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El intrigante cometa interestelar que llegará este miércoles a nuestro sistema solar

Muy apurado y muy cerca (en términos astronómicos) está pasando un visitante que llega desde estrellas lejanas, posiblemente desde el centro mismo de nuestra galaxia. El cometa 3I/ATLAS alcanzar...

El intrigante cometa interestelar que llegará este miércoles a nuestro sistema solar

Muy apurado y muy cerca (en términos astronómicos) está pasando un visitante que llega desde estrellas lejanas, posiblemente desde el centro mismo de nuestra galaxia. El cometa 3I/ATLAS alcanzar...

Muy apurado y muy cerca (en términos astronómicos) está pasando un visitante que llega desde estrellas lejanas, posiblemente desde el centro mismo de nuestra galaxia. El cometa 3I/ATLAS alcanzará unos 250.000 km/h en su punto más cercano al Sol este miércoles 29 de octubre. Por eso, astrónomos argentinos contestarán todas las preguntas: ¿qué nos pasará? ¿por qué es tan especial? ¿qué apuro tiene? ¿por qué se teorizó que es una nave alienígena? ¿le va a pegar a la Tierra? ¿se viene el fin del mundo?

Primero, la pregunta más urgente: ¿hay alguna remota chance de que le pegue a la Tierra? “No”, es la categórica respuesta de Romina Di Sisto, doctora en astronomía, investigadora del Conicet, especialista en ciencia planetaria y docente de la cátedra de mecánica celeste en la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de la Universidad de La Plata. Y ya explayándose, agrega: “Su mayor acercamiento a la Tierra será el 19 de diciembre e incluso allí estará casi al doble de distancia de nosotros que el Sol”.

Entonces, ¿por qué ha salido tanto en los medios, qué tiene de especial un simple cometa?

“Lo extraordinario es que, casi todos los cometas que conocemos entendemos que surgieron de nuestro propio sistema solar, y este sabemos que vino de afuera, probablemente de otra estrella, por su velocidad”, explica Di Sisto.

Por eso se lo llama interestelar, no es el primero, sino el tercero que se detecta en los últimos años, pero sí que es distinto. La astrónoma agrega: “Los objetos provenientes de la nube de Oort , se mueven mucho más lento que este, el 3I/ATLAS, que suponemos se formó en otro sistema planetario y en algún momento fue eyectado por algún planeta que lo perturbó o por el sistema en sí”. Es decir, un impulso gravitatorio que lo desprendió de la atracción de su estrella y lo lanzó a vagar por el enorme vacío del espacio. ¿Desde cuándo? Quizá desde antes de la formación de nuestro propio planeta.

Por la zona de la que proviene, el centro de la Vía Láctea, desde la constelación de Sagitario, se estima que el 3I/ATLAS tiene entre 7 y 14.000 millones de años, según la edad típica de las estrellas en el disco grueso galáctico, lo que podría hacerlo más viejo que el propio Sistema Solar (4,6 mil millones de años) y potencialmente el cometa más antiguo visto hasta la fecha. Después de miles de millones de años, la humanidad lo descubrió hace unos meses, el primero de julio, desde el telescopio de vigilancia Asteroid Terrestrial-impact Last Alert System (ATLAS) en Río Hurtado, Chile. Como su nombre lo indica, desde allí observan (entre otras cosas), qué puede chocar contra la Tierra.

“Siempre nos visitaron , pero no teníamos las herramientas para detectarlos”, explica Romina. “O pasaban más lejos que Saturno y no los veíamos. Este lo descubrimos cuando estaba por Júpiter”.

Recordemos que Saturno está unas 9 veces más lejos del Sol que nosotros, y Júpiter algo más cerca, unas 5 veces. “Así como hay estos cuerpos pequeños como el 3I/ATLAS, también hay planetas expulsados de sus estrellas”. ¿Qué tan “pequeño” es este visitante? La medida es un tanto incierta, las imágenes del Telescopio Espacial Hubble sugieren que se encuentra entre 300 metros y 5 kilómetros, aunque lo más probable es que tenga menos de un kilómetro de diámetro.

“Para que uno llegue acá, hay muchísimos que no alcanzan a ninguna estrella”, agrega Di Sisto. Y confiesa: “Me sorprende que podamos ver algo así”.

Una analogía de escala puede graficar esta sorpresa. Nuestro Sol es una estrella, así como hay cientos de miles de millones en nuestra galaxia. Parecería que al haber tantas, si se suelta una piedra (asteroide, cometa o planeta) de alguna estrella, es muy probable que vaya a parar a otra. Pero lo difícil de vislumbrar, es lo angustiantemente vacío que está el espacio interestelar. Si el Sol tuviese el tamaño de un grano de azúcar, la estrella más cercana, otro grano de azúcar, estaría ubicada a 30 kilómetros de distancia.

Es decir, un pedazo de piedra un millón de veces más chico que el Sol, (en esta escala un millón de veces más chico que un grano de azúcar), sale despedido del granito y termina en otro granito a decenas, cientos o miles de kilómetros de distancia (porque no sabemos de qué estrella lejana viene). Por eso la sorpresa de Di Sisto de que podamos llegar a recibir estos visitantes interestelares. “Para que llegue uno debe haber millones vagando por el espacio, es muy difícil calcular cuántos”.

Qué pasará este 29 de octubre

El 29 de octubre el cometa 3I/ATLAS estará más cerca que nunca del Sol y eso acelerará su velocidad al máximo registrado por la humanidad. El influjo gravitatorio de nuestra estrella lo llevará cercano a los 250.000 km/h, como referencia cuando se descubrió se movía a un poco menos de 210.000 km/h.

Desde el Sol saldrá “lanzado” a una velocidad que la propia gravedad del astro no podrá retenerlo dentro de su sistema y se irá, para nunca más volver, al espacio interestelar. ¿Terminará llegando a otra estrella? Nadie lo sabe. ¿En ese camino golpeará un planeta con vida y la extinguirá en gran medida como sucedió hace 66 millones de años en la Tierra cuando dominaban los dinosaurios? Es tan improbable como estimulante de imaginar. Lo que sí se sabe con certeza es que el 19 de diciembre pasará lo más cerca posible de nuestro planeta.

Aunque “cerca” es una palabra muy relativa y en realidad estará a 200 millones de kilómetros, unas 600 veces más lejos que la Luna. Muy lejos de cualquier peligro pero cerca para poder estudiarlo aún más. Este es el tercer objeto interestelar descubierto, el primero fue Oumuamua en el 2017, el segundo fue 2I/Borisov en el 2019 y ahora el 3I/ATLAS. “Empezamos a ver más porque tenemos mejor tecnología, telescopios más potentes, sistemas de escrutinio más profundos”, explica Di Sisto.

Y agrega qué hace diferente a este de los otros dos: “La proporción de dióxido de carbono con respecto al agua es una de las más altas jamás observadas en un cometa. Eso puede ser indicativo del origen, pero no tenemos otros para comparar al ser los primeros interestelares que vemos”.

La hipótesis de la nave alienígena

Mucho más divertido que hablar de la proporción de dióxido de carbono y agua, es teorizar que se trata de una nave intergaláctica que nos visita. Más aún si esa hipótesis la postula un importante astrofísico de la Universidad de Harvard. Pero también es cierto que Avi Loeb, es científico en cuestión, viene avisando ya con los primeros objetos interestelares que pueden ser naves espaciales y hasta ahora son todas rocas. Incluso él mismo cierra su publicación aclarando que la recolección de motivos para pensar en una nave espacial son una especulación que considera un “ejercicio pedagógico”. ¿Qué opinan sus colegas?

“La verdad me da hasta fiaca leerlo”, se sincera Romina, con respecto a la publicación de Loeb. Y explica: “El primero, Oumuamua, era raro por su forma, podía despertar alguna suspicacia, nunca habíamos visto algo así. Pero estos son dos, 2I y 3I, son claramente cometas, no hay indicio de ninguna nave”.

Sí es cierto que la mención de una posibilidad de una nave alienígena genera mucho exposición a la teoría y de cierta forma también a la astronomía. ¿Termina siendo positivo o negativo para la ciencia? “Me resulta contradictorio, por un lado está bueno que se hable de astronomía pero tampoco está bueno que con cada objeto se intenten pensar que es una nave espacial. Si tengo que definirme, no me gusta mucho”.

Cómo se ve en el cielo

Si algo tienen de llamativo los cometas es lo vistoso de su imagen. Esa cola celestial que persigue un núcleo iluminado, ¿cómo se ve? Bueno, para eso hace falta un telescopio grande como un edificio. De hecho Eduardo Fernández Lajus utilizó el telescopio más grande de la Argentina para logra un animar un seguimiento del 3I/ATLAS por el cielo. “Cada animación es una secuencias de imágenes tomadas una atrás de otra en un lapso de una hora y media, con una cámara científica tipo CCD, a través del telescopio. Cada imagen individual tiene un tiempo de exposición de 90 segundos, que es lo máximo permisible antes de que se aprecien irregularidades del seguimiento del telescopio”, explica el doctor en Astronomía, especializado en sistemas binarios eclipsantes.

Las imágenes fueron tomadas por él, utilizando el telescopio “Jorge Sahade” de 2,15 metros del Complejo Astronómico El Leoncito (CASLEO). “Para acceder al tiempo de telescopio se deben presentar propuestas científicas al CASLEO, las cuales son evaluadas y se asigna un tiempo acorde al mérito y disponibilidad. Estas imágenes fueron tomadas en el marco de otro proyecto mío, ya que este objeto no había sido descubierto al momento en que se hicieron las presentaciones de las propuestas, medio año antes”, explica Eduardo, que resignó tiempo de su trabajo en estrellas binarias eclipsantes y tránsitos de exoplanetas.

Puede ser una pena romper la romántica imagen popular del astrónomo pasando largas, frías y silenciosas noches con el ojo apoyado en el telescopio, desentrañando los misterios del cosmos. Pero Eduardo, al igual que hace hoy toda la comunidad científica, envió desde su lugar de residencia, en La Plata, por el mail a San Juan para que el operario del telescopio, desde una oficina calefaccionada, apunte el enorme ojo de cíclope del telescopio en la fría y cristalina noche sanjuanina, para capturar los fotones del Sol que rebotan en el cometa y llegan hasta la Tierra. Y lo que se ve del cometa no es una cola celestial que persigue un núcleo iluminado, sino un puntito borroso que se mueve entre otros puntitos más borrosos. Pero para el que sabe, ahí está la clave.

“Al apuntar, el campo está lleno de estrellas. No siempre es fácil determinar a simple vista cual es el objeto. Hay que comparar detalladamente con cartas de la zona y ver además si se detecta su movimiento”, explica Fernández Lajus.

Y agrega: “Destiné parte de la noche a un objeto que no estaba previsto porque vale la pena observar, es una oportunidad única, lo que se llama targets of opportunity”.

El motivo de su raro nombre

¿Por qué 3I/ATLAS? No es un nombre muy elegante pero sí práctico. ATLAS porque lo descubrió el telescopio de vigilancia Asteroid Terrestrial-impact Last Alert System (ATLAS), de Chile. La I porque es interestelar, que viene de otra estrella que no es el Sol. El 3 porque es el tercer objeto interestelar, y la barra diagonal para poner un poco de orden. Pero lo que se puede leer entre líneas es la decadencia en la denominación de estos objetos.

El primer objeto interestelar se lo terminó apodando, Oumuamua, que en hawaiano significa algo así como “primer mensajero distante”. Propicio y poético. El segundo se llamó 2I/Borisov, porque lo descubrió el astrónomo aficionado Guennadi Borisov, utilizando su telescopio de 0,65 metros. Sí, un crack que con motivo pasará la historia. Pero ya para el tercero no se le puso nombre más allá de la nomenclatura oficial.

En definitiva, el 3I/ATLAS no es una nave alienígena que nos viene a conquistar, ni un meteorito que nos viene a extinguir, sino un cometa que nos viene a contar de la enormidad del universo.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/sociedad/el-intrigante-cometa-interestelar-que-llegara-este-miercoles-a-nuestro-sistema-solar-nid27102025/

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