Así como se había animado a volver a empezar de cero en su vida personal y su lugar geográfico en el mundo, tal vez era tiempo de aprovechar aquella nueva perspectiva, y atreverse a una travesía de reinvención profesional, pero abrazando su identidad de origen, su cultura y esencia.
Melissa provenía de una familia textil y las telas siempre la habían enamorado. ¿Por qué no probar por este camino?, se dijo. Fue así que durante los siguientes dos años investigó proveedores de telas, talleres, comenzó a profundizar en el mundo textil argentino: “Este proceso fue muy enriquecedor porque conocí a una sociedad muy solidaria”, asegura.
“A partir de un amigo de mi marido que me recomendó hablar con un proveedor de telas, empecé a seguir el hilo de cada recomendación y de cada consejo. Me recomendaban lugares, a otras personas, y estas otras personas me iban guiando. Yo caminaba calles textiles, entraba en uno y otro local que me iban mandando a otro y así sucesivamente empecé a crear una red de contactos que me permitieron arrancar mi emprendimiento”.
“Un argentino siempre, pero siempre te da una mano para ayudarte en lo que estás buscando. Eso me impresionó mucho porque nunca escatimaron información. Y cuando no sabían, buscaban a alguien de su red de contactos que podría saberlo”, dice Melissa, quien fundó su proyecto textil, fabricación de blancos para hoteles y para hogar. “Era ambicioso, pero estaba obstinada”.
Los matices de la calidad humana argentina: “Si algo me enseñó este país es que las oportunidades se construyen en red, con creatividad y terquedad”Para Melissa, los primeros años fueron a pulmón, pero también fueron los tiempos en donde descubrió los matices de la calidad humana argentina. Caminaba por toda Buenos Aires con una valija de cuarenta kilos llena de muestras; subía por escaleras, esperaba horas en recepciones y hacía entregas ella misma.
Esos años le dejaron una discopatía severa, pero también un carácter, insistir, ajustar y volver a intentar. “Si algo me enseñó este país es que las oportunidades se construyen en red, con creatividad y terquedad. Y que la calidad humana, esa tendencia a ayudarte sin pedir nada a cambio, puede cambiarle la curva a cualquier historia, incluso a la de una brasileña que con una valija pesada logró construir, con orgullo, una empresa hecha en la Argentina”.
Melissa investigó los hoteles de todo el país y su primera gran oportunidad apareció en Tucumán y tomó el desafío: cincuenta habitaciones, un número enorme para ella. Pero fue un éxito y le abrió la puerta a la posibilidad de participar en exposiciones.
“Empecé en mi casa en un cuarto. ¡El boca en boca en este país es maravilloso! Comencé a entender cuáles eras las necesidades, cómo era el gusto argentino y empecé a acomodar mi gusto brasileño al gusto argentino para encontrar un equilibrio que mantuviera mis raíces”.
De aprendizajes, un himno que emociona y decisiones de vida: “No me iba a arrepentir”Dieciocho años atrás, Melissa apostó a las segundas oportunidades. Llegó a Buenos Aires guiada por su corazón, sin detenerse a pensar que, tal vez, lo que hacía era una locura. Lejos habían quedado su lugar de origen, su familia y amigos, pero aquello no era lo único a lo que había renunciado. Su identidad profesional, de pronto, había quedado en jaque, y por un largo tiempo se sintió perdida, hasta que un día lo supo: así como era capaz de ver a la sociedad argentina desde una perspectiva diferente a los locales, Melissa debía ser capaz de verse con nuevos ojos a ella misma, para por ese camino interpretar y dar otro sentido a su nueva realidad.
“Todo fue un gran aprendizaje. Creo que aprendemos algo todos los días. Amo con locura volver a mi país para visitar pero encontré mi lugar acá en Argentina”, asegura. “Escuchar es uno de los grandes aprendizajes que tuve en todo este proceso. Escuchar al otro, sea tu compañero de vida, tus amigos, conocidos, clientes. Las personas te enseñan mucho si sabés escuchar”.
“Aprendí de red. Llevo dieciocho años viviendo en Buenos Aires y si necesito volver a hablar con alguien que conocí hace quince años, esta persona me recibe como si fuera ayer”.
“Estoy muy mimetizada con este país. Escucho su himno y me emociono, pero no lo canto porque no es mío. Creo que es una cuestión de respeto”, continúa. “Hace veintitrés años que empezó mi historia de amor y cada día al lado de Alejandro es más lindo que el día anterior. Este gran compañero de vida fue y es un pilar fundamental en mi vida personal y laboral. Mi instinto allá atrás estuvo bien. No me iba a arrepentir”, concluye.
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Argentina Inesperada es una sección que propone ahondar en los motivos y sentimientos de aquellos extranjeros que eligieron suelo argentino para vivir. Si querés compartir tu experiencia podés escribir a argentinainesperada@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.