El periodismo en meme
Hace poco vi un meme dedicado al periodismo de esos que muestran un perro fortachón comparado con un perrito con los ojos entrecerrados de mansedumbre. El perro musculoso decía algo así como “...
Hace poco vi un meme dedicado al periodismo de esos que muestran un perro fortachón comparado con un perrito con los ojos entrecerrados de mansedumbre. El perro musculoso decía algo así como “Después de seis días en la selva logré hablar con las fuentes y pasar por fax el reporte mecanografiado sin que me secuestraran. Ahora sí voy a comer y dormir algo”. El perrito manso se quejaba “No puedo más. Me pasé el día leyendo insultos en Twitter”.
Los memes, por definición, condensan una mirada social impiadosa. Cuanto más incomodan más invitan a entender de qué se mofan. Una idea que captura el meme mencionado es el mito de que todo periodismo pasado fue mejor. Como si todo lo anterior fuera ese caso Watergate que contó la película protagonizada por Robert Redford y Dustin Hoffman. No el de los personajes reales, obviamente menos glamorosos que ese dúo.
La tuitería libertaria tiene su antecedente en el socialismo del siglo XXI, que precedió incluso al fervor republicano de Donald Trump, que llevó el insulto al periodismo a escala global
Lo que sí ha caído es la valoración social del periodismo. Y eso ocurrió mucho antes de que los presidentes empezaran a usar X (exTwitter) para insultarlos. El pionero fue Hugo Chávez, que abrió cuenta en 2010 e invitó a otros líderes de la izquierda a poner esa herramienta del imperialismo “al servicio de la revolución”.
La tuitería libertaria tiene su antecedente en el socialismo del siglo XXI, que precedió incluso al fervor republicano de Donald Trump, que llevó el insulto al periodismo a escala global. Los fanatismos coinciden no solo en las formas que eligen para denigrar al comentarista de sus actividades, sino en la vil actitud de ensañarse con quien está golpeado.
Así como encontraron en el desencanto social con la prensa una diana fácil para las críticas, la metáfora del periodismo ensobrado también ancla su malicia en una realidad. En la Argentina la principal amenaza de la profesión es la económica. Los datos del estudio global Worlds of Journalism confirman que la inestabilidad laboral y el pluriempleo es la principal debilidad del periodismo.
Actualmente hay ocho periodistas en Venezuela detenidos en condiciones pavorosas, uno asesinado en Colombia y cuatro desaparecidos en Nicaragua, según Reporteros sin Fronteras. Pero que la Argentina tenga buena nota en el ranking de esa organización porque no tiene que lamentar esas desgracias no significa que la profesión esté exenta de riesgos.
Claro que quien considera al periodismo su enemigo va a buscar el flanco más débil para hostigarlo. Si la debilidad es económica, la acusación de cobrar en sobres pega bajo la línea de flotación. Pero el peor pecado del periodismo no es dejarse comprar por la política, sino terminar reproduciéndola en demasiadas ocasiones.
La reproduce cuando se limita a repetir como loro las declaraciones que le brinda, tratando como información de interés lo que es solo cháchara política. La reproduce también cuando circunscribe su identidad a esa que el poder pretende darle. No importa si reproduce declaraciones o insultos. Las dos modalidades son denigrantes.
Ese periodismo que se conforma con ser comentarista de declaraciones o insultos no se justifica en la falta de recursos. Es una tentación de la que no se salvan quienes tienen pingües ingresos por emprendimientos que, estrictamente hablando, sería impropio llamarlos periodismo.
La última semana de agosto la Fundación Konrad Adenauer convocó en Buenos Aires a periodistas de toda Latinoamérica para discutir sobre las tortuosas relaciones entre periodismo y poder. El ejercicio de escuchar a pares de otros lugares es infrecuente en la discusión de los males argentinos, incluida los de los medios y el periodismo.
La conversación franca entre periodistas, académicos y estudiantes muestra que muchos de los problemas que acusa el periodismo argentino son parte de los problemas con los que viene lidiando la profesión en el mundo. El colofón lo dio un estudiante que comentó que hubiera preferido escuchar menos quejas y más soluciones. Un poco lo que la sociedad también espera del periodismo.
Fuente: https://www.lanacion.com.ar/conversaciones-de-domingo/el-periodismo-en-meme-nid14092025/