El nuevo Senado: los libertarios ganan lugares, la rionegrina Villaverde no pudo jurar y el primer roce entre Villarruel y Bullrich
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La ausencia forzada de la libertaria Lorena Villaverde, acusada por el kirchnerismo de tener vínculos con el narcotráfico, se convirtió en la nota destacada de la tradicional sesión preparatoria en la que juraron 23 de los 24 nuevos senadores que se sumarán a la Cámara alta a partir del próximo 10 de diciembre.
Aunque pasó casi desapercibido en medio de la emoción de los legisladores que iban a jurar su escaño, la salida de Villaverde del recinto se convirtió en un hito en el marco de una ceremonia que transcurrió casi sin contratiempos y sin las invocaciones estridentes que suelen ser tan comunes en la vecina Cámara de Diputados.
Villaverde entró al recinto junto al resto de sus compañeros de La Libertad Avanza a las 11 en punto. Menos de diez minutos después, la legisladora electa abandonaba el recinto por una de las puertas que conducen al Salón Eva Perón, ubicado a espaldas de la presidencia de la Cámara alta.
Lo hizo después de sostener una conversación con Patricia Bullrich, la nueva estrella en el firmamento legislativo libertario, y el cordobés Luis Juez en la que ambos legisladores la convencieron de que lo mejor era abandonar el recinto. Juez la había apoyado esta semana y cuestionó a los que impiden su jura.
Fue una jugada inteligente. Si se hubiese quedado, la tensión hubiera escalado. Aunque ya se sabía desde la noche anterior que su diploma iba a ser devuelto a comisión, el proceso debía hacerse en el recinto.
Fue lo que hizo el jefe de la bancada oficialista, Ezequiel Atauche (jujuy), que pidió de manera explícita el retiro del diploma de Villaverde para darle una nueva discusión en la Comisión de Asuntos Constitucionales. De haber estado en ese momento, todo el mundo hubiese visto a la actual diputada nacional tener que abandonar el recinto frustrada por no poder jurar.
No fue el único momento de tensión que se vivió tras bambalinas. Casi al mismo tiempo, en el primer piso del recinto la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, tuvo que esperar hasta que la ubicaran en un palco que Victoria Villarruel se había negado a reservarle por no haberlo solicitado en tiempo y forma.
Escoltada por el jefe de Gabinete, Manuel Adorni, y el ministro del Interior, Diego Santilli, la hermana de Javier Milei se convirtió en el centro de todas las miradas y no solo por su llamativo conjunto de saco y pantalón con estampado floral en diferentes tonos de verde.
La sesión arrancó con la designación del nuevo secretario Administrativo de la Cámara alta. El cargo lo ocupará desde el 10 de diciembre Alejandro Fitzgerald, funcionario con más de 30 años de experiencia en el Senado y cuya trayectoria es reconocida por todas las bancadas políticas del Senado. Su nombre fue impulsado por Villarruel y contó con el aval, a mano alzada, de todos los bloques.
Aprobados los títulos de senadores electos y postergado el tema de Villaverde, impugnada por el kirchnerismo, comenzó la parte tradicional de la ceremonia con el desfile para jurar ante la presidencia del cuerpo de los legisladores electos en los comicios del 26 de octubre en las 8 provincias que renuevan este año la dotación de representantes en la Cámara alta.
Quiso el orden alfabético por distrito y por apellido que el primero en desfilar fuera Jorge Capitanich, quien vuelve al lugar desde el que edificó la extensa carrera política que en el último cuarto de siglo lo llevó a gobernar su provincia, Chaco, ser intendente de Resistencia y ministro de Economía y jefe de Gabinete en dos administraciones nacionales peronistas.
La ceremonia transcurrió sin mayores novedades hasta casi el final, cuando fue el turno de la fueguina Cándida López. Al momento de jurar, la fueguina lo hizo por su provincia, por las Islas Malvinas “que son argentinas” y “por los 30.000, si, 3, 0, 0, 0, 0, desaparecidos por la dictadura militar”.
En ese momento se escucharon unos tímidos abucheos que cayeron desde los palcos del segundo piso que estaban ocupados, en su mayoría, por militantes libertarios identificados con Agustín Coto, también representante electo por Tierra del Fuego.
En el final, Patricia Bullrich intentó tomar la palabra, pero Villarruel no se lo permitió en medio de la queja de la conducción de la bancada de senadores kirchneristas. “Habíamos acordado con los presidentes de bloque que nadie iba a pedir la palabra en la sesión”, le recordó la vicepresidenta a la senadora electa por la Capital.
Bullrich insistió, pero nunca le habilitaron el micrófono. Después de concluida la sesión, la ministra le contó a los periodistas acreditados que el motivo de su reclamo fue la masiva presencia de familiares que llevó al recinto la fueguina López.
“Que la ley sea igual para todos. Nos habían dicho que teníamos que entrar con tres personas, pero algunos entraron con mucha más gente”, se quejó Bullrich, quien destacó que “a una senadora casi no le dejan entrar a su hija al Senado porque se olvidó el documento”.
Lo de la senadora López fue todo un récord. Nueve personas la acompañaron al momento de tomar el centro del recinto. Tan excesiva fue la situación que hasta sus propios compañeros de bancada se reían ante el desfile de parientes que iban ingresando para ubicarse al lado de la legisladora.