El Vaticano reiteró su “no” a las mujeres diaconisas, aunque no es “un juicio definitivo”
ROMA.- El Vaticano volvió este jueves a decirle “no” a la ordenación de diaconisas, un debate que divide desde hace décadas a la Iglesia católica, pero que en rigor no constituye un reclamo...
ROMA.- El Vaticano volvió este jueves a decirle “no” a la ordenación de diaconisas, un debate que divide desde hace décadas a la Iglesia católica, pero que en rigor no constituye un reclamo mayoritario dentro del mundo católico. Se trata, más bien, de una demanda concentrada en algunos países occidentales, entre ellos Estados Unidos.
Por voluntad del papa León -que en la única entrevista que concedió hasta ahora, dejó entender que no estaba a favor de una apertura al diaconado femenino-, la Sala de Prensa de la Santa Sede publicó una síntesis que le entregó una comisión que había puesto en marcha el papa Francisco para estudiar el Diaconado Femenino.
En base a los análisis y discusiones que tuvo en tres diversas sesiones -a mediados de 2021, 2022 y principios de 2025-, esta Comisión de Estudio sobre el Diaconado Femenino concluyó que no es el momento de avanzar.
“El status questionis en torno de la investigación histórica y la indagación teológica, considerada en sus mutuas implicaciones, excluye la posibilidad de proceder a la admisión de las mujeres al diaconado, entendido como un grado del sacramento del Orden. A la luz de la Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio eclesiástico, esta valoración es contundente, si bien no permite hasta hoy emitir un juicio definitivo, como en el caso de la ordenación sacerdotal”, indicó, tras una votación que realizó en julio de 2022.
Según el documento que el presidente de la comisión, el cardenal italiano Giuseppe Petrocchi, entregó al Papa el 18 de septiembre pasado —y que éste pidió que se hiciera público—, en la última sesión, celebrada en febrero de 2025, cuando Francisco ya estaba enfermo, el grupo recibió una enorme cantidad de material escrito sobre el tema que debía analizar.
Esto se debió a que, en el sínodo sobre la sinodalidad —cuya segunda sesión se celebró en octubre de 2024—, se permitió que “quien lo deseara” enviara su contribución sobre el tema.
“Aunque llegaron numerosas intervenciones, las personas o grupos que los enviaron fueron solamente 22 y representaban pocos países”, subrayó la síntesis de la Comisión.
“Además, la considerable problemática del tema y la falta de consenso suficiente también quedan atestiguadas por los documentos preparatorios del Sínodo sobre la Sinodalidad”, precisó. “Por ejemplo, afirman que ‘algunos consideran este paso inaceptable, por ser discontinuo con la Tradición’, o que existe ‘...una peligrosa confusión antropológica que, al aceptarla, alinearía la Iglesia al espíritu del tiempo’”, evocó, citando esos documentos preparatorios.
“También debe reconocerse que algunas Iglesias se oponen firmemente a esta perspectiva”, sumó, al recordar que cuando durante el sínodo de octubre pasado se votó para el documento final la Proposición 60 sobre el estudio de la posibilidad del diaconado femenino, “esta es la que recibió el mayor número de votos en contra (97 en contra)”.
El documento recordó, por otro lado, que las corrientes teológicas y culturales que apoyan la apertura al diaconado femenino sostienen que hay posturas de la Tradición que parecen contradecir la igualdad de condición entre “varón” y “mujer” como imagen de Dios; y la igual dignidad de ambos géneros, basada en este hecho bíblico.
Y que “por estas razones, muchas peticiones no solo piden la admisión de las mujeres al sacramento del diaconado, sino que también argumentan que los demás grados del Orden Sagrado (presbiterado y episcopado, es decir) también deberían ser accesibles a las mujeres”.
“El argumento basado en la masculinidad de Jesucristo se percibe como una visión sexista y estrecha, que conduce a la discriminación contra las mujeres”, añade.
En la tercera sesión, la Comisión, formada por diez miembros, se dividió al votar la siguiente tesis: “La masculinidad de Cristo, y por lo tanto la de quienes reciben las Sagradas Órdenes, no es accidental, sino parte integral de la identidad sacramental, preservando el orden divino de la salvación en Cristo. Alterar esta realidad no sería un simple ajuste del ministerio, sino una perturbación del significado nupcial de la salvación”.
Cinco miembros votaron a favor, y cinco en contra, reveló la síntesis.
Pero logró consenso (9 a favor, uno en contra) en cuanto a otra tesis que sentenció que “conviene ampliar el acceso de las mujeres a los ministerios establecidos para el servicio de la comunidad (…). Corresponde ahora al discernimiento de los pastores evaluar qué ministerios adicionales pueden introducirse para satisfacer las necesidades concretas de la Iglesia de nuestro tiempo, garantizando así un adecuado reconocimiento eclesial de la diaconía (término que deriva del griego y significa servicio) de los bautizados, especialmente de las mujeres. Este reconocimiento será una señal profética, especialmente donde las mujeres aún sufren situaciones de discriminación de género”.
En la entrevista que le hizo meses atrás la periodista estadounidense Elise Anne Allen, del sitio católico Crux, para su biografía oficial León XIV, ciudadano del mundo, misionero del siglo XXI, el Papa, si bien confirmó que quiere seguir adelante con la apertura a mujeres en roles de decisión en la curia romana, inaugurada por Francisco, dejó en claro su negativa al diaconado femenino.
Recordó que hubo diferentes comisiones nombradas por diferentes papas sobre el tema, que consideró que iba a seguir siendo “un problema”.
“Yo, por el momento, no tengo la intención de cambiar la enseñanza de la Iglesia sobre el tema. Creo que hay algunas preguntas previas que deben hacerse”, adelantó.
“Solo un pequeño ejemplo. A principios de este año, cuando se celebró el Jubileo para los diáconos permanentes, obviamente todos hombres, estaban también presentes sus esposas. Tuve la catequesis un día con un grupo bastante grande de diáconos permanentes de habla inglesa. El idioma inglés es uno de los grupos donde están mejor representados, porque hay partes del mundo que nunca promovieron realmente el diaconado permanente, y eso, en sí mismo, se convirtió en una pregunta: ¿por qué hablaríamos de ordenar a mujeres al diaconado si este en sí mismo aún no se entiende correctamente y no se ha desarrollado y promovido adecuadamente dentro de la Iglesia?”, se preguntó.
Y fue más allá: “También me pregunto, en términos de un comentario que hice en una de las conferencias de prensa en las que participé en el sínodo, en términos de lo que a menudo se ha identificado como clericalismo en las estructuras actuales de la Iglesia: ¿querríamos simplemente invitar a las mujeres a clericalizarse, y qué ha resuelto eso realmente? Quizá hay muchas cosas que deben ser examinadas y desarrolladas en este momento antes de que podamos realmente llegar a hacer las otras preguntas”.