El tenor Jonathan Tetelman hizo delirar al público en el Colón
Recital de Jonathan Tetelman (tenor) y Ángel Rodríguez (piano). Programa: Selección de canciones italianas (Francesco Paolo Tosti), Pourquoi me réveiller (Massenet), È la solita storia del pas...
Recital de Jonathan Tetelman (tenor) y Ángel Rodríguez (piano). Programa: Selección de canciones italianas (Francesco Paolo Tosti), Pourquoi me réveiller (Massenet), È la solita storia del pastore (Cilea), E lucevan le stelle (Puccini). Canciones de De Curtis, Cardillo y Nino Rota, No puede ser (Sorozábal) y Granada (Lara). Fragmentos para piano solo Casta diva (Bellini) Vals de Musetta (Puccini) y otros. Teatro Colón. Nuestra opinión: Excelente.
Hay un factor que es tanto o más categórico que las cualidades vocales, que los recursos técnicos y que la envergadura del repertorio en los recitales de canto, un don que prevalece por encima de otras aptitudes: la capacidad de comunicar. Porque cuando el cantante carece de ese talento determinante para este formato que implica un recorrido cara a cara con el público, cuando al cantante le falta esa sed de conquista con la que los artistas inolvidables plantan su bandera en la escena, no hay perfección ni belleza musical que lo rescate del naufragio.
Y Jonathan Tetelman demostró ser la personificación de ese talento. De ese plus que a una voz de por sí excepcional le agrega el magnetismo de las estrellas. Una voz impactante. Primero por su color, por la belleza de un timbre espeso y radiante. Por la redondez que la vuelve dulce, cómoda y uniforme en todos los registros, con unos agudos resplandecientes y unos graves cálidos. Por la proyección magnífica que le permite fluir a sus anchas y llegar con libertad a todos los rincones de la sala. El famoso squillo, ese atributo distintivo que hace de las voces líricas un sonido presente. Y la potencia, siempre de la mano del gusto y la expresión, que hace el plato fuerte de lo operístico. Una enormidad en cuanto a lo instrumental. Después la realización, lo técnico y lo artístico, la convicción y la generosidad expresiva para hacer de las notas y el texto: la música, el drama. Finalmente, el porte, una presencia escénica descomunal como de estrella de cine que irradia además pasión, felicidad, carisma y plenitud, un tipo de plenitud que de tanto en tanto llega a la ópera como una bendición para el género.
Capítulo aparte el acompañamiento magistral del pianista cubano-mexicano Ángel Rodríguez, reconocido partner de figuras sobresalientes, no sólo por el dominio de la especialidad sino también por su maestría en la adaptación de fragmentos líricos en versión para piano, de entre las cuales se destacó Alfonsina y el mar de Ariel Ramírez y Félix Luna en calidad de homenaje.
Varias sorpresas se suscitaron a lo largo de un concierto que fue pura celebración. La inclusión de Ah la paterna mano (Macbeth), el aria de Verdi cuando Macduff conduce a los refugiados a la frontera y les habla de sus hijos muertos y del tirano, dedicada por el tenor “en estos tiempos de tristeza y dolor en el mundo, a Ucrania, Gaza y Sudán”. Y al final, fuera de programa, la aparición de otro tenor fabuloso —nada menos que Arturo Chacón-Cruz, el mexicano que integra uno de los elencos del próximo Werther—, que retrucó desde la platea en las estrofas de O Sole mio, y se sumó al escenario para culminar a dúo El día que me quieras.
Por supuesto ineludible en el repertorio de la cuerda, el Nessun dorma que Tetelman cantó como despedida de una noche mágica. “Porque me voy enamorado de Buenos Aires, del Colón y de todos y cada uno de ustedes”, dijo con los brazos abiertos y con una sonrisa tan franca como su voz, y el teatro estalló en una de esas ovaciones electrizantes como solo el fervor del público argentino es capaz de brindar a los artistas que dan la vida en ese escenario. Porque como decíamos al principio, cuando además de unos atributos musicales extraordinarios, el cantante sube a escena con esa sed de conquista ¡Veni, vidi, vici para Jonathan Tetelman! Porque vino, cantó y triunfó, la victoria se ha ganado.
De modo que, con esta maravilla del tenor norteamericano debutando en la Argentina para el Ciclo Aura ¡vaya si quedó inaugurado un abono de lujo en el coliseo porteño!